a ella le arrimaron sus modos de habitar el mundo
de sus fuentes manaban corrientes donde se echaba a nadar
desembocando en arrecifes de templanza
y ardían entre llamaradas sinuosas fluentes
mediante las cuales se evaporaba el crepitar de las pieles abrazadas
y mientras los corazones batían como tambores
a ella se le diluían las estructuras rocosas en el sudor que se desparramaba fabricando partículas armoniosas de espuma complementaria
y cuando inspiraba se traía su bendición a bordo de un beso