Sostenida del extremo de un sueño, me empuja cierta fuerza. Conmigo empiezan a gravitar una cantidad considerable de personas y de objetos en torno. No sé quiénes son aunque creo conocerlos. Se me aparece extraño, el hecho de que aún en la picada consigo acomodarme: me extiendo sobre la cama donde yazgo recostada y me aferro con un movimiento precisamente calculado a su respaldo. Me suena aún más extraño que digan que en la base hay muertos, mientras que yo no me llevo puesto ni un rasguño.
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