Before Sunset (2004) ⇒ Richard Linklater.
miércoles, 11 de enero de 2012
π
π
“Pi”
“Pi”
Darren Aronofsky
1998
1998
Tras la conocida obsesión que me causó Donnie Darko, continué con mi búsqueda de “películas raras”, “raras” en el sentido de que sus tramas constan de temas que no son frecuentes de ser tratados por la cinematografía, o que me introduzcan a la visión de diferentes aspectos de la realidad... en fin, películas que me dejen pensando. Entonces, me topé con un interesantísimo film cuyo subtítulo se ha traducido como fe en el caos u orden en el caos. Cuenta con una estética desarrollada en blanco y negro, donde se evocan imágenes bastante poderosas que son potenciadas a base de la impactante banda sonora como a partir de las tomas en primeros planos y movimientos de la cámara. Este acentuado contraste evidencia claramente lo estremecedor, incluso angustiante del film y a su vez capaz de tornarlo poderosamente intrigante a medida que nos centramos en la habitación enclaustrada del matemático interpretado fielmente por Sean Gullette, en su mente como en un juego psicológico muy bien logrado que del mismo modo atormenta al espectador.
Me fascinó porque roza una de las entrañas de la filosofía que tanto me apasiona, si bien conservo mi escepticismo: si todo cambia, todo se transforma; el ser humano nace, crece y muere en una realidad circular que aparentemente no tiene inicio ni fin y siendo que a todo efecto le precede una causa que lo origina, ¿existe en el fondo una realidad inmutable? Si la realidad no es sólo aquello que recibimos de nuestros sentidos, ¿significa que es posible que una esencia de trasfondo ordenada que se esconda detrás de la apariencia caótica (sujeta a la inestabilidad) perceptible? De existir, ¿ese punto de partida primario implica un orden que puede ser determinable y rastreado? ¿Será posible encontrar una huella mediante la cual quedó manifestada alguna realidad primaria en la naturaleza perceptible? ¿Y será posible acceder a ella por medio de la matemática? Como dijo Galileo Galilei: “el gran libro de la naturaleza está escrito en símbolos matemáticos”.
De lo mencionado se desprende que me fascinó porque se cierne sobre el conocimiento, particularmente acerca de la intrigante ciencia de la matemática, para la cual me hubiera gustado tener mayor destreza. Pero lo más impactante es que la película auna estos temas al interrogante que se plantea intrínseco sobre cuán más allá podemos ir a partir de los números o de cualquier otro sistema, sin confinarnos al apartamiento de la realidad diaria, y por ende de las relaciones humanas desde que esa persona curiosa y con pretensiones de conocimiento trascendente quizás no forma parte de las personas corrientes a quienes poco les interesa desligarse de la uniformidad en el pensamiento impartida desde el sistema educativo y los medios masivos. O en otras palabras, que la desconfianza que se puede sostener como postura de investigación acerca de la verosimilitud (o tal vez el origen de la existencia) de la realidad que capturan nuestros sentidos cada día, se extienda y nos induzca en este sentido a subestimar a los seres que nacieron y conviven junto a nosotros en esta realidad del mundo, como si los humanos, animales o plantas apenas equivalieran a millares de átomos unidos que nuestro cerebro interpreta en forma de cuerpo individual, como si pudiera ignorarse a las almas que se funden en compañía y sostén mediante la amistad, la pareja y la familia (en menor, mayor o igual medida). Como si en busca de la explicación del origen, perdiéramos nuestro origen mismo. Porque creo que la vida es el mayor de los milagros (si pensamos en la cantidad de procesos que se ponen en juego para que tenga lugar) y a través del reconocimiento de la vida de los demás, estamos impregnando de valor también la nuestra.
Por último, en mi opinión, creo que la vida tiene tanto de caos como de orden, y como ya expresé en una publicación pasada, casualmente llamada “Orden en el caos”, ambos estados son necesarios, ya que cuando las situaciones no se tornen tan previsibles a veces dependerá del caos que se manifieste el orden mediante el cual responderemos al cambio que éste surta. En el Antiguo Egipto se sostenía (y yo concuerdo con esta postura) que cada vida proporciona una nueva oportunidad para el aprendizaje. Ahora bien, pienso que la racionalización en extremo puede conducir a una visión que se pretenda única por guardar rigor científico, aunque sea parcial. Si cada vez que afirmarmos algo, también estamos negando otra cosa. Por lo tanto definir es limitar, reconocía ya un escritor inglés de nombre Oscar y apellido Wilde, pues cuando definimos al mismo tiempo ignoramos otras perspectivas, ergo fragmentamos la realidad reduciéndola a definiciones en lugar de mirar el todo por entero.
Finalizada esta apenas simple interpretación, considero que debido a lo intrincado de la trama y a lo escrito en el primer párrafo se trata de una película de aquellas para ver y volver a ver, una y otra vez.
Me fascinó porque roza una de las entrañas de la filosofía que tanto me apasiona, si bien conservo mi escepticismo: si todo cambia, todo se transforma; el ser humano nace, crece y muere en una realidad circular que aparentemente no tiene inicio ni fin y siendo que a todo efecto le precede una causa que lo origina, ¿existe en el fondo una realidad inmutable? Si la realidad no es sólo aquello que recibimos de nuestros sentidos, ¿significa que es posible que una esencia de trasfondo ordenada que se esconda detrás de la apariencia caótica (sujeta a la inestabilidad) perceptible? De existir, ¿ese punto de partida primario implica un orden que puede ser determinable y rastreado? ¿Será posible encontrar una huella mediante la cual quedó manifestada alguna realidad primaria en la naturaleza perceptible? ¿Y será posible acceder a ella por medio de la matemática? Como dijo Galileo Galilei: “el gran libro de la naturaleza está escrito en símbolos matemáticos”.
De lo mencionado se desprende que me fascinó porque se cierne sobre el conocimiento, particularmente acerca de la intrigante ciencia de la matemática, para la cual me hubiera gustado tener mayor destreza. Pero lo más impactante es que la película auna estos temas al interrogante que se plantea intrínseco sobre cuán más allá podemos ir a partir de los números o de cualquier otro sistema, sin confinarnos al apartamiento de la realidad diaria, y por ende de las relaciones humanas desde que esa persona curiosa y con pretensiones de conocimiento trascendente quizás no forma parte de las personas corrientes a quienes poco les interesa desligarse de la uniformidad en el pensamiento impartida desde el sistema educativo y los medios masivos. O en otras palabras, que la desconfianza que se puede sostener como postura de investigación acerca de la verosimilitud (o tal vez el origen de la existencia) de la realidad que capturan nuestros sentidos cada día, se extienda y nos induzca en este sentido a subestimar a los seres que nacieron y conviven junto a nosotros en esta realidad del mundo, como si los humanos, animales o plantas apenas equivalieran a millares de átomos unidos que nuestro cerebro interpreta en forma de cuerpo individual, como si pudiera ignorarse a las almas que se funden en compañía y sostén mediante la amistad, la pareja y la familia (en menor, mayor o igual medida). Como si en busca de la explicación del origen, perdiéramos nuestro origen mismo. Porque creo que la vida es el mayor de los milagros (si pensamos en la cantidad de procesos que se ponen en juego para que tenga lugar) y a través del reconocimiento de la vida de los demás, estamos impregnando de valor también la nuestra.
Por último, en mi opinión, creo que la vida tiene tanto de caos como de orden, y como ya expresé en una publicación pasada, casualmente llamada “Orden en el caos”, ambos estados son necesarios, ya que cuando las situaciones no se tornen tan previsibles a veces dependerá del caos que se manifieste el orden mediante el cual responderemos al cambio que éste surta. En el Antiguo Egipto se sostenía (y yo concuerdo con esta postura) que cada vida proporciona una nueva oportunidad para el aprendizaje. Ahora bien, pienso que la racionalización en extremo puede conducir a una visión que se pretenda única por guardar rigor científico, aunque sea parcial. Si cada vez que afirmarmos algo, también estamos negando otra cosa. Por lo tanto definir es limitar, reconocía ya un escritor inglés de nombre Oscar y apellido Wilde, pues cuando definimos al mismo tiempo ignoramos otras perspectivas, ergo fragmentamos la realidad reduciéndola a definiciones en lugar de mirar el todo por entero.
Finalizada esta apenas simple interpretación, considero que debido a lo intrincado de la trama y a lo escrito en el primer párrafo se trata de una película de aquellas para ver y volver a ver, una y otra vez.
♫ Angel
Massive Attack
Massive Attack
sábado, 17 de diciembre de 2011
Hombre Mirando al Sudeste
Hombre Mirando al Sudeste
Eliseo Subiela
1986
1986
"Yo no quiero que me curen, yo quiero que me entiendan"
¿Quién es un loco? ¿Aquél que no encaja porque se diferencia de la mayoría? ¿Qué lo hace diferente? ¿El que viene a sacar de las casillas a “los cuerdos”? ¿O acaso no será aquél que trae un mensaje que no siempre estamos dispuestos a escuchar?
Mis prejuicios con respecto al escaso goce que había podido encontrar en las películas del cine argentino, ya fuera por sus tramas o sus interpretaciones, me llevaron a evitar su conocimiento y luego a desestimarlo. Pues bien, esta película ha logrado reinvertir la impresión originada por las películas mayormente comerciales, puesto que me ha calado en el alma de un modo que no bastarán las tres veces que la he visto, estoy segura que es una película a la cual volveré durante mi vida.
Hombre Mirando al Sudeste pone en discusión muchas de las cuestiones que damos por sentadas, y en las cuales llegamos a basar nuestra existencia, incluso se atreve a indagar en los interrogantes que tanto me apasionan, los filosóficos: qué consideramos por realidad, la estrecha línea que discierne la normalidad de la anormalidad, la equiparación de la diferencia como locura entrelazada al tratamiento (a veces tan despectivo como humillante) que le brindan los médicos a los pacientes y la inmediata identificación que suele hacerse de ésta con el mal, y por ende la perentoria necesidad de extirparlo aislando en hospitales que se erigen como prisiones a quienes presentan los síntomas, privándolos así de todo afecto porque no se los quiere cerca... claro, no vayan a contagiarnos, como si “los locos” estuviesen equivocados de antemano y el resto se creyese lo suficientemente sabio o racional, ya que el sistema no se conforta sólo con inculcarnos cómo debemos pensar, actuar, consumir sino que también imparte lecciones acerca de cómo debemos sentir, qué es lo que debemos desear o sentir como felicidad... ¡sí, la felicidad! donde ya no se consigue apreciar el sentido de una brisa que trae el aroma de una flor o de la lluvia, donde el hombre se desentiende de sus semejantes por obtener su ambicionado éxito individual hasta ofrecerles no más que la indiferencia, donde se suelta y se desampara al alma hasta escabullirse de ella, donde se nos ciega por completo en la falsa búsqueda de lo material y aparente.
Me sentí muy identificada en cuanto a la percepción de que si uno no adopta los valores establecidos o no se ajusta a las creencias o ideas que sostiene la mayoría se puede ser desaprobado hasta el punto de llegar al desprecio y la posterior marginación que tanto duele entre seres en apariencia humanos. ¿Si pudieran conseguir más cárceles a cuántos nos encerrarían? Pero no, no va a embargarme más la culpa por ser, nunca más aunque se me reconozca como diferente entre una gran camada de iguales, no soy culpable por desobedecer la premisa de este siglo, de que aquí se construyan muros, en lugar de puentes, de la grandeza material como única felicidad posible y alcanzable, de que la mirada que predomina apenas pueda ser capaz de ver un amor fundado en la atracción física... ¡eso no es amor, eso es pornografía! Al revés, si estar loca es sinónimo de ser curiosa ante la vida, de no detenerme jamás en explorar a las sensaciones que me puede brindar un día ni una persona, de ver con el corazón como lo hacía Saint Exúpery, encontrando la felicidad en las cosas más simples y en los momentos más pequeños, los gestos gratos que nunca olvidaré, aquellos por los que realmente vale la pena vivir, de enamorarme y también amar, y de rechazar como esenciales a los objetos de consumo, entonces yo también soy una loca, una loca soñadora que se conmovió con la escena de la Novena Sinfonía de Beethoven porque le pareció magnífica.
¿En qué lugar estará el alma? A veces pienso que el alma debe hallarse en un lugar muy profundo, donde muchos no consiguen escarbar. Tal vez Rantés realmente provenía de otro planeta o tan sólo se haya refugiado en el hospital porque descubrió que el verdadero manicomio se encuentra fuera, en la civilización.
“Ustedes están en la prehistoria de los hologramas... una especie de fotografía obtenida a través de un rayo láser. Nosotros hemos logrado que esas imágenes se corporicen en el espacio a través de lo que sería un gran proyector programado por una computadora muy compleja que incluye todos los datos vitales para que esa imagen tenga vida. En realidad, yo puedo prescindir de sus ojos, usted puede cerrarlos y yo sigo existiendo. Respiro, puede tocarme, puedo tocarlo, somos replicas humanas perfectas, salvo por una cosa, no podemos sentir”.
“Usted también es un buen tipo pero no es feliz. Y lo que más me preocupa es que lo sabe y no le importa. ¿Por qué los seres humanos parecen resignarse a tantas cosas que los están destruyendo. ¿Y por qué hacen tan poco por modificar esas cosas? ¿Se están suicidando por estúpidos o están pagando culpas?”.
Sobre la música: “Es sólo una sucesión de vibraciones pero a los hombres parece hacerle mucho bien. ¿Dónde cree que está la magia? ¿En el aparato, en el que escribió esto, en mí, en ellos que se emocionan cuando la oyen? No puedo darme cuenta de lo que sienten... Sí puedo darme cuenta, pero no puedo sentir lo mismo, ¿entiende?”
“Ustedes están en la prehistoria de los hologramas... una especie de fotografía obtenida a través de un rayo láser. Nosotros hemos logrado que esas imágenes se corporicen en el espacio a través de lo que sería un gran proyector programado por una computadora muy compleja que incluye todos los datos vitales para que esa imagen tenga vida. En realidad, yo puedo prescindir de sus ojos, usted puede cerrarlos y yo sigo existiendo. Respiro, puede tocarme, puedo tocarlo, somos replicas humanas perfectas, salvo por una cosa, no podemos sentir”.
(Esta frase me llamó poderosamente la atención porque recientemente me llevó a buscar en el libro El Kybalion, de Hermes o Imhotep [quien fue considerado un sabio en Egipto cuyas enseñanzas se han diseminado en diferentes culturas bajo estricta reserva dada su importancia, y de las cuales deriva el atributo de hermético como algo secreto, que no puede difundirse al oído no preparado para escucharlas] aquella idea que antes él mismo había postulado, y la cual revalorizaron más tarde los físicos cuánticos Max Planck y David Bohm acerca de que los fenómenos y las apariencias sensibles a nosotros, la realidad como la conocemos, el universo que vemos no es material como se nos presenta; por el contrario sería una imagen creada por la mente que no se encuentra dentro de cada ser sino que es infinita, universal y viviente, y luego proyectada por la mente interna situada dentro de cada uno de nosotros como realidad en base a la cual creamos luego nuestros pensamientos. Dado que El TODO es mente; el universo es mental según Hermes, y es el lugar donde vivimos, nos movemos y tenemos nuestro ser, entonces quiere decir que así como el universo no resulta independiente de la mente de los observadores que lo apreciamos como tal, el todo vendría a ser uno, siendo los habitantes de la Tierra también uno porque también somos observados y es de ese TODO que es mente, que nuestra propia mente, la de cada ser recibe la proyección mediante la cual percibir todos los humanos percibimos el universo del mismo modo físicamente. Si bien mis conocimientos sobre el tema no son profundos, ya que sólo he estudiado la física básica de la escuela secundaria, me pongo a pensar en lo que ocurriría de profundizar (si es que ya no se profundizaron) estos saberes porque ¡cuántas estructuras de este mundo se derrumbarían de difundirse estas ideas! ¡tal vez se reformularía hasta la misma base entera de la visión materialista del mundo porque significaría que es una ilusión del pensamiento creer que existen seres y cosas separadas como individuales, y al mismo tiempo un condicionamiento que nos lleva a concebir al universo y por ende a nuestras vidas como limitadas cuando en realidad no lo son! Si sólo podemos ver una realidad, o parte de ella perceptibles sólo en sus efectos no así en su naturaleza, queda abierta la pregunta sobre cómo podríamos acrecentar nuestra capacidad de percepción para conocer mejor el mundo y a nosotros mismos. Me queda inconclusa también otra cuestión: si lo que nos permite sentir es el alma que se encuentra en cada uno de los seres, y Rantés no podía sentir como lo aseguraba, él sólo había proyectado su imagen en el espacio para que tenga vida, ¿acaso él no habrá sido espíritu, no habrá representado a la mente universal que vino a advertirnos cómo estaba siendo tergiversada por el comportamiento egoísta del hombre, cuando “el todo” dejó de ser uno, no habrá sido él una parte del TODO incognoscible que en nada se asemeja a los dioses religiosos puesto que carece de personalidad y por ende de cualquier sentimiento, como amor, odio, necesidad de ser alabado, etc.? De cualquier modo, creo que definir es limitar, y mi escepticismo no me permite cerrar ninguna puerta).
-Usted está totalmente chiflado pero debo reconocer que es un chiflado muy especial, me preocupa Rantés. De verdad me preocupa.
-Y yo le agradezco que se preocupe por mí. No creo que sea habitual que alguien se preocupe por otra persona en este lugar.
-¿En este hospital?
-En este planeta.
“La naturaleza sólo permite un desarrollo muy lento, favorece más facilmente un cambio de especie que un cambio de conciencia. Yo soy más racional que ustedes, respondo racionalmente a los estímulos. Si alguien sufre, lo consuelo, alguien me pide ayuda, se la doy. ¿Por qué entonces usted cree que estoy loco? Si alguien me mira, lo miro, alguien me habla, lo escucho. Ustedes se han ido volviendo locos de a poco por no reconocer esos estímulos, simplemente por haber ido ignorándolos... alguien se muere y ustedes lo dejan morir, alguien pide ayuda y ustedes miran para otro lado, alguien tiene hambre y ustedes dilapidan lo que tienen, alguien se muere de tristeza y ustedes lo encierran para no verlo, alguien que sistemáticamente adopta esas conductas, que camina entre las víctimas como si no estuvieran, podrá vestirse bien, podrá pagar sus impuestos, ir a misa, pero no me va a negar que está enfermo. Su realidad es espantosa, doctor. ¿Por qué no dejan de una buena vez la hipocresía y buscan de una buena vez la locura de este lado? Y se dejan de perseguir a los tristes, a los pobres de espíritu, a los que no compran porque no quieren o porque no pueden, toda esa mierda que usted me vendería de muy buena gana... si pudiera, ¡claro!”.
-Quiero investigar.
-¿Qué quiere investigar
-El cerebro del hombre.
-¿Su cerebro?
-¿Su cerebro?
-No, el de ustedes.
-Lamento defraudarlo, Rantés pero a esta altura puedo confirmarle que su cerebro es igual al mío y al de cualquier ser humano.
-Lamento defraudarlo, Rantés pero a esta altura puedo confirmarle que su cerebro es igual al mío y al de cualquier ser humano.
-Si es igual, ¿por qué usted está con uniforme de cuerdo y yo, con uniforme de loco?
“Usted también es un buen tipo pero no es feliz. Y lo que más me preocupa es que lo sabe y no le importa. ¿Por qué los seres humanos parecen resignarse a tantas cosas que los están destruyendo. ¿Y por qué hacen tan poco por modificar esas cosas? ¿Se están suicidando por estúpidos o están pagando culpas?”.
“Le digo la Santa porque es una mujer muy especial. Yo verifiqué en ella mecanismos que no vi en otros seres humanos. Un ser humano tiene manifestaciones físicas como el llanto, el temblor. La santa cuando siente amor, larga un líquido azul por la boca... ¿Qué pasa, doctor? ¿Se siente frente a los límites y no quiere ir más allá? (Luego, Rantés observa un árbol en el patio del manicomio) En los manicomios, nacen árboles locos, ¿no?”.
“El hombre siempre oculta cosas en su alma, por eso no es feliz”.
“El hombre siempre oculta cosas en su alma, por eso no es feliz”.
sábado, 26 de noviembre de 2011
El Cielo Sobre Berlin
Der Himmel über Berlin
(El Cielo Sobre Berlin)
Los ángeles que deambulan Berlin en color sepia no poseen alas, sino que visten trajes oscuros e incluso lucen muy semejantes a los humanos. Excepto que estos seres celestiales observan a los habitantes de la ciudad, tanto desde el aire como en la tierra cuando descienden a apreciarnos más de cerca, no como lo hace la mayoría de las personas, puesto que estos ángeles son capaces de internarse hasta la esencia humana, pueden escucharles extrayendo los más hondos pensamientos y sentimientos que a menudo se ven inhibidos en una época caracterizada por ostentar las armas, lo material, lo extraño, lo más ajeno y destructivo de nuestra existencia. Y pese a que no les es posible cambiar los cursos de las vidas mortales, abrazan la cualidad que a muchos se les ha extraviado de su andar, son quienes les tienden su mano sobre el hombro a los desamparados y abandonados de afecto. Ellos registran detalladamente cada experiencia humana. Pues de veras se jugarían su existencia eterna para lograr experimentar aquellas sensaciones que al estar tan impregnadas de cotidianeidad ya damos por sentadas, a menudo restándoles la importancia que realmente se merecerían ¡cuando nos integran cada día! ¡Cuánto darían estos seres por estirar los dedos frotándose las manos cuando el clima está, agradecer el color, sentir la compañía de los huesos y de la sangre, saludar y ser saludado, disfrutar del aroma al café... sentir, saber lo que es el amor, mientras estás en los brazos de otra persona, ambos unidos formando parte del mismo ser y al mismo tiempo encarnando lo que todas las personas alguna vez anhelaron! Eso es humanidad, y en ella radica lo que puede salvarnos.
A los ángeles que deambulan Berlin en color sepia les agrada pasar tiempo en las bibliotecas, donde intentan capturar el asombro. Es a causa de ello tal vez que los únicos humanos para quienes los ángeles son perceptibles son los niños, que conservan intacta la curiosidad, tan pura que su sensibilidad no permite que se les escurra y aun cuando corren ella viaja consigo, mientras intentan desentrañar las amarras del mundo que los rodea para luego anudarse junto a él... hasta que su corazón no se haga mayor.
“Als das Kind Kind war,
ging es mit hängenden Armen,
wollte der Bach sei ein Fluß,
der Fluß sei ein Strom,
und diese Pfütze das Meer.
Als das Kind Kind war,
wußte es nicht, daß es Kind war,
alles war ihm beseelt,
und alle Seelen waren eins.
Als das Kind Kind war,
hatte es von nichts eine Meinung,
hatte keine Gewohnheit,
saß oft im Schneidersitz,
lief aus dem Stand,
hatte einen Wirbel im Haar
und machte kein Gesicht beim fotografieren.
Als das Kind Kind war,
war es die Zeit der folgenden Fragen:
Warum bin ich ich und warum nicht du?
Warum bin ich hier und warum nicht dort?
Wann begann die Zeit und wo endet der Raum?
Ist das Leben unter der Sonne nicht bloß ein Traum?
Ist was ich sehe und höre und rieche
nicht bloß der Schein einer Welt vor der Welt?
Gibt es tatsächlich das Böse und Leute,
die wirklich die Bösen sind?
Wie kann es sein, daß ich, der ich bin,
bevor ich wurde, nicht war,
und daß einmal ich, der ich bin,
ging es mit hängenden Armen,
wollte der Bach sei ein Fluß,
der Fluß sei ein Strom,
und diese Pfütze das Meer.
Als das Kind Kind war,
wußte es nicht, daß es Kind war,
alles war ihm beseelt,
und alle Seelen waren eins.
Als das Kind Kind war,
hatte es von nichts eine Meinung,
hatte keine Gewohnheit,
saß oft im Schneidersitz,
lief aus dem Stand,
hatte einen Wirbel im Haar
und machte kein Gesicht beim fotografieren.
Als das Kind Kind war,
war es die Zeit der folgenden Fragen:
Warum bin ich ich und warum nicht du?
Warum bin ich hier und warum nicht dort?
Wann begann die Zeit und wo endet der Raum?
Ist das Leben unter der Sonne nicht bloß ein Traum?
Ist was ich sehe und höre und rieche
nicht bloß der Schein einer Welt vor der Welt?
Gibt es tatsächlich das Böse und Leute,
die wirklich die Bösen sind?
Wie kann es sein, daß ich, der ich bin,
bevor ich wurde, nicht war,
und daß einmal ich, der ich bin,
nicht mehr der ich bin, sein werde?”
“Cuando el niño era niño
andaba con los brazos colgando,
quería que el arroyo fuera un río,
que el río fuera un torrente
y que este charco fuera el mar.
Cuando el niño era niño
no sabía que era niño,
para él todo estaba animado,
y todas las almas eran una.
Cuando el niño era niño
no tenía opinión sobre nada,
no tenía ninguna costumbre,
se sentaba en cuclillas,
tenía un remolino en el cabello
y no ponía caras cuando lo fotografiaban.
Cuando el niño era niño
era el tiempo de preguntas como:
¿Por qué estoy aquí?
¿Por qué no, allí?
¿Cuándo empezó el tiempo y dónde termina el espacio?
¿Es la vida bajo el Sol no sólo un sueño?
Es lo que veo y oigo y huelo,
¿no sólo la apariencia de un mundo ante el mundo?
¿Existe de verdad el mal
y gente que en verdad son los malos?
¿Cómo puede ser que yo, el que yo soy,
no fuera antes de devenir; y que un día yo,
el que yo soy, no seré más ese que soy?”
Extracto de Canción de la infancia, de Peter Handke,
cuyas estrofas se van completando a medida que recorren esta maravillosa película.
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