domingo, 28 de junio de 2009

De "buitres" o especímenes infames de la sociedad

    Comenzó diciendo transcurrida ya la mitad de la clase del mediodía del jueves, un día antes de la suspensión de clases en la facultad: "Después de rezar el padre nuestro, el ave maría, apréndanse los efectos de las obligaciones". Revolución sorpresiva de todos los santos en mi estómago hereje durante pleno proceso de digestión.
    A continuación, luego de la muestra de fundamentalismo católico, remató: "ustedes tienen que estudiar las obligaciones (como también se llama a la materia Derecho Civil II) porque gracias a ellas van a ganar plata, ¡y miren qué incentivo, eh!", se ensalzaba con vítores el titular adjunto de la materia mientras se le desorbitaban los ojos y parecía escapársele la lengua serpenteante ante las sonrisas cómplices de la audiencia estudiantil, que festejaba su gracia.
    No soy afable a las generalizaciones porque siempre existe un margen de error (paradójicamente esta es una generalización) mayor o menor. Sin embargo, soy consciente de que este es el pensamiento-prejuicio de gran parte de la sociedad, incluyendo a los estudiantes de esta carrera, ya sea que concurran a la facultad privada o a la estatal. Y hay quienes lo manifiestan y quienes prefieren callarse. Es la postura de los últimos la que más rabia me da, los tibios los llamo, quienes adoptan un pragmatismo absoluto; a decir verdad, los ultradefinidos
me caen mejor.
    En ese momento, formé parte del grupo de los que tienen una actitud contemplativa asumida cuando debería haber interrumpido la diatriba del santo recaudador
preferí minimizar el asunto, así como tantas veces nos convertimos en asfalto sobre los cuales, tipos que por el hecho de que se han devorado una cantidad inaudita de libros, fortifiquen su omnipotencia de dioses terrenales.
    De nada hubiese valido mi intervención, obviamente, probablemente hubiese obtenido alguna mirada irritante (cuando no un reproche) por parte del señor, y provocado un murmullo en la tranquilidad de la clase.
    Sin embargo, estos profesionales son producto de la sociedad, de ella se alimentan en cuanto más incivilizada, más necesario es su trabajo, y la mentalidad de muchos carroñeros se disemina también a medida que aumentan los perjuicios, aunque honestamente deshonestidad no es extraña a ningún trabajo.
    Lo que sí es grave es que los docentes y sus colaboradores de cátedra -sobre todo de una facultad estatal- transmitan ese pensamiento no digno de ejemplaridad, si bien es legítima su libertad de expresión y la destaco pues pienso que si una persona cree con firmeza y determinación en algo, lo menos que puede hacer es defender su postura, pero en este caso va más allá en el sentido de que no se trata tampoco de un tema que atañe a la materia para discutir libremente en clase, es sólo una opinión personal de un docente sobre una posible salida laboral que puede ser o no compartida.

viernes, 12 de junio de 2009

Ella, y la insoportable fragilidad del ser


Ella quería despojarse de sus botas, pequeño tugurio, hasta las más finas medias le asfixiaban los pies. Dibujar con pulsión figuras, aunque palpables sólo para sí, indefinidas en el colchón bajo las sábanas tersas de defunción otoñal, sin que el ensueño las lastime a causa de las uñas descuidadas... y rojizas.
Darle sombra al tamborileo sin sentido, machucar la pasividad graciosa que poco tienen de uvas dulces cuando mascullamos y tragamos mal la promiscuidad parlante.
Quería lo que no era, y no la soltaba, no la soltaba. No podía...
Un caldo cálido, o tal vez, desde otra nariz de punta invernal, hurgando en las precariedades de un viente tibio y genuflexo, un alimento que susurrase desde el pecho. Desde la insoportable fragilidad del ser. 


A la imagen la tomé prestada del blog de Winterchaos. Gracias a él.

jueves, 4 de junio de 2009

Superlógico... ¿sí?

   No quiero compartir el mundo con tipos como éstos, dan ganas de estar muerto antes que intentar sobrevivir del mismo aire que ellos, se me revuelve el estómago al pensarlo.
   Me resistía a pronunciarme sobre ellos, si da igual, saquemos las palas y enterrémolos, otros nos ganarán raudamente. A alguien necesitamos, es una especie de simbiosis nomás que la mayoría de nosotros hospedantes tácitos y complacientes: de entre las raíces otros excavarán, a salvo, suplicantes necios: despertarán en otras placas, mas serán ellos con su lengua rancia y sus cerebros podridos. ¿Cuánta responsabilidad nos cabe?
Observen la sonrisa macabra de Germano, diputado electo por el bloque Santa Fe Federal.
Era reacia a publicar la foto también, pero cuando los que miran desde arriba en la cúpula imantada de alquitrán, o no tan lejos, ya desde tiempos en que eran iguales entre ellos. Portadores de desidia con derecho (abusivo) a la entrada en calles de tierra junto a aquellos penosos ilusos súbditos a las órdenes del jerarca de plástico mayor, cuyas manos rozaban la ternura sobre las pequeñas cabecitas redondas, y con bastante cantidad de cuadradas, invitadas de lujo a la fiesta de los '90 ahora se acuerdan de la falta de inversiones en forma de impuestos. La miseria más cruda repartida en un único mapa; de la educación, la palabra inundada y aulas vacías nada más.
    Por última vez surge la pregunta de la responsabilidad, ahora bifurcada, ¿dolosa?, esto puede llamarse legitimación insolente, ¿o culposa?, un alzheimer pavoroso.
    Acuérdense cuando el humo isleño les ponga como virulanas el cabello, del proyecto del gran senador.

Fotografía tomada del blog http://elblogdeabby.blogspot.com/