viernes, 31 de agosto de 2012

V

    El ambiguo enigma, de evocar una indiferencia hija del rechazo en ciertos seres, que al mismo tiempo puede hacernos mudar hacia un encanto llamativo a la vista de otros.
    Entonces, los rasgos que tienden puentes indisociables coinciden con aquellos que van forjando la desunión.

martes, 28 de agosto de 2012

El Encanto del Erizo


- ¡No me ha reconocido, no me ha reconocido!
- Es porque no la ha visto nunca.

Cuando leí sobre una película que trataba acerca de una persona que trabaja como portera me interesé de inmediato. Es que nunca había visto ninguna, y peor aún, habiendo transcurrido mi vida en edificios, jamás he llegado a conocer bien a ninguno de ellos, si bien no habitaban los edificios como en esta peli.
Sin embargo, aquí nos atraviesa otro meollo...
¿Cuántos prejuicios podemos construir?
¿Cuánta naturaleza adquirimos?
¿Cuántas realidades personales retorcemos en este sencillo acto de imagen y palabra?
¿Cuánto del otro nos atrevemos a opacar?
¿Cuánto nos separamos?
¿Cuánto nos estropeamos, finalmente?
 

sábado, 25 de agosto de 2012

Incluidos



Conteneme como el tronco a los años,
te contendré como los sueños a los traspiés

Ni de los desastres me excluyas,
figurame irresponsable y amame aún ante esta confirmación

Luego quereme más cuando a este maya 
volvamos asequible la perfección de los instantes de amor,
que de tanto anhelar a veces quedo estancada en el intento

No te culpes, culpanos
No nos apesadumbremos, crezcamos en el alma que aprende de la aurora
Al fin y al cabo, la sombra no es más que la cara reversa de la luz,
oscuridad que parece parir todo lo factible 

jueves, 9 de agosto de 2012

A mí también, Mario

[...]

Siempre me aconsejaron que fuera otro
y hasta me sugirieron que tenía
notorias cualidades para serlo,
por eso mi futuro estaba en la otredad

El único problema ha sido siempre
mi tozudez congénita
Neciamente no quería ser otro,
por lo tanto continué siendo el mismo

Otrosí digo / me enseñaron
después que la verdad
era más bien tediosa,
el amor / cursi y combustible,
la decencia / bastarda y obsoleta

Siempre me instaron a que fuera otro
pero mi terquedad es infinita
Creo además que si algún día
me propusiera ser asiduamente otro
se notaría tanto la impostura
que podría morir de falso crup,
o falsa alarma u otras falsías

Es posible asimismo que esos buenos propósitos
sean sólo larvadas formas del desamor,
ya que exigir que otro sea otro
en verdad es negarle su otredad más genuina,
como es la ilusión de sentirse uno mismo

Siempre me aconsejaron que escribiera distinto,
pero he decidido desalentar / humilde
y cautelosamente a mis mentores
En consecuencia seguiré escribiendo
igual a mí [...]
y eso tal vez ocurra porque no sé ser otro
que ese que soy para los otros


Otherness, Mario Benedetti
 ... y no sólo me aconsejaron que escribiera distinto, sino también que viviera distinto,
como si valiera la vida al hundir contra el pecho lo que surge espontáneamente de uno y en cambio, sacar a flote la timidez para evitar que zarpe la humillación, ¿acaso no atenta contra la preciada libertad alguien que se fragua a sí mismo en cada posibilidad dentro de la esfera de las experiencias vivenciadas? Entonces se permite que el resto eleve como condición para convertirse en alguien digno de ser el estar adaptado, como si esto al fin y al cabo no equivaliera a representar la farsa de encarnar aquello que esperan de uno.
Se me ha entremezclado un Juan Salvador.

martes, 7 de agosto de 2012

Bienvenida, Momo

     
     Ojalá todos pudieran conocer a esta niña, y si esta posibilidad resultase tan remota como para esfumarse de la realidad y quedarse a vivir donde los sueños crecen hasta hacerse mayores, que todos al menos podamos alcanzar sus rizos a través del libro, aprendiendo de su peculiar cualidad, una prácticamente ignota siendo que a menudo se la confunde emparentándola con enunciados de juicios y opiniones, la de saber escuchar. Espero que también intuyan que el de la novela es sólo un título, y no repriman fuera los deseos de concretar un abrazo con los encantadores Beppo o Gigi suscitados durante la lectura, o cómo no, los deseos de entablar algún juego con alguno de los niños vecinos... o aún mejor, olvidarse de los caracteres físicos por un rato, y sumirse en una zambullida al interior a buscar a aquél niño que no se perdió del todo, porque seguramente se habrá ido a jugar a las escondidas.
     Presiento que este libro va a convertirse en uno de mis favoritos, de modo que ya comencé a prepararle su refugio en mi mesita de luz. Probablemente su entorno no albergará algún cuadro como el que fue obra del albañil, a causa de mi carencia de aptitudes artísticas (y aquí los lectores de Saint-Exupéry podrán comprenderme), ni (por razones que no precisan explicación) podré construirle un hogar donde circule fuego en materia, pero intentaré transmitirle la calidez de varias emociones.