lunes, 19 de enero de 2009

"El Zumba se colgó del bondi a Finisterre..."

   Nos ubicamos en nuestros respectivos asientos y tras recibir un amable saludo (tradúzcase: subí y dame el pasaje rápido, nene/a) del chofer, llega con andar arrepentido y cabizbajo el vendedor de tarjetas, y hasta que no se acerca lo suficiente y nos sentamos en el asiento correcto, salvándonos de lidiar con alguno que se abrochó a su asiento, afirmando y reafirmando que le pertenece; moraleja para el terco aquel: todos los asientos son iguales, salvo que exista alguna diferenciación por precio.
    Volviendo al vendedor, que ya hace rato está parado justo a nuestro lado y nos muestra entusiasmado su popurrí de tarjetas, no me decido a comprarle porque estas suelen ser de amor y traen impresas frases como "No puedo vivir sin vos sin no estar triste". ¡Un balde de agua para el empalago de cursilería, por favor! Me pregunto: ¿por qué no venden calendarios? Yo ya me pierdo entre los días, necesito uno urgente.
    No terminamos de acomodarnos y ya empieza el que nunca pudo expresarse en el vientre materno a dar patadones que cree que lo colocarán en el próximo Mundial... ¡de karate! Contrario a lo que se cree, no son pequeñas bestias las que propician estos golpes, hay unos cuantos trancos que también merecen el escrache.
Imagen que ilustra la portada del recomendable disco Yield, de Pearl Jam.
    Y por si esto fuera poco, cuando algunos inclinan hacia atrás el asiento (y de paso nos machacan la cabeza cuando buscamos algo en el bolso), dispuestos a tomar un descansito, comienza a escucharse música que nunca coincide con la que nos gusta a todo volumen de su Ipod... "¿Ipod-és bajar un poco el volumen?", los intrépidos que se animarán a preguntar amablemente, quienes a todo esto, tendrán que luchar con el no siempre grato canto del poseedor del objeto fetiche.
    Luego está el celular, desde donde no sólo se pueden oír los más increíbles relatos sin siquiera prestar atención y enterarnos de las más ocultas privacidades, sino que cuando por fin comenzamos a encontrar al menos digerible el reggaeton-to de nuestro vecino, el del lpod, nos interrumpe el cabeceo de sueño algún ruidito proveniente de un mensaje nuevo o de algún choque de la viborita contra la pared.
    Las charletas del viaje son infaltables, las chicas que eligen contarse todo lo que nunca se contaron jamás y de lo que probablemente nunca se acordarán haber dicho, en el colectivo, sin hablar de las risotadas a hemorragias que acompañan a sus chillonas voces. Ni hablar de las parejas que se pelean, fui testigo de un cambio abrupto de asiento a causa de una discordia sobre ruedas.
   Creo que no me olvidé de ningún personaje, o por lo menos estos son los que yo considero los más molestos de los viajes en bondi.

   ¡Esto es to-to-to todo, amigos!


Canción del título: Gualicho, Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota.

domingo, 11 de enero de 2009

"A veces exagero mi humor..."

    Esas carcajadas alborotadas, cuando las lágrimas se me caen a borbotones y lucho por respirar para volver a senerarme, pero el intento es en vano, ya que me tiento nuevamente y con más ganas hasta que me despanzo de la risa.
    Pues bien, este suceso puede volver a darse, ya que alguien de Canal 7 tuvo la genial idea de emitir nuevamente los capítulos de Todo x 2 $ en vivo desde Miami, culpable de algunos de mis desvelos tarde en la madrugada.
    Porque entre tantos Tinellis, Suares y Riales, Samanthas ("toda la noche se la banca...") y Nazarenas (si alguien se acuerda de esta chica, favor de omitir cualquier expresión afirmativa y si no, por la salud de la comunidad, evite hacer memoria) rebosantes de la cultura desfachatada que se nos pretende impregnar desde la sra. Televisión Argentina, hicieron por fin un rescate emotivo y esta vez le tocó a un programa que pudo lograr con un presupuesto mínimo y demasiada creatividad (y de la buena) a través de los guiones de Pedro Saborido y Néstor Montalbano, aportó durante los '90 y pequeña parte de los '00 el condimento perfecto para recuperar el gesto más sano de todos: la sonrisa. Porque nadie puede negar que no se le arrugaban un poco las comisuras de la boca al ver uno que otro videoclip de los de Patricio Contreras, cuando iba "al billar miamor" y te invitaba "vamos al billar, miamor" o se parodiaba ante la exasperación provocada por la aparición del exuberante físico del 'actor' Osvaldo Laport con el redundante "Pero Laport es más fuerte..." y tantos otros.
    Ni hablar del personaje de Fabio Alberti, Coty Nosiglia, cuyo programa Boluda total era un chiste bárbaro, a pesar de que a veces se le escapaba un poco de machismo. "Boluda total, boluuuda boluuuda..." se me viene a la memoria lo que podía enseñarnos esta señora de sonrisa ingenua y el flequillo que caía torpemente a medida que inclinaba su cabeza sobre su rostro, rostro de boluda, claro... (anotación mental: nunca dije ni escribí tanto la palabra boluda): las recomendaciones para anotarse a las clases de casting de teatro dictadas por la modelo Claudia Albertario (la de la publicidad de Personal "¿cómo estoy? ¡wuw!") para anotarse, eh: cómo hacer la fila..., las manualidades, y los anuncios: "la semana que viene, Mariana Arias nos enseña a hacer papel picado" (cualquier semejanza con Utilísima no es mera coincidencia... ¡y te queda igual al de la tele!), la revista a la módica suma de $200-tantos-pesos (de esa época, vale aclararlo) que incluía nada más y nada menos que la vincha-linterna para leer las boludeces a todo momento.
    La pedagoga Irma Jusid, a cargo de Diego Capusotto y su memorable consejo final a los jóvenes: "Cuidate, querete, ojito, ojete". Los excéntricos capítulos de las novelas HP, Yuta Da Silva. Flavio Pedemonti, siempre preparándose para su retorno triunfal al fútbol. El hombre boboooo a las corridas. Y el inigualable trío de Los Carlitos Balá, que oficiaban de presentadores... ¡Ea ea ea pe pe!
    Qué lejos quedaron... más lejos parece... resulta que yo los descubrí tarde, como siempre digo, debí haber nacido antes. Ni la desfachatez de Tinelli, de quien si bien fue productor de este programa, ya puede decirse que es un mutante de sí mismo bajo el denominador común de la TV mediocre, donde se jactaba burlándose de los demás, hoy le rinde culto a las siliconas.
   Volviendo a Capussotto & cía., pudimos recuperar un poco de la risa perdida, gracias a Peter Capussotto y sus videos. Aquí, el actor entrelazaba personajes del rock a material inédito que eran una joyita.
   Lamentablemente, no es gracioso si lo cuento. De verdad, esto sí hay que verlo. ¡Claro que sí, claro que sí!
   Vista la escasa proyección del humor argentino actual, hundido en las excesivas vulgaridades y el doble sentido sobre el que se encuentra anclado, aprovecho la oportunidad de hacer un llamado a la solidaridad: invito al empresario con ganas de invertir unos pesos que esté leyendo mis delirios a que se anime y compre otros programas, tales como Cha, cha, cha, Juana y sus hermanas para darnos y darse una buena sonrisa, de esas que nunca vienen mal.

Dos de mis videos favoritos:
Curso de cordobés de Todo x $2, a cargo de Capusotto

Musicalización de Anthony Queen y su Clericó, también en Todo x $2

Canción del título: Martinis y tafiroles, Indio Solari.