lunes, 19 de marzo de 2018

El hijo de un diplomático que acaba de llegar de Francia escupió en el dorso de una carta y me la pegó en la frente. Riendo a carcajadas me empujaron contra un espejo. Era un arcano del Tarot de Marsella: L'Hermíte, El Ermitaño. Vi en ella mi infame retrato: un ser sin territorio, solitario, transido de frío, con los pies llagados, marchando desde una eternidad en busca ¿de qué?... De algo, fuera lo que fuera, que le diera una identidad, un sitio en el mundo, un motivo por el cual seguir viviendo. «El anciano alza una lámpara. ¿Qué alza mi alma milenaria? (Ante la crueldad de mis compañeros sentí que mi peso era un dolor transportado durante siglos.) ¿Será esa lámpara mi consciencia? ¿Y si yo no fuera un cuerpo vacío, una masa sólo habitada por la angustia, sino una extraña luz que atraviesa el tiempo, a través de innumerables vehículos de carne, en busca de ese ente impensable que mis abuelos llamaban Dios? ¿Y si lo impensable fuera la belleza?»

Alejandro Jodorowsky en
La Vía del Tarot.


domingo, 18 de marzo de 2018

Ambigüedad

El mundo experimental
es demasiado DUAL
para arrogarse de ser
LO REAL.

Tiene que haber,

por NECESIDAD UMBILICAL.
Algo más trascendente.
Algo que infunda el ÁNIMO.





William Blake.

domingo, 18 de febrero de 2018

Socotroco

"Yo hago mi cosa y tú haces tu cosa. 
No estoy en este mundo para llenar tus expectativas. 
Y tú no estás en este mundo para llenar las mías. 
Yo soy yo, y tú eres tú; 
Y si por casualidad nos encontramos, es hermoso".
Fritz Perls.

Una vez...
me dijiste tantas cosas...
que en realidad, creo que no me dijiste...
sino alguna que otra cosa que te atajé significativa
y la subrayaste...
con alguna que otra cosa que hiciste,
correctamente oportuna,
en varias veces...
que no te creí
que no me marcaste el gol
que aún no me puedo creerlo,
involucrarme yo,
en esta situación de sólido afecto.
Para mí.
(Proeza de arco a arco).
Es siempre desde entonces.


(La versión que más te guste)



jueves, 25 de enero de 2018

Le Fol


Necesito, con urgencia inminente, asumir los riesgos de cada decisión que lanzo al mundo.
Comprender que a cada acción pueden sucederle no una, sino consecuencias contradictorias.
No para aturdirme de pensamientos sino justamente todo lo opuesto.
Poder anticiparme hacia aquél resultado que más se ajuste a lo armónicamente posible.
Prevenirme de los desastres que de lo contrario me perseguirán hasta en lo sueños.
Cautela, la carta de la inocente no tiene que jugar más a la ingenua.
Como decía Jung en alusión a Nietzsche, él no quería ser como éste,como una brizna empujada por el viento.


(bicicleta te extraño, verruga espero que te vayas y no vuelvas, examen quiero aprobarte, vida quiero vivirte en alegría, huerta quiero verte en abundancia, amistades los quiero mucho y les deseo lo mejor)

viernes, 19 de enero de 2018

Carta de despedida

Querida 2 ruedas. Su ausencia empieza a imponerse en mi percepción, en mis planes. Te cortaron la cadena y a mí me cortaron las gambas. Ella me había acompañado en el objetivo entusiasmado de volver a correr. 1, 2, y a la tercera vuelta ya no te vi. Ayer era un día proyectado hermoso, como trato de que sea cada uno. En especial porque, ya en carrera, me había sobrepuesto a algunas contingencias, que no tenían que ver con el calor. Si hasta quería escribir “las gambas tocan el bombo del corazón y le hacen pito catalán al dolor de omóplato derecho y a un cerebro que se desalienta a sí mismo”. O algo así. Lo cierto es que quería dejar de correr antes de haber completado la primera andanza de 20 minutos. Casi me convenzo de ello por las molestas sensaciones corporales que no calmaban a pesar de los masajes que me aplicaba.

(Y es inevitable que después de todo ahora piense que tendría que haberme ido sólo para complacer a mi Diablo, depredador interno que no termino de conocer. Porque también podría pensar que en primera instancia nunca tendría que haberla llevado, que no podría jamás dejarla sola. Pero que al menos no fue violento y que quizás el robo me haya evitado tener un accidente. Pero todo esto no es más que una hecatombe de elucubraciones posteriores que no sirven para nada más que para cavarme un foso más hondo de tristeza e impotencia).  

Recuerdo que al principio no confiaba en ella. En primer lugar, no quería admitirla en mi vida por el orgullo de quien “no puede” aceptar regalos. Luego, parecía empezar a desarmarse: no paraban de caerse tuercas del asiento. Los pedales y el canasto se fueron deteriorando durante la primera semana de uso. Al tiempo fue el eje el problema. Luego vino el descubrimiento de que la rueda era inadecuada para ese cuadro, que se trababa. Al tiempo: cambio de cubierta, cambio de rueda. Pero a esta altura, ya la había adoptado, había estrenado mi primer accidente arriba suyo, la había “tuneado”, como se dice ahora, con un guardabarros, nuevos puños además de un canasto bastante croto, por cierto pero que me ayudaba a transportar cosas, y la mayoría de los kilómetros gastados eran parte de la bienintencionada memoria.    

Yo que no me encariño con ningún objeto más que con algunos libros, practicaba el materialismo con la bici. Orgullo de desplazarme a cualquier lado por mí misma. Quienes me conocían, la bici era una de las primeras cosas que sabían de mí. De disfrutar del placer de pasear al ritmo de una suerte de dos alitas, como de las que hablaba Frida. A pesar de todo me doy cuenta de que, si bien a la bici le iba al pelo el símbolo de las alas, aquellas también pueden representar la imaginación, a la pasión, al amor y a la alegría. Amor y alegría, a los cuales juré defender de circunstancias que muy fácilmente podrían habérmelos arrebatado.

Cuando me di cuenta de que no iba a volver a montar la bici, la tristeza empezó a surcarme un tajo enorme desde las solitarias piernas hasta el corazón decepcionado. Pero sobre todo estaban las personas queridas. Que contestaron enseguida, que se ofrecieron en lo mejor de sí: su afecto. Que me pegué la vuelta caminando con ellas. Y cuando llegué también estaba el vecino más piola del edificio para abrazarme con sus palabras.

Opereta del destino, como llamo a ese orden quizás azaroso, quizás sólo incomprendido por más vasto que nosotros mismos. El vecino bajó en el cuarto piso. Yo continué el ascenso rumbo al décimo piso. De repente, el ruidazo testigo del funcionamiento normal del ascensor se había callado. Estaba atrapada en el ascensor, que se había detenido conmigo adentro. Las personas, que son pocas, pero excepcionales, seguían ahí poblándome de presencia cariñosa.

La sed perseveraba. Extrañamente y muy a pesar de todo terminé sacando una sonrisa del pecho. Y respecto a la bici, ojalá que sea aprovechada, nada más. Como siempre lo mejor de todo es que nos tenemos a nosotros. Gratitud no es conformismo. Pude experimentar eso, así como científicamente. Las cosas son accesorios para hacernos más eficiente la vida. Necesarias, por supuesto. Pero el cariño de la humanidad es lo que nos salva. El corazón está remendándose y las personas queridas dieron las primeras puntadas. Gracias. 





¡Oh amigos, dejemos esos tonos! ¡Entonemos otros más agradables y más alegres! Alegría, hermosa llama de los Dioses, hija del Eliseo. Entramos, oh celeste deidad, en tu templo ebrios de tu fuego. Tu hechizo funde de nuevo lo que los tiempos separaron. Los hombres se vuelven hermanos allí por donde reposan tus suaves alas. Quien haya tenido la dicha de poder contar con un amigo, quien haya logrado conquistar a una mujer amada, que su júbilo se una al nuestro. Aún aquel que pueda llamar suya siquiera a un alma sobre la tierra. Más quien ni siquiera esto haya logrado, ¡que se aleje llorando de esta hermandad! Todos los seres beben de la alegría del seno abrasador de la naturaleza. Los buenos como los malos, siguen su senda de rosas. Ella nos da besos y vino y un fiel amigo hasta la muerte, al gusano le concedió la voluptuosidad, al querubín, la contemplación de Dios. Volad alegres como sus soles a través del inmenso espacio celestial, seguid, hermanos, vuestra órbita, alegres como héroes en pos de la victoria. ¡Abrazaos millones de hermanos! Que este beso envuelva al mundo entero! Hermanos! Sobre la bóveda estrellada habita un Padre bondadoso! ¿Flaqueáis, millones de criaturas? ¿No intuyes, mundo, a tu Creador? Búscalo a través de la bóveda celeste, ¡Su morada ha de estar más allá de las estrellas

Letra Oda a la alegría (Beethoven).
Recorte de la peli Hombre mirando al sudeste (Eliseo Subiela).