Se te acerca un extraño. El solitario ha bajado de la montaña, donde se ha recluido a la ciudad, y dice llamarse Zaratustra, de Zoroastro, el religioso precursor en discernir entre el bien y el mal. No es un profeta, a pesar de que utiliza una forma de hablar muy particular a modo de sátira de los textos bíblicos, y a partir de sus experiencias se desprenden sus pensamientos. No es un poeta, aunque sea rebosante de metáforas y haya algunas cuantas canciones. Es un heraldo que vino a comunicar que "el hombre es algo que debe ser superado" porque el hombre es un puente, y no una meta.
Porque el gran astro solar ha subido hasta su caverna, pero a Zaratustra lo ha alumbrado ya bastante verdad supeflua impuesta por el cristianismo y la obsoleta tradición. “-¡Oh! ¿Cuál sería tu dicha si no tuvieras a los que iluminas? Hace diez años que llegas hasta mi caverna y te hubieras cansado de tu luz y de tu camino si no me tuvieras a mí, a mi águila y a mi serpiente”, expresa en el prólogo. Sucede que que esas mieles por las cuales los hombres quedan encantados en el vaho del mundo de las ideas y los valores inherentes a ellas -bondad, belleza, justicia, etc.- no son eternas, sino lo contrario, aparentes (evocando a Platón) y tan pesadas, etéreas, pegajosas que alguien va a someterlas a juicio. Será justamente Zaratustra quien deberá corregir el error que ha cometido. Esta es la muerte de dios.
Hay que mandar a dormir esas virtudes, entonces, falsas y contradictorias propagadas por los predicadores de la muerte, creadores del dios comodón que nos espera desde su nube negra en su paraíso deshumanizado y a los cuales se les atribuye ser los señores de la compasión. Hacer descender a éstos y a los otros monos trepadores apretujados y sumidos en su apretujáis, acuciados por el Estado capitalista moderno y la mediocridad de la cultura occidental, basamento de la sociedad conservadora. Reivindicar el sentido de la tierra, que dará pie a una nueva tabla de valores, esa es la misión que nos propone en la primera parte.
Porque el gran astro solar ha subido hasta su caverna, pero a Zaratustra lo ha alumbrado ya bastante verdad supeflua impuesta por el cristianismo y la obsoleta tradición. “-¡Oh! ¿Cuál sería tu dicha si no tuvieras a los que iluminas? Hace diez años que llegas hasta mi caverna y te hubieras cansado de tu luz y de tu camino si no me tuvieras a mí, a mi águila y a mi serpiente”, expresa en el prólogo. Sucede que que esas mieles por las cuales los hombres quedan encantados en el vaho del mundo de las ideas y los valores inherentes a ellas -bondad, belleza, justicia, etc.- no son eternas, sino lo contrario, aparentes (evocando a Platón) y tan pesadas, etéreas, pegajosas que alguien va a someterlas a juicio. Será justamente Zaratustra quien deberá corregir el error que ha cometido. Esta es la muerte de dios.
Hay que mandar a dormir esas virtudes, entonces, falsas y contradictorias propagadas por los predicadores de la muerte, creadores del dios comodón que nos espera desde su nube negra en su paraíso deshumanizado y a los cuales se les atribuye ser los señores de la compasión. Hacer descender a éstos y a los otros monos trepadores apretujados y sumidos en su apretujáis, acuciados por el Estado capitalista moderno y la mediocridad de la cultura occidental, basamento de la sociedad conservadora. Reivindicar el sentido de la tierra, que dará pie a una nueva tabla de valores, esa es la misión que nos propone en la primera parte.
¿Cuál sería la reacción para alguien a quien esos discursos son como el viento orgulloso que derriba las hojas que cubren los cimientos de su vida? Probablemente, rechazo. Pero esto es porque no comprenden el mensaje positivo que entraña su filosofía: las transformaciones del espíritu dominado de pesada y agobiante carga que transita desde el camello, alcanzando la forma del león ahora en su intento por conquistar la libertad para un nuevo crear, esta vez como niño inocente capaz de escribir un nuevo comienzo, consciente ya de su propia voluntad.
En torno a esta voluntad de poder gira el eje de la segunda parte, es la voluntad más allá del bien y el mal, y la poseerá sólo aquél que logra "mandarse a sí mismo" en lugar de arrodillarse, es que la vida se basa en ensayo y riesgo. La misma, se opone fervientemente a la voluntad de igualdad la cual fue pretendida como un escollo. Herencia del cristianismo y cristalización de las ideas comunistas y socialistas, es visualizada por Nietzsche como una tarántula asesina de los nobles y superiores, cuyo fin es conducir lo original y excepcional a lo ordinario y mediocre.
En torno a esta voluntad de poder gira el eje de la segunda parte, es la voluntad más allá del bien y el mal, y la poseerá sólo aquél que logra "mandarse a sí mismo" en lugar de arrodillarse, es que la vida se basa en ensayo y riesgo. La misma, se opone fervientemente a la voluntad de igualdad la cual fue pretendida como un escollo. Herencia del cristianismo y cristalización de las ideas comunistas y socialistas, es visualizada por Nietzsche como una tarántula asesina de los nobles y superiores, cuyo fin es conducir lo original y excepcional a lo ordinario y mediocre.
Sin embargo, la risa burlona de la clase burguesa lo acecha hasta el sueño y es un preludio de lo que vendrá a continuación: su fracaso lo lleva a emprender el regreso a la soledad -no confundir con abandono- de la montaña. Como leí en otro libro, se aplicaría aquí, "ten cuidado con la naturaleza, que hace pensar".
Todo transcurre en un eterno devenir, todo pasa, se transforma, y luego es destruido para repetir el proceso. Es decir, fuera del tiempo medido cronológicamente hay un eterno retorno, y lo que se repite es el acto creador de cada instante. Sin querer significar que la perfección prevalezca e impere sobre todas las especies. Sucede que es el destino del mundo repetirse eternamente, aunque de poco servirá si los que vienen después se quedan atrás de los últimos hombres.
Me he convertido en acérrima lectora de Nietzsche. Sobre esta obra en particular, puedo agregar que no es ni inextricable ni densa, se trata de una serie de aforismos dentro de una fábula cuyo hilo es tan marcado y late tan fuerte a lo largo de ella que resulta imposible perderse.
Me he convertido en acérrima lectora de Nietzsche. Sobre esta obra en particular, puedo agregar que no es ni inextricable ni densa, se trata de una serie de aforismos dentro de una fábula cuyo hilo es tan marcado y late tan fuerte a lo largo de ella que resulta imposible perderse.
Por otro lado, es una pena que se hable en demasía de otros filósofos, y se conozca poco o absolutamente nada, sobre este profesor de filología clásica, despreciado y minimizado injustamente por haberse atrevido a adentrar en lugares sagrados. Como por ejemplo que en el apunte de la cátedra en la cual cursé Introducción a la Filosofía para la carrera de abogacía, resuman su prolífera obra en un párrafo de 5 renglones. De todos modos, eso lo hizo más interesante para mi curiosidad.
Lo mismo también, me sigo preguntando por qué se lo vincula con tanto fervor al nazismo y existen aquellos que identifican al superhombre con la figura de Hitler, sin embargo yo no lo considero así... sólo porque era alemán y era leído en su país no significa que avalase ciertas doctrinas; por el contrario puede deducirse que sus escritos fueron readaptados para otorgar sustento a un régimen. Aun más, los postuladores de esa teoría están desencajados en el tiempo, puesto que Nietzsche murió incluso antes de haber comenzado la Primera Guerra Mundial. Ahora bien, quienes quieran averiguar sobre la mayor influencia nazi busquen a Rosemberg y encontrarán todos y cada uno de sus fundamentos.
De momento estoy leyendo Siddartha, de Herman Hesse, me está atrapando. Después les cuento.
Lo mismo también, me sigo preguntando por qué se lo vincula con tanto fervor al nazismo y existen aquellos que identifican al superhombre con la figura de Hitler, sin embargo yo no lo considero así... sólo porque era alemán y era leído en su país no significa que avalase ciertas doctrinas; por el contrario puede deducirse que sus escritos fueron readaptados para otorgar sustento a un régimen. Aun más, los postuladores de esa teoría están desencajados en el tiempo, puesto que Nietzsche murió incluso antes de haber comenzado la Primera Guerra Mundial. Ahora bien, quienes quieran averiguar sobre la mayor influencia nazi busquen a Rosemberg y encontrarán todos y cada uno de sus fundamentos.
De momento estoy leyendo Siddartha, de Herman Hesse, me está atrapando. Después les cuento.
"Compañeros de viaje es lo que yo necesito,
que me sigan porque quieren seguirse a sí mismos e ir a donde yo quiero ir".
que me sigan porque quieren seguirse a sí mismos e ir a donde yo quiero ir".
Así habló Zaratustra,
Friedrich Nietzsche
Friedrich Nietzsche
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