[...]
Siempre me aconsejaron que fuera otro
y hasta me sugirieron que tenía
notorias cualidades para serlo,
por eso mi futuro estaba en la otredad
El único problema ha sido siempre
mi tozudez congénita
Neciamente no quería ser otro,
por lo tanto continué siendo el mismo
Otrosí digo / me enseñaron
después que la verdad
era más bien tediosa,
el amor / cursi y combustible,
la decencia / bastarda y obsoleta
Siempre me instaron a que fuera otro
pero mi terquedad es infinita
Creo además que si algún día
me propusiera ser asiduamente otro
se notaría tanto la impostura
que podría morir de falso crup,
o falsa alarma u otras falsías
Es posible asimismo que esos buenos propósitos
sean sólo larvadas formas del desamor,
ya que exigir que otro sea otro
en verdad es negarle su otredad más genuina,
como es la ilusión de sentirse uno mismo
Siempre me aconsejaron que escribiera distinto,
pero he decidido desalentar / humilde
y cautelosamente a mis mentores
En consecuencia seguiré escribiendo
igual a mí [...]
y eso tal vez ocurra porque no sé ser otro
que ese que soy para los otros
Otherness, Mario Benedetti
... y no sólo me aconsejaron que escribiera distinto, sino también que viviera distinto,
como si valiera la vida al hundir contra el pecho lo que surge espontáneamente de uno y en cambio, sacar a flote la timidez para evitar que zarpe la humillación, ¿acaso no atenta contra la preciada libertad alguien que se fragua a sí mismo en cada posibilidad dentro de la esfera de las experiencias vivenciadas? Entonces se permite que el resto eleve como condición para convertirse en alguien digno de ser el estar adaptado, como si esto al fin y al cabo no equivaliera a representar la farsa de encarnar aquello que esperan de uno.
Se me ha entremezclado un Juan Salvador.