Parias de su propia tierra. Pueden contarse varios relatos sobre el bestiario que, fuera de Europa, dios sabe por qué diablos puso a vivir en África hasta que un puñado de reinos le encontró razón de ser, y comenzó a devorarla por la boca del tráfico negrero. Las potencias del norte sellaron su destino, sirviéndose del continente a su gusto durante la era de la paz armada que desembocó en la guerra de 1914, y completaron su tarea, heredándole armas para la provisión de golpes de Estado y guerras civiles como compensación por los recursos naturales que pululaban, como lo hacen ahora las panzas hinchadas de hambre y familias quebrantadas. Afirma Eduardo Galeano en Espejos, "ninguna guerra tiene la honestidad de confesar: -Yo mato para robar", de este modo son disfrazadas de étnicas, religiosas o culturales, para ocultar el carácter económico innato que persiguen estas matanzas. Es que resulta menos desgastante hacerse del poder debilitando e irritando al oponente, que enfrentarlo abiertamente.
En este contexto, Lágrimas del Sol (Tears of the sun) escribe una historia ficticia, la de la doctora Lena Kendricks, quien a pesar de la muerte de su esposo decidió permanecer en Nigeria dedicada al cuidado de un grupo de enfermos refugiados de un conflicto que ya ha derrocado al gobierno, y amenaza con destruir a gran parte de la población.
De este modo, es enviada una misión de la Marina proveniente de Estados Unidos, con el objetivo de rescatar a dicha prestigiosa médica interpretada sin esfuerzos por Monica Bellucci, cuyos planes son, sin embargo diferentes a los del teniente Waters, encarnado por Bruce Willis, pues ella se rehúsa a abandonar el lugar sin asegurarse de que podrán trasladarse a un territorio seguro, después de haber cruzado la frontera a través de una frondosa selva.
En este sentido, el teniente Waters se verá en la disyuntiva de tener que cumplir con lo encomendado por su oficial en jefe y no sólo acceder al pedido de Kendricks, sino también involucrar a su equipo de militares en una guerra, cuya brutalidad y desamparo ya tomó parte de ellos mismos.
La película goza de logradas tomas en impresionantes paisajes, que de cierto modo intentan representar la belleza de la tierra africana, a la vez que sustentan la aseveración de Galeano, tiznada sólo por la violencia derramada. Por otro lado, los momentos emotivos están bien captados, incluso en Bruce Willis no desentonan con su papel de militar. Se tiene claro de que se encuentran dentro de la lucha armada y no queda otro camino que continuar hacia adelante, o de otra manera, esperarán a la muerte. En contraste a algunas críticas que he leído, esta vez no me resultó exagerada la impronta hollywoodense, más aún teniendo en cuenta que la película data de 2003 me impactaron las escenas con granadas y explosivos arrojados desde los helicópteros, encaminándose al desenlace. Asimismo, tampoco fue delineado el personaje de Bruce Willis en torno a un mesías (y esto es un hito en lo que respecta a las grandes producciones bélicas), en cambio me pareció más una persona real, con sus fortalezas y falencias.