"Persuadiendo al otro de que tiene lo que puede completarnos,
nos aseguramos precisamente de que podremos seguir ignorando qué nos falta".
Jacques Lacan, seminario 11, clase X.
"This is love, this is porn"
Damien Rice, I remember.
"Gozar, es tan parecido al amor.
Gozar, es tan diferente al amor".
Charly García, Fanky.
nos aseguramos precisamente de que podremos seguir ignorando qué nos falta".
Jacques Lacan, seminario 11, clase X.
"This is love, this is porn"
Damien Rice, I remember.
"Gozar, es tan parecido al amor.
Gozar, es tan diferente al amor".
Charly García, Fanky.
Pensamientos acerca de él acechan mi sistema
circulatorio.
Las estrellas de esta noche me remiten a aquella otra
noche radicalmente extemporánea.
Prístinas y más imponentes que las nubes detrás de cuyas
siluetas fulguran.
Él, que de repente se aprestaba a tomar parte y se acomodaba
en mi balcón,
que me advertía que no íbamos a tener sexo
mientras hundía su
nariz morena en una copa de vino tinto.
Su cuerpo, que pese a todo yo le escudriñaba con sigilo,
sobre el cual bailaba alguna camisa elegante
que solía
usar a manera de uniforme, sobre alguna remera
Era extraordinariamente notable, como a ese cuerpo todo
le quedaba tan acorde
Incluso la arrogancia que solía escapársele, quiero creer
yo, siempre sin querer
Gestos enajenados que yo lo abrochaba como perteneciendo
a algo que se me figuraba como de una belleza digna de valía
Él que se obstinaba en querer evidenciarme cómo yo le endilgaba atributos a mi capricho,
Él que en otras ocasiones se esmeraba en mostrarse como
ejerciendo la más piadosa humanidad.
Nuevamente, su cuerpo…
Cómo sus manos curtidas envolvían las mías,
cuando me
decía lo que yo escuchaba como una declaración de aproximación asumida.
Su cuerpo sobre el mío después de los casi 6 meses que duró
nuestra abstinencia mutua no consentida.
Ese semblante de guerrero sensible que me atravesó tanto,
en sus abrazos de embriaguez cariñosa,
en su cruce hacia mi sexo cuando eyaculaba
sangre menstrual.
Era puntual, venía una vez al mes,
Brindábamos con fluidos corporales, se llevaba algunos
ajíes y me dejaba el calor.
Pero siempre fue mi orgullo de mujer herida, la que quiso
amarrar su perversión a mi cama.
Todavía me parece verlo por ahí.
Últimamente se me
presenta en sueños.
En uno de ellos se lo llevaba la policía y desperté angustiada.
Mal que me pese, lo que me daña me cautiva y me desborda.
Y aunque le haya sustraído mi vida a su influencia,
lo sigo
teniendo plantado a una maceta.
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