sábado, 1 de octubre de 2011

What the fuck is this world?!

   Pearl Jam, fuiste pionero en sobreponerte a las estafas que el monopolio Ticketmaster imponía a los precios de las entradas a recitales. Afrontaste un juicio, y con él, llevaste a los estrados el reclamo de numerosísimos melómanos, y te supiste encauzar tan paciente como decididamente en torno a tu postura pese a las peripecias que a menudo tendrá una banda que deberá empezar a organizarse en forma independiente. No te desesperaste, aunque el proceso certeramente iba a ser tedioso, y muchos de sus planteos, se encontrarían rozando el límite del absurdo; quien haya tenido oportunidad de ver escenas de las audiencias sabe en verdad acerca de lo que estoy hablando.
   Si esperaba algo musicalmente desde hacía casi 6 años, luego del recital en Buenos Aires cuando comencé a prestarle oído a su música, era definitivamente su regreso. Durante ese tiempo, me hice aficionada de la Internet y descargué todos sus discos hasta que empecé a trabajar, entonces pude completar mi propia colección con los originales, como también a mostrarme doblemente plasmada pues no podía creer el arte que escondían dentro de ellos. La semana pasado pude ser una entre muchos espectadores que tuvo el  placer, goce, agrado, la satisfacción (... y cantidad de sinónimos) de apreciar a una de sus bandas favoritas en la pantalla gigante del cine. Sin embargo, pareció difuminarse detrás del fragor de las canciones y la imponente sucesión de imágenes inasequible aun para la velocidad de un latido mortal, sólo formando parte como una curiosidad más que componía el documental de Cameron Crowe. Lo mismo que su rebeldía, se perdía ante la magnanimidad de Pearl Jam esta gesta, la cual como remando sobre la cresta de una gran  ola de aquellas que aventuraba surfear Eddie Vedder, una vez encabezaron y hoy los arrasa. Y a mí me arrasó tanto que quedé profundamente decepcionada... aunque existan cosas más importantes que ésta, reconozco que siempre va a haber algo más importante, de acuerdo a quien mire, pero no por esa razón menos valioso, y la música está ligada a mi vida de una manera ineludible.
   What the fuck is this world!? que quedamos reducidos al ultra-capitalismo reinante, el cual nos desarma mediante el modo que pueda abordar (cualquiera) sin distinción y con tal desparpajo que osa en dar el jaque en la representación más genuina, pura y diversa que el ser humano ha soñado alguna vez crear, como es la cultura, y dentro de la misma, el arte.
   Si bien lo lamento, y lo lamentaré y seguramente me arrepentiré, no puedo permitirme asistir a un recital de una banda que avala que el sector popular, destinado a quienes no les importa traspirar ni compartir el espacio con otras personas con tal de estar cerca de los músicos viviendo colectivamente la euforia del recital, sea arrebatado en su esencia fraccionándolo tan groseramente que de hecho existirán tres campos. Que lo justifiquen bajo la excusa que quieran esgrimir: inflación, que están más vejetes y viven de su música, que las ventas de discos han disminuido con respecto a otros tiempos y en consecuencia sólo los recitales resultan rentables, que algún famoso no gustoso en demasía del tumulto sudoroso pueda retocarse el maquillaje o acomodarse su cabellera, o que durante la era del tweet resulte inevitable no poseer un celular con Internet (obvio, gordi) entre manos para tipear en tiempo real la frase más ilegible, cuanto más ilegible, mejor como: Ke bno ke sssta el cantante!!! Q lo tiren a la hinchada @recital de pearl jam (no escribo más grosero porque no me atrevo), pero yo no voy a permitir que me discriminen con mi consentimiento. Así como mayor poder adquisitivo no equivale a un mejor fan, tampoco comparto el "doble discurso".


Would you hit me?
Would you hit me?
Porch, Pearl Jam.

3 comentarios:

  1. Comparto esta página de Facebook, por medio de la cual se está organizando una iniciativa bastante importante con el fin de detener estas usuras en los recitales: http://www.facebook.com/pages/Vamos-por-la-ley-de-no-al-VIP-y-Fijaci%C3%B3n-del-precio-maximo-para-el-campo/228512033856256
    ¡Vamos a derribar los vallados!

    Saludos.

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  2. que MALISIMO eso del campo vip, me saca, ME SACA, muy malo, quiero el campo como corresponde y la platea donde corresponde, que es eso que cobrar miles de pesos un asiento de mierda?! muy de acuerdo con vos en todo lo escrito..

    Saludos!

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  3. Sí, es una ofensa terrible la que nos hacen a los amantes de la música, y a la música misma. Nos sitúan en la disyuntiva de quedarnos con las ganas de cautivarnos, conmovernos, delirarnos, liberarnos, regocijarnos, regodearnos, transpirarnos de la música que nos completa el alma, o conseguir (por medio de algún acto mágico que involucre duendes, seres de otras realidades y algún genio de una lámpara) ir y aceptar que el arte seguirá formando parte de este maldito mercado que pretende inmiscuirse y regir cada intersticio de nuestras vidas... Lamentablemente, mientras algunas personas no dejen de comprar esos sectores, las diferencias continuarán existiendo y ahondándose, y no sólo habrán desnaturalizado por completo el campo popular, sino también la sinergia que caracteriza a los recitales.

    Saludos.

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