¡Qué dicha la de poder concretar en acciones aquello que a uno le inspira! Y comprender, estudiar lo que ha sabido cautivar a mi pensamiento durante tantos años. Qué inmensa amenidad cuando se percibe que aún dentro de un salón lo bastante poblado uno puede hallar su lugar. Qué grato fue descubrir al llegar que el aula anidaba a un lector de 1984, concentrado a pesar del yeso alrededor de uno de sus brazos. Y fabricar un refugio recorriendo tus añejos pasillos. ¡Qué placer que en nuestro primer encuentro me hayas propuesto comenzar con Filosofía, facultad! ¡Qué ansias de textos!
Esta decisión cuyo llamado no podía seguir ignorando, hoy comienza a materializarse en carrera y a formar una gran parte comprensiva de mí. Por eso, a través de una lengua cuyas palabras recibo tan cargadas de profundidad y vitalidad que adquieren un significado más sensible para mí, quiero desearme un “ágætis byrjun”, que en islandés quiere decir “un buen comienzo”.