martes, 2 de agosto de 2011

What a Wicked Game

   El silencio dejó de ser su refugio sostenido. Fue tan combativa que resistió hasta el cuerpo... sus manos, sus pies... su cabeza. Pero cuando las palabras maduran hasta adquirir peso propio, como gotas de lluvia ansiosas por salir a la luz, ya nada las impide, cumplen su naturaleza y comienzan a precipitar.
   Nunca, nunca lo hubiera deseado así... no de nuevo. Sin embargo, la calma la había expulsado por completo. Ella necesitaba un cambio, y lo que tenía en claro era que este cambio esta vez tendría que ser radical, atravesando su médula y preguntándole a sus sentidos, tenía que quebrarla en dos, tres o en mil partes, pues como lo supo Herman Hesse a través del lobo estepario estamos compuestos por millones de yos que nos definen, más allá del rótulo que se atreva a calificarnos momentáneamente. Ella también lo comprobaba, que de su amoldamiento radicaba su rígida y gruesa estructura, como si le hubiesen reducido dos tallas sus zapatillas, y le costase sentir los pies. Embebida en un ensueño que creía vida sólo porque podía respirar, porque estaban involucrados libros y unas cuantas  personas, y al fin y al cabo era lo único verdadero que tenía. Quizás porque su frágil epidermis se había acostumbrado a las manos amigas sin discernir los rasguños, y de nuevo lo único que la abrazaba era su condescendiente estructura.
   ¿Pero qué ocurriría con este muro inexpugnable que ella, con tanto esfuerzo, había erigido? La verdad, es que no soportaría un ladrillo más, una hendidura más por ver su espalda surcada de pesadumbres. Si el tiempo también es hoy, ¿cuándo se animaría a disfrutar? Si lo que esperaba ansiosamente es el futuro, ¿lo que hacía antes entonces no valía la pena, a no ser supeditado a ese tiempo tan incierto y lejano? ¿Ese resto debía ser valorado acaso como el camino hacia la meta? ¿Cuál era el objetivo real? ¿Y cuándo se empezaba a vivir? ¿Y cuándo se podía volver a desear?
   Duele, no me negaré a confesarlo, desde lo profundo de los nervios que dirigen nuestros sentidos, duele en el corazón que tiene que latirlo y a la vez digerirlo, y luego en las palabras que tienen que dar las explicaciones. Sin embargo, no aflige tanto por el maldito tiempo que los cuervos le revoloteen, sino porque perdió aquello en lo que creía, y pesa sobre ella la carga de cavilar sus valores, acomodándolos ahora al goce de no perderse ni un detalle más de su vida. Jamás se negará a enamorarse.
   Similar a un rompecabezas, sólo que ahora no basta con reordenar, sino también deshacerse de algunas piezas cuyos extremos, principios y finales no consiguen encajar. Después de todo, ella ya había elegido con qué habría de quedarse. Y seguramente sea como plasmó Nietzsche en Así habló Zaratustra: "debes estar preparado para arder en tu propio fuego, ¿cómo podrías renacer sin antes haber quedado reducido a cenizas?".


What a wicked game
"What a wicked game to play,
to make me feel this way.
What a wicked thing to do,
to let me dream of you.

What a wicked thing to say.
You never felt this way.
What a wicked thing to do,
to make me dream of you.

And I don't want to fall in love,
this world is only gonna break your heart".


Qué juego perverso
"Qué juego perverso por jugar,
para hacerme sentir de este modo.
Qué cosa perversa por hacer
para dejarme soñar contigo.

Qué cosa perversa por decir,
vos nunca te sentiste de este modo.
Qué cosa perversa por hacer,
para hacerme soñar contigo.

Y yo no quiero enamorarme,
este mundo sólo va a romper tu corazón".

Wicked game (Juego perverso), Chris Isaak. Aunque a decir verdad, me gusta más la adaptación de esta canción realizada por la banda finlandesa H.I.M.

2 comentarios:

  1. A ese "Juego perverso" todos lo jugamos, a veces invitamos a jugarlo, otras somos invitados, y un corazón siempre se rompe, es inevitable y todo sigue el juego no se detiene, creo esta en el ser humano y su naturaleza, o en la naturaleza de algunas personas.

    Me gustó mucho tu texto y la frase de Nietzsche es genial, es de mis favoritas.

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  2. La eterna dicotomía entre el querer y el deber, tan inherente a esta actualidad. Sobre nosotros llevan a cabo sus batallas y caen sus muertos.
    Friedrich Wilhelm, siempre firme junto al blog, aportándole una mirada más positiva.

    Gracias por seguir visitando los textos.

    Un abrazo.

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