Empezamos de menor a mayor, a las 17 hs. (cuatro de la tarde, presi, cuatro de la tarde...) del sábado, haciendo el ingreso al Club Ciudad de Buenos Aires junto a representantes de todas las modas existentes, si bien diferentes, todas respetando el look "elegante sport" con la vincha-corbata acorde a la consigna del Personal Fest, y lo más importante, dispuestos a convivir sin problemas. La moda: otro capítulo interesante de aquello que nos rodea para analizar en este blog, pero eso no será parte sino de otra próxima publicación.
En la visita al escenario cubierto, me encontré con una muy-muy-muy chic Deborah del Corral. Mucha moda, pero poca onda sobre el escenario, y se mostró dura para tocar la guitarra.
Al salir a tomar un poco de aire debido al calor que hacía, y sobre todo, un necesario respiro para los oídos, llegué al escenario principal, donde se preparaba para tocar nada más ni nada menos que ¡¡¡Leo García!!!. Sí, el mismo de "¿Sabrá tu novia que escuchamos Morrisey?...", esa canción se me iba a quedar pegada, yo lo sabía. De su música, no puedo hablar porque las letras no me transmiten sensación alguna, pero destaco su fuerza de voluntad y esfuerzo para provocar alguna reacción en algunos de los individuos que se acercaron al escenario... hasta tuvo que hacer un tema de Cerati. Sí, con "ohhh" incluido.
Fue entonces cuando me dispuse a tomar asiento en un cordón del Club Ciudad de Buenos Aires, mientras veía pasar a individuos representantes de cada una de las modas existentes: todo un espectáculo, cuando camuflados por los sonidos de García (Leo, valga la aclaración) sonaba un reggae que invitaba a seguirlo en un escenario más alejado, al aire libre, y entre los árboles. Fue el último tema, pero se disfrutó, buena banda y sin los estereotipos comunes a las de su género, lo que me pareció original.
Emanuel Horvilleur se despedía del escenario principal, al tiempo que aguardábamos la llegada de The Mars Volta en el que estaba enfrente, más pequeño y con menor sonido. Me sorprendió gratamente esta banda, que suena a Led Zeppelin, pero se trata de un rock más progresivo y de variedad instrumental. El cantante me recuerda mucho a Robert Plant por su voz, además de por sus rulos largos, aunque éste se muestra más inquieto y hambriento de los tubos de iluminación del escenario. Muy bien acompañado por el guitarrista, quien debe tener mucha influencia del gran rey Jimi Hendrix, daba la impresión cuando tocaba de que iban a estallar las cuerdas; el baterista, también emanaba pura energía de sus palillos.
Hasta ahí ya habíamos zafado la entrada: no me arrepiento para nada de haber ido un rato antes, ni pasar una tarde agotadora de calor, junto a algunos extraños personajes con tacos y carteras salidas de los boliches más "taaap" de Buenos Aires, Horvilleur, García -Leo, aclaro nuevamente por las dudas, ¿vio?- porque tuve la posibilidad de ver a Cerati corriendo, huyendo de las cámaras que lo perseguían... Eso es un chiste, claro, ahora llegaba la hora de la verdad...
Muy puntual, tal como se venían desarrollando todos los recitales -o al menos los que presencié- y con una puesta en escena increíble, delante de imágenes en video sincronizadas y editadas en el mismo momento del recital, apareció la banda que aunque escucho frecuentemente, recién un par de semanas antes me decidí enteramente de ir a ver, y por lo cual volvería a pagar nuevamente: R.E.M.
"Los años pasan, nos vamos poniendo tecnos". Hace poco más de 30 años que se integró la formación norteamericana, y la voz del "simpático líder" -como describía el "tan conocedor" sobre asuntos de la música Bebe Contepomi al cantante- Michael Stipe permanece intacta, así como sus movimientos, al ritmo de la guitarra, y bajo que completan este grupo, y se encargó de traernos un rock más acelerado, haciendo valer el título del nuevo material que presentaron: Accelerate, con el cual regresaron al país desde 2001.
No puedo dejar de referirme a las críticas destinadas a Bush en más de una canción, las cuales sumadas a las propias palabras de Stipe y la proyección de material audiovisual se convirtieron en sostén para las arengas excesivas al candidato presidencial Barack Obama, que para mi disgusto en muchas ocasiones condujeron a la politización del recital. Sin embargo, el mismo estuvo repleto de momentos que me confortarán al rememorarlos, como el pasito de baile contra la pantalla, el smosh de Michael, el clásico "oh, oh, oh, oh, oh" intercalado por el "ole, ole, ole, ole... Miguel, Miguel" (solamente faltó el personaje de Capusotto con su "Cañoncito ooo ooo"), las emociones encontradas en To the one I love la rondita de Let me in y los clásicos Everybody hurts y Losing my religion, todo produjo una respuesta en el público muy bien captada por la banda, que demostró que sabe decir más que el "Muchas gracias" tan repetitivo y cansador de los Kaiser Chiefs -otra banda que tocó en la misma fecha- cuando devolvieron el cariño de la gente en español y con un mensaje que se vio en la pantalla gigante de "Aguante, Argentina" antes de los últimos 3 temas del show. Un recital que será inolvidable, superó notablemente mis expectativas (y eso que esperaba demasiado de esta banda), y puedo afirmar que vi a uno de los mejores grupos de la historia del rock al que doy gracias que continúe innovando para deslumbrar en los escenarios de todo el mundo, pero sobre todo de acá, eh...
"... and i feel fine!"
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