miércoles, 18 de enero de 2012

El pobre


    A él no le preguntan si hoy se sintió bien, cuánto se rió, si abrazó con fuerza o si en su imaginación pudo dibujar un sueño.  
    A él lo suponen en términos económicos, ya que su existencia radica en el punto de vista ajeno.
    
    A su nombre se lo dio el desprecio. 
    No interesa a los diarios su opinión, por él hablan las estadísticas y los expertos,

    que en las universidades o las escuelas de la tradición lo comprende descarnado,
    y cuando la ciudad los reúne en el mismo sitio la mirada ofrecida es la del soslayo.

    Mientras tanto, él rebota de lugar en lugar hasta hallar uno donde al fin no opaque la vista,
    porque cerca habita la miseria ostentosa que se disfraza de lujo. 

    Mientras tanto, él transita cargando su hogar adherido al cuerpo
    y su vida como mayor tesoro.

    Mientras tanto, el resto sigue de largo porque tienen que continuar acumulando
    y él espera, con medidas de las que el tiempo no comprende.

    Cuando posa sus manos entre el aire, ¿qué espera?
    ¿espera por tus monedas, por un trozo de tus alimentos, por un sorbo de tus bebidas?

    ¿Sólo su bolsillo deshilachado... sólo su estómago espera? ¿No sintieron alguna vez acongojarse el corazón buscando migajas de
    afecto que la mirada del egoísmo hizo pasar por robo?
    pero... ¿cuán ciego, cuán pequeño, cuán pobre tiene el corazón quien anda escatimando amor? 

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