miércoles, 25 de enero de 2012

El conocimiento que duele

    Si quieres ser escritor, escribe, aconseja el griego Epicteto. Sí, quiero ser escritora, pero esta vez no quiero escribir, más bien quiero escupir, escupirles a los traidores de la humanidad mocosa e insolentemente, ellos saben quiénes son. Por eso, hoy no me preocupo demasiado por la redacción y dejo de lado la prolijidad, no por ello desdeñando la coherencia. Porque saber que entre 1914 y 1918, y luego de 1935 a 1949 se desarrollaron dos guerras mundiales, conociendo también su devenir en la situación actual es una morbosidad. Sé que una vez escribí en este mismo blog que estaba ávida de conocimientos. Pero de veras hay conocimientos que me hacen pensar tanto que me duele. Hoy el conocimiento se ha convertido en una mochila pesada con la cual debo cargar, desde que considero que el hecho de conocer tendría que desencadenar en quienes conocen una responsabilidad frente a aquello que están conociendo de la cual se derive una motivación no sólo por entender sino por exteriorizar luego esa comprensión interna trasladándola al hacer. Mirar documentales sobre el genocidio que saquea y arrasa extendiéndose en África sin que nos invada una fuerza desconocida, ilimitada por querer levantarse contra los verdaderos miserables del mundo implica complicidad. Al fin y al cabo fue una circunstancia la que me hizo nacer en esta época en Argentina y no, durante la guerra de Taiwán.
    Hoy el teatro en que se ha transformado la política sujeta por la economía mundial no me produce más que reticencia, las razones que me indujeron a molestarme por carecer de tiempo suficiente para poder leer los diarios son las que hoy me hacen aborrecerlos y en cambio poder disfrutar de la (mal denominada) ciencia ficción en lugar de que los medios masivos me inyecten sus dosis de realidad, las cuales me rehúso a que se intercepten en la mía.
    Sabemos que siempre podemos acudir a la historia, materia mediante la cual podemos hacer el ejercicio de la memoria para evitar que ciertos hechos no sucedan con posterioridad. De ser esta su función social, ¿entonces no deberíamos replantearnos qué clase de historia le están enseñando al pueblo? Acaso si a la historia la escriben los vencedores, ¿cómo es posible que no prevalezca una interpretación subjetiva totalizante de los acontecimientos en contraposición a la magnitud de los hechos fácticos? ¿Cómo es posible que se acepte una sola visión? ¿Es que no se dan cuenta que las lecciones de la historia que repetimos alguna vez en la escuela como papagayos no tienen sostén? La historia misma nos permite recurrir una y otra vez a ella para demostrárnoslo, la historia misma nos lo restriega en la cara.
    Si el hecho de que ciertos conocimientos me duelen, me apena la dependencia de muchas personas cuyas vidas se encuentran ligadas de modo tal a la matrix que no podrían vivir fuera del sistema. En palabras de George Orwell “hasta haber adquirido conciencia no se rebelarían y no pueden adquirirla sin rebelarse antes”. Claro que no me aflige por igual que aquellos quienes tienen al sistema exprimiéndoles hasta la última gota por mantener su dominio. Ahora, no es que sea derrotista, porque vivo cada día formando parte del grupo de los locos de la minoría. Además, sé que sola se pueden iniciar cambios pero no, continuarlos para hacerlos crecer, para eso es preciso contar con apoyo, y paralelamente, este sistema ya cuenta con siglos de establecimiento simbiótico y de ventaja.
    Después de todo, ¿cómo no sentir vergüenza propia cuando la guerra es la paz en Estados Unidos, siendo Obama ganador del premio Nobel de la paz mientras es el presidente que hizo posible numerosísimos enfrentamientos bélicos? Claro, pero ahora los criminales somos quienes decidimos adquirir en Internet una visión más amplia de la actualidad que nos ofrecen los medios convencionales. ¿Cómo no sentirme agraviada yo misma en vida, tomando el lugar de Orwell cuando un reality televisivo lleva por título al personaje de uno de sus libros... y aun más, que muchas personas sólo conozcan el programa y jamás hayan oído acerca del libro? Porque ni pensarlo que podría integrar la lectura obligatoria de un programa de estudios escolar. Pero ¡no, ni pensarlo! Él definitivamente él fue un visionario, la ignorancia es la fuerza. Y finalmente, la libertad es la esclavitud si los mismos medios que imparten los dogmas que las personas deben digerir (además de la educación y las religiones) a través de diarios o canales televisivos son aquellos que hoy se encuentran reclamando la libre expresión mientras en contraste, cada día que transcurre podemos comprobar que la única libertad que rige es la de consumo, donde a mayores posibilidades de acumular, entonces mayores posibilidades de permitirse la satisfacción otras libertades fundamentales. Por supuesto, no me refiero a la meta a alcanzar un celular que se jacta de inteligente, aunque carezca de la capacidad de razonar y en nada se asemeja a nosotros, sino a aquellas que permiten el crecimiento, la superación personal y la adquisición de una identidad, entre las cuales podríamos dar una cuenta incontable de ellas, como una alimentación saludable rica en nutrientes en lugar de químicos que el organismo nunca previó para nuestro desarrollo, aire desprovisto de contaminación, salud orientada a la prioridad de la sanidad del organismo en lugar de cuentas de dinero, a la construcción de una vivienda que sintetice el espacio donde queremos impregnar nuestra identidad, cultura para evolucionar mental y espiritualmente.
   ¿Pero hasta qué punto se ven remplazadas y resignadas las horas de disfrute por las horas de trabajo que conducen a la satisfacción de estas metas? ¿Y el cansancio físico y mental del trabajo abusivo que inclina a la superficialidad del divertimento chato? Nos va muy mal en matemática si se cree que puede recuperarse en un período que siempre resulta breve de vacaciones cuando durante el resto de los días se trabaja de día a noche. ¿Acaso la política nos convoca alguna vez a los ciudadanos comunes y corrientes a discutir los temas que realmente le atañen a las poblaciones? ¿Por qué nos vemos coaccionados a aceptar medidas que no hacen más que vulnerarnos y humillarnos? Y luego tienen el descaro de llamarnos a votar cada cuatro años (y en Argentina como en otros países, obligatoriamente), es que en eso sólo se basa la democracia, en la apariencia del voto popular y la ilusión de que existen candidatos dispuestos a representar a las poblaciones. Los valores están completamente invertidos, eso está claro.

“¿Dónde usás los dientes, mi amor?
Clavados en el cuello por hoy
(mientras bailamos tangos fatales)

El tango que ocultamos mejor
(del que preferimos no hablar)
es el que nos tiene anarcotizados.

Vivir sólo cuesta vida.
¡Ahora! ¡Ya mismo! Puedo ajustar un guión de ropa sucia.
Ropa sucia, ¡fuera! ¡Ahora mismo!

Andás dando guerra y temblás,
gastándote en relámpagos
(tu estómago gruñe como enjaulado).

Tu gracia mete miedo mi amor.
Dejo de beber tu licor,
que huele a tormenta de viejo estilo.

Vivir, sólo cuesta vida
¡Ahora! Ya mismo! Puedo ajustar un guión de ropa sucia.
Ropa sucia, ¡fuera! ¡Ahora mismo!”.

Canción: Ropa Sucia, Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota
Fotografía: película La Jetée



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