jueves, 25 de diciembre de 2008

El Indio Solari (y Claris) en La Plata

   Damas y caballeros: con uds., los Fundamentalistas...”.
   No, no, ¡perdón! Con uds., ahora así, después de algunos berrinches informaáticos y mediante computadora prestada, la crónica del último bondi a La Plata.
   Ladren lo que ladren los demás. Algunos dicen que soy fanática. Pero a mí no me gustan los extremos, a mí me gusta la música, y hay música que me conmueve y que amo.
   Porque un sentimiento muy poderoso puede atraer y movilizar a tantos lunáticos viajantes dispuestos a seguirlo a donde vaya, sin importar inclemencias del clima o cuán lejos sería el próximo destino. El Indio elige el lugar, dejaba ver la inscripción en una bandera.

   2860 aproximadamente, la cantidad de kilómetros recorridos en total desde que la indiada invadió Jesús María, descontado mi faltazo a Tandil casi 3 meses después, y haciendo escala en la ciudad de La Punta, en San Luis para arribar finalmente a la histórica cumbre "redonda", donde muchos se pierden, pero una vez se encontraron los creadores de la banda que sigue protagonizando los momentos agradables, y no tanto de nuestras vidas.
   El viernes 19, mientras el mal tiempo amenazaba el cierre de la gira, venían a mi mente cada uno de esos trips y fiestas únicas e irrepetibles. ¿Cómo olvidar y no quedarse boquiabierto de la emoción al ver la plaza colmada en la ciudad cordobesa? Y la insospechada San Luis, en el mismísimo medio de la nada, literalmente hablando.
   Los equipos de música en las calles de La Plata, al son de las bandas y la murga de las mamás Porco, los vecinos hospitalarios, quienes nos invitaron a reposar al reparo del calor en las veredas de sus casas bajo algún techo o árbol, la señora que atendía nuestro incesante y desolador pedido de agua cada 15 minutos, los choris de los chicos... ¡¡¡el sol cocina lento y ellos caminaron una hora en busca del tan necesario pan, es que tampoco había ni ketchup ni nada (nada de alcohol)!!!
   Todo, para que fuera a parar directo a las retinas. Tan grata y encantadora fue la recepción que quedaron tirados en la ruta del ingreso a Buenos Aires los nervios del mal augurio de la rotura con posterior cambio de colectivo de la empresa disquera Locuras, previa intervención del sr. Soborno a unos cuantos uniformados que miraban acechantes del otro lado de las ventanillas.
   Anaeróbicos llegamos, hambrientos de música, también y de choris, claro.
   Esta vez pareció más largo el día, quizá porque era el último encuentro y queríamos disfrutarlo como tal, porque nos había anunciado el propio Indio que el año que viene cambiará estadio por estudio para grabar su nuevo material, aunque él mismo no descarte hacer un recital pendiente en Salta en septiembre de 2009, al que se refirió en una nota a la página web Redonditos de Abajo.
  Impresionante se ve... Fue realmente impactante haber tenido la posibilidad de apreciar desde la platea -la aspirante a abogada esquivó los reglamentos- el frenesí que emanaba y se contagiaba en una ola expansiva como arrastrado por la brisa que amenizaba los no-sé-cuántos-pero-muchos-ºC de ese día.
   No fue sino hasta las 22.20 (quizá más tarde, a lo que menos atendía en aquel momento era al reloj) que terminaron de ingresar algunos desprevenidos. En ese entonces, las luces se apagaron y los ritmos árabes presentaron a El Indio Solari y los Fundamentalistas del Aire Acondicionado. La estrambólica camisa naranja había regresado, esta vez con puerquitos estampados, a tono del anfitrión Porco Rex.



   El Indio, si bien tuvo un regular comienzo, y se lo notó disgustado por el sonido, reservó todas las emociones para más adelante cuando anunció que quería "mover el culito" y "saltar un poquito". Por otro lado, se encargó de tranquilizar el insistente cántico que implora la vuelta de los Redondos, cuando lapidó diciendo "será una partida difícil" y disparó con el tema Tatuaje.
   La invitada especial Deborah Dixon y su acompañante, brillaron en los coros, como la estampa plateada de su musculosa.
   La batería fue pura potencia de las manos de Martín Carrizo y lo demostró en una impecable ¿Por qué será que no me quiere dios?
   De Calamaro, ya lo presentía: no me gustó sobre todo porque trató de acaparar el centro de la atención en reiteradas ocasiones con sus movimientos ridículos, incluso hizo su propia interpretación de Esa estrella era mi lujo -tema de los Redonditos, que cantó a dúo con El Indio-, estirando las palabras porque claro quedó que la canción no es adecuada para su voz ronca. El resultado: terminó siendo silbado por una multitud, sin merecerlo porque no deja de ser un invitado del Indio. Además, no puedo negar que no se me escapó una lágrima en este, uno de los temas que más sentimientos me movilizan, donde la potente guitarra eléctrica endulzada por una criolla, mientras el saxo aparece para terminar de acomodar la atmósfera de la situación y el bajo corona el momento que se luce por sí solo.
   Algo que sí me molesta y es importante destacar es que siguen arrojando objetos sobre el escenario. Es una falta de respeto, por más que no compartan la actitud de Comotto, quien a veces hace alarde de sus condiciones como guitarrista, el pantalón flogger de otro músico o el peinado de Solari (¿?). Parecerá chiste, pero hasta el mismo Indio ha sido blanco de los "tiro y me creo un vivo bárbaro" durante toda la gira.
   En fin, me gustó mucho el show, aunque ya iba adivinando el orden de los temas y en el final se tornó más previsible. Repitió, como hizo en los recitales anteriores el comienzo con Pedía siempre temas en la radio y Ramas desnudas, de los Redondos tocaron temas que ya habían hecho, y volvieron a hacer los mismos de El tesoro... que en San Luis: El tesoro de los inocentes, Pabellón séptimo y To beef or not to beef.
   He leído por ahí que se equivocó en haber tocado ocho temas seguidos de su etapa "fundamentalista", pero a mi no me pareció. Es más, había momentos en que se escuchaba más a la gente cantando que al Indio, y cuando se quedaba callado, la gente seguía igual.
   El pogo de Me matan Limón, con todas las cabecitas iluminadas saltando, el haber coreado Preso en mi ciudad, emulando aquél River de abril del 2000 con los Redondos, Ji ji ji cuando encendían las luces, y el final con los fuegos artificiales reflejaron la euforia de la noche vivida, inolvidable -como el precio del agua que aumentaba a medida que transcurrían las horas, de $8 a $10-, cuyo fulgor no se opacó en ningún momento y donde se confirmó para mucos que él es sus sueños, y él no se duerme.

Metió, metió mi rocanrol...
bajo este pul-so


Fotografías tomadas del sitio web de la Revista Rolling Stone:
http://www.rollingstone.com.ar/1083078-el-indio-solari-hizo-estallar-a-la-plata

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