que cuando, de alguna manera, estoy con alguien mi valor pasa a tener existencia por la confirmación o la descalificación que de él haga la otra persona. Como la confianza de porcelana, de una nena pequeña, siempre a punto de quebrarse. (La terapia sistémica también merece los créditos por este descubrimiento).
jueves, 11 de octubre de 2018
“Y en ocasiones, todos los miembros, salvo uno, parecen perfectamente satisfechos de seguir siendo las células inconscientes del organismo. Con frecuencia, el que tiene una necesidad más fuerte de expresión individual, será el que inicialmente aparezca como el “paciente identificado”.
¿Cuál es el precio por sentirse deseada y querida? ¿Lucir alguna que otra pilcha llamativa? ¿Tal vez, también, plantarse una sonrisa de oreja a oreja? ¿Hacerse de unas manos entrenadas para la cocina? ¿Agilizar el sentido del humor? ¿Cultivar un sentido de la estética cultural? ¿Realzar el aprecio por un cuerpo que aunque no destaca por voluptuoso, cuando arde, sacude todo lo esperado? ¿Mostrarme confiada, optimista, solícita? ¿Estar atenta al bienestar del otro? ¿Cuidar su alegría, especialmente de las caídas? Desconcierta, hallarse postulando la paradoja de que una, quizás ya lo haya intentado todo y en definitiva, nada alcance.
Últimamente, no puedo continuar ningún libro que empiezo. Algo me detiene justo cuando su transcurso se pone excitante, mi interés comienza a declinar. Me pasa con Los Luminares, Arquetipos e inconsciente colectivo, Mujeres que corren con los lobos. Invariablemente, me interrumpe la certeza de que tengo que graduarme y con qué franqueza acosadora... ne despoja de lecturas que me expanden mentalmente. Sé que tengo que graduarme, pero es que sin el resto no consigo avanzar y venían coexistiendo bastante bien, casi como buenos vecinos... de hecho, hoy Introducción del narcicismo, que forma parte de la bibliografía para un final y venía recibiendo una atención considerablemente similar a la de Arquetipos..., pero al caer la tarde ambos terminaron siendo relegados. Tampoco siento deseos de entangarme (así denomino al baile de tango). Maldita neurosis: no lograrás resignarme y en cambio, te someterás a mi voluntad.