Moebius
Gustavo Mosquera
1996
Cine y matemática se presentaban en una combinación atractiva cuando puedo decir que por fin acabé de reconciliarme con el cine nacional, dejando de lado mis prejuicios infundados y mis “no” rotundos, y en lugar de ello, interesándome por informarme un poco sobre la temática de las películas como siempre lo hago antes de verlas.
Moebius ya me había llamado la atención desde que leí que lo caracterizaban como uno de los pocos films de ciencia ficción del país, lo cual me despertó grandes expectativas pues últimamente me siento más cómoda con este género que con otras películas extraídas de un ámbito calificado como más realista. No es que pueda digerir cada película sobre invasiones extragalácticas (de cuya realidad incluso llego a dudar debido a la sobre-extravagancia de sus efectos especiales) pero por medio de la literatura y cine a los cuales he tenido alcance pude ampliar mis capacidades no sólo de imaginación sino también mi modo de ver el mundo, y al mismo tiempo, alegrarme por haber podido desintegrar esos límites. Y respecto a la realización argentina de films de estas características, no lo había sospechado anteriormente hasta tener la agraciada casualidad de toparme con Hombre Mirando al Sudeste.
Volviendo a la película en particular, se trata de una cinta de bajo presupuesto, al igual que la mencionada y de ese modo, esta cualidad deviene en grandeza al proporcionarle un marco lúgubre donde predominan los colores oscuros apenas atenuados por la presencia de los trenes, donde la escasez de música logra que el largometraje torne el caracter de un recorte fidedigno de realidad, esta vez obtenido mediante el ojo cinematográfico. De alguna manera pude presentirlo, porque un aspecto me decidió a verla luego de los ya añadidos, fue el misterio que para mí evocan los trenes subterráneos, más porque parecen pertenecer a una especie de realidad alterna que escapa a la vida que se desarrolla sobre tierra. En este caso, un tren desaparecido se transforma en el hilo conductor de la historia. Aquí es donde comienzan a converger las incertezas y las matemáticas, y sentimos cómo la infinidad del universo se nos escapa de nuestra finitud.
Si bien se trata de una adaptación, al estar basado el guión en un relato alemán de Armin Joseph Deutsch titulado Un subterráneo llamado Moebius, se percibe la impronta local claramente. En Buenos Aires la habitualidad del transporte subterráneo acorta los tramos de la gran ciudad y se presenta como la solución de quienes deben recorrer kilómetros para llegar a tiempo al trabajo o a clases, no obstante no siempre da lugar a la reflexión acerca de qué artilugios matemáticos se esconderán detrás de la arquitectura de los tan intrincados ramales.
Cabe destacar, por último el desenlace genialmente impensado y su conclusión desgarradora. ¿Qué respuestas se podrán brindar a este misterio? ¿Las deducidas tras un arduo análisis que pone en jaque los límites de las ciencias exactas o las que caben en el entendimiento lógico de la mayoría de las personas?
+Una curosidad: me resultó asombroso el parecido entre el actor que encarna al personaje del matemático en esta película y Rantés, de Hombre Mirando al Sudeste, tanto que tuve que comprobar vía web si acaso no se trataba de la misma persona. Pero no, sólo había sido una impresión.