miércoles, 1 de febrero de 2012

Las Dos Torres

    Si en La Comunidad del Anillo Tom Bombadil supo convertirse en un personaje entrañable y completamente encantador para mí, en Las Dos Torres fue Bárbol quien en apenas un solo capítulo me acaparó el alma... ¡es que me pareció un personaje increíblemente filosófico! Existe algo que reconozco en Tolkien y consta en el hecho de que él sabe bien que cuando cada uno de los personajes contribuye a crear la integridad de la obra, ninguno puede ser apreciado ya como secundario, entonces todos son necesarios aunque algunos estén más presentes que otros. Y al mismo tiempo, tampoco puede decirse que la inclusión de alguno esté demás, porque dentro de este maravilloso libro (el que más me gustó hasta ahora) noté que cada uno de los personajes cuenta con una especie de sabiduría, si bien diferente unos de otros, que logran transmitir de un modo tal que no sólo conmueve sino que además induce a querer aprender más sobre ellos, oírlos a través de la lectura, sentirlos salirse de las páginas trayendo con ellos los mágicos paisajes, o incluso querer sentarse a compartir una conversación con ellos pero dentro, en algún bosque élfico.

    Fue al final de La Comunidad del Anillo cuando los rumbos se separaron, y es en Las Dos Torres cuando deben proseguir cada cual a su curso, lo que implicó para Tolkien describir los trayectos de la comunidad dividida en capítulos alternos, combinando el suspenso y el terror que indica la proximidad del punto sur en la Tierra Media. Sin embargo, la inminencia de la guerra contra el poder oscuro resultará en otra compañía más numerosa con la añadidura de guerreros admirables. Porque hasta yo misma pude experimentar el espanto cuando Tolkien me enfrentó con los orcos y los aún más horrorosos Uruk-hai cara a cara. Aunque a decir verdad siempre me había generado desconfianza Boromir debido al incidente ocurrido en el primer libro, pude comprenderlo mejor a través del enorme aprecio que le tenían quienes lo conocieron en verdad. Otro punto a destacar es que mi relación de ambigüedad con respecto al miserable Gollum ha llegado a su punto muerto. Su psique queda expuesta profundamente al alcance de nuestros sentidos en un desenlace tan bien logrado por Tolkien que creo que la mente y sobre todo el alma de Gollum, merecen formar parte de un estudio pormenorizado por psicólogos.

    Maravilloso como este relato es sentirme acogida en el mundo de la literatura de ficción impregnada de aventuras extraordinarias y mitología donde las canciones y leyendas guardan el recuerdo de la historia y lo transportan a lo largo de los años me hace pensar cuánto me gustaría poder aprender sobre las costumbres de los pueblos que habitaron Argentina antes de que la colonización terminara por extinguirlos más allá de esos engorrosos cuadros de texto que me hicieron completar en la escuela, y si en algún lugar se conserva algún relato sobreviviente de la matanza de españoles y nacionales, si alguna persona que como yo le otorga significativa importancia a la cultura de nuestros antepasados ha rescatado aunque sea un retazo de historia me gustaría escucharla de su voz, porque a pesar de que no me unen lazos de sangre como a tampoco la mayoría de argentinos descendiente de europeos con mapuches, onas, diaguitas, tobas o patagones si alguna vez existió un comienzo aquí por el cual la tierra fue cultivada y su crecimiento se ha perpetuado hasta nosotros fue gracias a su trabajo y convivencia con ella. Por otro lado, ya no se nos escurriría tan fácilmente la historia si nos la contaran cantando. Maravilloso este relato como la dicha que hoy lo inscribe en mi realidad haciéndome inmune a muchas aristas de lo que hoy llaman realidad que en nada hacen a mi crecimiento personal.


Los nombres verdaderos os cuentan la historia de quienes los llevan, en mi lenguaje, en el viejo éntico como podría decirse. Es un lenguaje encantador, pero lleva mucho tiempo decir algo en él, pues nunca decimos nada, excepto cuando vale la pena pasar mucho tiempo hablando y escuchando.

Fueron los Elfos quienes empezaron, por supuesto despertando árboles y enseñándoles a hablar y aprendiendo el lenguaje de los árboles. Siempre quisieron hablarle a todo, los viejos Elfos.

[...] Hubo un tiempo en que yo pude caminar y cantar el día entero, y sólo oír el eco de mi propia voz en las cuevas de las colinas. Los bosques eran como los bosques de Lothlórien, pero más densos, más fuertes, más jóvenes. ¡Y el olor del aire! A veces me pasaba toda una semana ocupado sólo en respirar.

[...] -Dejemos este... ¿habéis dicho cómo lo llamáis?
-¿Colina? -sugirió Pippin-. ¿Cornisa? ¿Escalón - sugirió Merry. Bárbol repitió pensativo las palabras.
-Colina. Sí, eso era. Pero es una palabra apresurada para algo que ha estado siempre aquí desde que se formó esta parte del mundo [...] .

[...] -Es posible que ese hobbit me haya salvado de cometer un error irreparable (Gandalf).

-¡Misericordia! -exclamó Gandalf-. Si para curar tu curiosidad hay que darte información, me pasaré el resto de mis días respondiendo a tus preguntas. ¿Qué más quieres saber?
-Los nombres de todas las estrellas y de todos los seres vivientes, y la historia de la Tierra Media, y de la Bóveda del Cielo y de los Mares que Separan -río Pippin-. ¡Por supuesto! ¿Qué menos?.

Era la primera vez que Sam veía una batalla de Hombres contra Hombres, y no le gustó nada. Se alegró de no verle la cara al muerto. Se preguntó cómo se llamaría el hombre y de dónde vendría; y si sería realmente malo de corazón, o qué amenazas lo habrían arrastrado a esta larga marcha tan lejos de su tierra, y si no hubiera preferido en verdad quedarse allí en paz”.

No sé cuánto tardaremos aún... hasta el final -dijo Frodo-. Nos retrasamos demasiado en las montañas. Pero Samsagaz Gamyi, mi querido hobbit... en verdad Sam, mi hobbit más querido, mi amigo por excelencia, no nos preocupemos por lo que vendrá después. Terminar con este trabajo, como tú dices... ¿qué esperanzas tenemos de terminarlo alguna vez? Y si lo hacemos, ¿sabemos acaso qué habremos conseguido?.

I

Resulta condición ineludible para descubrir la esencia tener que derretir la corteza que la envuelve, como cuando los pétalos de una flor se abren de su capullo. Pero para lograrlo, es necesario aprender a mirar con el corazón.


miércoles, 25 de enero de 2012

La Jetée

La Jetée (El Muelle)
 Chris Marker
1962

“Nada diferencia los recuerdos de los momentos habituales. Sólo más tarde se dan a conocer cuando muestran sus cicatrices. Esa cara que había visto fue la única imagen en tiempo de paz que sobrevivió a la guerra. Se preguntaba si la había visto realmente o se había inventado ese tierno momento para protegerse de la locura que se avecinaba”.


    Una película francesa distópica fue mi compañía en una noche en que la felicidad que había construido parecía disolverse arrebatada por ese conocimiento que pesa y duele, y su carga que se desploma y duele aún más. Ya había terminado Las Dos Torres, a Frodo se lo llevaban los orcos como prisionero, mientras Sam estaba atrapado detrás de un portón atrancado... y el dolor se acrecentaba, instalándose, el dolor por el conocimiento y la angustia por la imposibilidad de hacerle frente a ese conocimiento. Necesitaba una película donde encontrar en la identificación un refugio.
    La Jetée, creada a partir de fotografías en blanco y negro en movimiento y enlazadas a partir de la voz de un narrador, fue mi salvación esa noche cuando sentí 26 minutos de dolor compartido. Esta película me mostró en la fotografía una forma de contar una historia con sensibilidad en un abrazo retratado al tiempo sin distinciones de presente, pasado y futuro, que nos sigue perteneciendo como nosotros mismos.
    Me siento agradecida por poder sentir con una gran intensidad, jamás dejaré de disfrutar esos pequeños momentos que me hacen sentir viva y si me detengo, será para contemplarlos y luego capturarlos, porque si bien es cierto que siempre se puede estar mejor, también podemos empeorar, y no es que sea conformista en este punto de vista pero no siempre podremos preveer o impedir cuando un hecho desgraciado cruce por nuestra calle.




Where are you now?
Can't you see me?
Where are you now?
Can't you hear me?

Falling, trying.
Searching, losing.
Falling, trying.
Searching, losing.

Where is this land?
We've built for us.
Where are these streets?
We've built for us.

When I am laid
in Earth, in Earth,
can't you be there?
Near me, near me.

When I am laid
in Earth, in Earth
Can't you hold me?,
can't you hold me?
Please.

Summer '78 ♫ Yann Tiersen & Claire Pichet
Fotografías de la película editadas por mí

El conocimiento que duele

    Si quieres ser escritor, escribe, aconseja el griego Epicteto. Sí, quiero ser escritora, pero esta vez no quiero escribir, más bien quiero escupir, escupirles a los traidores de la humanidad mocosa e insolentemente, ellos saben quiénes son. Por eso, hoy no me preocupo demasiado por la redacción y dejo de lado la prolijidad, no por ello desdeñando la coherencia. Porque saber que entre 1914 y 1918, y luego de 1935 a 1949 se desarrollaron dos guerras mundiales, conociendo también su devenir en la situación actual es una morbosidad. Sé que una vez escribí en este mismo blog que estaba ávida de conocimientos. Pero de veras hay conocimientos que me hacen pensar tanto que me duele. Hoy el conocimiento se ha convertido en una mochila pesada con la cual debo cargar, desde que considero que el hecho de conocer tendría que desencadenar en quienes conocen una responsabilidad frente a aquello que están conociendo de la cual se derive una motivación no sólo por entender sino por exteriorizar luego esa comprensión interna trasladándola al hacer. Mirar documentales sobre el genocidio que saquea y arrasa extendiéndose en África sin que nos invada una fuerza desconocida, ilimitada por querer levantarse contra los verdaderos miserables del mundo implica complicidad. Al fin y al cabo fue una circunstancia la que me hizo nacer en esta época en Argentina y no, durante la guerra de Taiwán.
    Hoy el teatro en que se ha transformado la política sujeta por la economía mundial no me produce más que reticencia, las razones que me indujeron a molestarme por carecer de tiempo suficiente para poder leer los diarios son las que hoy me hacen aborrecerlos y en cambio poder disfrutar de la (mal denominada) ciencia ficción en lugar de que los medios masivos me inyecten sus dosis de realidad, las cuales me rehúso a que se intercepten en la mía.
    Sabemos que siempre podemos acudir a la historia, materia mediante la cual podemos hacer el ejercicio de la memoria para evitar que ciertos hechos no sucedan con posterioridad. De ser esta su función social, ¿entonces no deberíamos replantearnos qué clase de historia le están enseñando al pueblo? Acaso si a la historia la escriben los vencedores, ¿cómo es posible que no prevalezca una interpretación subjetiva totalizante de los acontecimientos en contraposición a la magnitud de los hechos fácticos? ¿Cómo es posible que se acepte una sola visión? ¿Es que no se dan cuenta que las lecciones de la historia que repetimos alguna vez en la escuela como papagayos no tienen sostén? La historia misma nos permite recurrir una y otra vez a ella para demostrárnoslo, la historia misma nos lo restriega en la cara.
    Si el hecho de que ciertos conocimientos me duelen, me apena la dependencia de muchas personas cuyas vidas se encuentran ligadas de modo tal a la matrix que no podrían vivir fuera del sistema. En palabras de George Orwell “hasta haber adquirido conciencia no se rebelarían y no pueden adquirirla sin rebelarse antes”. Claro que no me aflige por igual que aquellos quienes tienen al sistema exprimiéndoles hasta la última gota por mantener su dominio. Ahora, no es que sea derrotista, porque vivo cada día formando parte del grupo de los locos de la minoría. Además, sé que sola se pueden iniciar cambios pero no, continuarlos para hacerlos crecer, para eso es preciso contar con apoyo, y paralelamente, este sistema ya cuenta con siglos de establecimiento simbiótico y de ventaja.
    Después de todo, ¿cómo no sentir vergüenza propia cuando la guerra es la paz en Estados Unidos, siendo Obama ganador del premio Nobel de la paz mientras es el presidente que hizo posible numerosísimos enfrentamientos bélicos? Claro, pero ahora los criminales somos quienes decidimos adquirir en Internet una visión más amplia de la actualidad que nos ofrecen los medios convencionales. ¿Cómo no sentirme agraviada yo misma en vida, tomando el lugar de Orwell cuando un reality televisivo lleva por título al personaje de uno de sus libros... y aun más, que muchas personas sólo conozcan el programa y jamás hayan oído acerca del libro? Porque ni pensarlo que podría integrar la lectura obligatoria de un programa de estudios escolar. Pero ¡no, ni pensarlo! Él definitivamente él fue un visionario, la ignorancia es la fuerza. Y finalmente, la libertad es la esclavitud si los mismos medios que imparten los dogmas que las personas deben digerir (además de la educación y las religiones) a través de diarios o canales televisivos son aquellos que hoy se encuentran reclamando la libre expresión mientras en contraste, cada día que transcurre podemos comprobar que la única libertad que rige es la de consumo, donde a mayores posibilidades de acumular, entonces mayores posibilidades de permitirse la satisfacción otras libertades fundamentales. Por supuesto, no me refiero a la meta a alcanzar un celular que se jacta de inteligente, aunque carezca de la capacidad de razonar y en nada se asemeja a nosotros, sino a aquellas que permiten el crecimiento, la superación personal y la adquisición de una identidad, entre las cuales podríamos dar una cuenta incontable de ellas, como una alimentación saludable rica en nutrientes en lugar de químicos que el organismo nunca previó para nuestro desarrollo, aire desprovisto de contaminación, salud orientada a la prioridad de la sanidad del organismo en lugar de cuentas de dinero, a la construcción de una vivienda que sintetice el espacio donde queremos impregnar nuestra identidad, cultura para evolucionar mental y espiritualmente.
   ¿Pero hasta qué punto se ven remplazadas y resignadas las horas de disfrute por las horas de trabajo que conducen a la satisfacción de estas metas? ¿Y el cansancio físico y mental del trabajo abusivo que inclina a la superficialidad del divertimento chato? Nos va muy mal en matemática si se cree que puede recuperarse en un período que siempre resulta breve de vacaciones cuando durante el resto de los días se trabaja de día a noche. ¿Acaso la política nos convoca alguna vez a los ciudadanos comunes y corrientes a discutir los temas que realmente le atañen a las poblaciones? ¿Por qué nos vemos coaccionados a aceptar medidas que no hacen más que vulnerarnos y humillarnos? Y luego tienen el descaro de llamarnos a votar cada cuatro años (y en Argentina como en otros países, obligatoriamente), es que en eso sólo se basa la democracia, en la apariencia del voto popular y la ilusión de que existen candidatos dispuestos a representar a las poblaciones. Los valores están completamente invertidos, eso está claro.

“¿Dónde usás los dientes, mi amor?
Clavados en el cuello por hoy
(mientras bailamos tangos fatales)

El tango que ocultamos mejor
(del que preferimos no hablar)
es el que nos tiene anarcotizados.

Vivir sólo cuesta vida.
¡Ahora! ¡Ya mismo! Puedo ajustar un guión de ropa sucia.
Ropa sucia, ¡fuera! ¡Ahora mismo!

Andás dando guerra y temblás,
gastándote en relámpagos
(tu estómago gruñe como enjaulado).

Tu gracia mete miedo mi amor.
Dejo de beber tu licor,
que huele a tormenta de viejo estilo.

Vivir, sólo cuesta vida
¡Ahora! Ya mismo! Puedo ajustar un guión de ropa sucia.
Ropa sucia, ¡fuera! ¡Ahora mismo!”.

Canción: Ropa Sucia, Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota
Fotografía: película La Jetée



Nota: Los comentarios se encuentran desactivados porque he decidido ahorrarle trabajo a Blogger, autocensurándome yo misma.

viernes, 20 de enero de 2012

P.S. (Posdata)

 
    Nunca aborrecí tanto (que lo recuerde) el verano como hoy. Tanto que lo único que me motivó a hacer la tardecita fue posarme frente a la televisión a ver la primera película que empezase y que me anestesiase un poco del calor, aunque proviniendo del cable la segunda intención tenía pocas posibilidades de ser concretada.
    Recién termino de verla. No es que me haya encantado porque en ocasiones me produjo la impresión que ante la cantidad de aspectos que intentaba abarcar terminó rozándolos, aunque tengo que admitir que me hizo pensar, pensar sobre temas a los cuales no les había dedicado demasiada profundidad antes y que en la película se ven condensados en una sola mujer, como la frustración de un matrimonio que se mantuvo durante tantos años pero se acaba al atravesar una edad madura, la dolorosa superación de la muerte de un novio de la adolescencia y la continuidad de la tan frecuentemente celosa amistad entre mujeres, cuando una de ellas se ve en la situación de romper con su novio porque éste se ha enamorado de su mejor amiga... y después de todo creo que estuvo acertado el final.
    Por otro lado, una particularidad me llamó la atención, un acontecimiento ínsignificante para cualquiera, aunque un pequeño detalle para mí y que quebró la frialdad inicial, que consistió en la escena donde ella le pregunta a él si traía protección, a lo cual sobreviene la inmediata búsqueda del preservativo por parte de él intercalada por la espera de ella. Es un momento incómodo donde se interrumpe la sensualidad lograda y porque tampoco es una actividad a planificar que luego sobreviene, sino que naturalmente sucede con escasa preparación, más aun si se trata de dos personas que recién comienzan a entablar una relación. Ahora bien, lo que resulta extraño en realidad (al menos desde mi punto de vista) es su casi total ausencia en las escenas de sexo que se muestran en las películas, quizás motivada porque no resulta atractivo o estético desde una cinematografía cuya meta apunte a la perfección plástica. Aunque siendo un hecho tan humano como cotidiano y que tal vez también podría considerarse un puntapié para la creación de consciencia en el sexo que evite embarazos indeseados con sus consecuencias, me resultó interesante que hayan incluido la mencionada escena en ésta.