Hazme lugar y envuélveme en el viento que te trae.
Quédate por un buen tiempo y deja caer un rayo sobre mí.
Ayúdame a arrancar la pena que me aflige punzante.
No repares en la fricción, adéntrate con fuerza.
Un dolor tendrá que llevarse a otro dolor.
Arrástralo, arrásalo, acobárdalo,
y luego enséñame cómo encogerlo hasta hacerlo diminuto,
muéstrame dónde ahogarlo,
y si es posible, arrástrame a mí también.
Podría perfumarme el pecho de tierra humedecida,
podría aferrarme a la esencia de cambio que llevas.
Tu aire renueva, junto a tus aguas podré fluir.
Afírmame a este puerto.
Anclemos mi decisión.
Lluvia de primavera, te encontraré esta noche sin paraguas.