lunes, 28 de marzo de 2011

De palabras vivo

Algunos dicen que a las palabras se las lleva el viento. Al menos, en mi caso, me gusta que no sea así. Permanecen inquietas, vivaces, como niñas despreocupadas de todo tiempo... quizás en mi mente o en mi alma, reflotando como cada imagen indeleble. Asociadas a personas con quienes los detalles fueron memorables, paisajes que me apropié de tanto andar y desandar, historias que desanudé con la mirada... no se desprenden... como no lo hacía mi cabeza de su almohada, esperando que Brothers in arms en la radio jamás se interrumpiese, para que ese momento no se termine; al contrario, me componen.
   Dispuestas a quitar cualquier implacable cerrojo, son mi juego y mi refugio. Suspicaces a la soberbia mentirosa, disfrutan, en cambio de la canción de la mañana. Mis palabras viven, intentando traspasar el océano de silencio acompañadas por acciones, aunque a veces las inclaudicables ráfagas de arena me lastimen los ojos, y la soledad de éste resulte inmejorable. De palabras vivo, de aquéllas abandonadas que recojo con cautela como hojas de otoño que flotan de no querer morir tan frágiles y empequeñecidas, marginadas por otras que han de crepitar.
   Claro, que estas palabras (las mías, también) son capaces de desvestirse la piel en acciones, mostrándose entonces inescrutables a ajenos y colarse como los anhelados rayos del sol de mayo a través de los poros del único destinatario que describa el deseo que sólo de miel sacie mi boca.
   Alguna vez reprimí por no hacer sangrar oídos, otra vez me cansé de esperar en la orilla del muelle palabras que sobre un barco a mí no me llegarían. Resultó ser que el océano no era inabarcable, ni la marea era tan fuerte, ni mis palabras estaban tan lejanas.

martes, 22 de marzo de 2011

De agrupaciones universitarias

    Ellos se han convertido en parte del color del mundo facultad. Ya desde el primer día, cuando caminamos un tanto desorientados por esos largos como desconocidos pasillos, nos atestan de folletos. Nuestro rostro justificadamente confundido nos delata, y ellos, quienes ya se saben de memoria las expresiones de los primerizos, nos inquieren: "¿Sos ingresante?", mientras intentamos hacernos camino, esquivando volantes entre todas las mesitas distribuidas tan convenientemente para el atropello masivo.
    Ciertamente, debo admitir que la primera vez que me crucé con los chicos de la agrupaciones morado, (aunque quienes vistan de hecho de este color sean los de 1983), azul y anaranjado, pensé en la cantidad de requisitos conspicuos a cumplir para ocupar ese cargo, esta idea se desvaneció con rapidez cuando me acerqué a la azul, y me ofrecieron ir a pintar afiches sobre las actividades extra-curriculares organizadas e integrarme a la agrupación después de sólo haber intercambiado un entusiasmado saludo.
    "Vine a hablar sobre política y terminé tomando mate en la mesita". Pronto, me ilustraron en algunos de sus mandamientos fundamentales, como que no hay mesita sin mate, al igual que a carencia de chismes. Meses más tarde, finalmente comprendí cómo lograban esos chicos conllevar el arduo estudio con la política. Resultó simple la ecuación: la cantidad de macanas soltadas por día era directamente proporcional a sus horas de estudio. De este modo, la llamada política no era sino una excusa absolutoria para su abstemia académica.
    "Vive en Rosario, pero atiende en la mesita". Y así sucedía que si de pronto se vaporizaba espontáneamente algún compañero de clase, las sospechas no tardaban en urdirse... es que en lugar de estar sentado en clase, debía de estar al pie, cebando mate en alguna mesita. Entonces, comenzábamos a mirarlos con otros ojos, puesto que mientras nos recomendaba cuál profesor era más pasable (entiéndase poco responsable) nos facilitaba de una nueva entrega sobre el balance del año, donde algunos se atribuyen propuestas ajenas y otros no hacen más que restregarnos en la cara la compra voluntaria de tres ventiladores de techo, sobre todo en época electoral. 
    -¿Llegamos al circo?. -¡No, esa es mi facultad! Se avecinan las elecciones, lo que significará cánticos inoportunos a toda hora, propaganda hasta sobre el pizarrón, y época también que fue protagonista de puños veloces. Aun más, esto ya se hace vislumbrar en las paredes de todas las aulas, pasamanos de las escaleras y a lo largo de los corredores internos. Claro, la fachada no fue una excepción y quedó decorada como carpa de circo. Afiches de todos los colores irradian la puerta, incluso las palmeras muestran su tendencia política, portando pasacalles.
    En este sentido, si bien dentro de las agrupaciones existen interesados en presentar propuestas para mejorar la facultad, en realidad, en su mayoría se unen a causa de su afinidad política y desembocar mediante su influencia en un tiempo futuro en algún cargo trascendente; de hecho sólo dos de las siete agrupaciones que existen dentro de la Facultad de Derecho (donde curso) de la Universidad Nacional de Rosario, por citar un ejemplo no pertenecen a ningún partido político. Cuando no, quizás también intenten un poco de reconocimiento asociado a lo dicho. Por otro lado, también es cierto que migrantes universitarios, cuyos vínculos son apenas unos pocos conocidos, suelen acercarse en busca de un grupo de amigos o de compañeros, oído está que no nos sorprenderá encontrar infinidad de tonadas provincianas cuando vayamos a preguntarles cuántos mates nos recomiendan para una buena diuresis.


"Mientras la vida se va,
¡ay! Mientras la vida pasa...
sin darte cuenta ahí estás,
con tu cara de colgado.
Tu ángel guardián, es de todos 
el más tonto que hay".

La dicha no es una cosa alegre, Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota.

sábado, 19 de marzo de 2011

A fuerza de repetición

   Esta mañana, mientras regresaba a mi casa, camino de la facultad, transitando  la calle 9 de Julio me topé con una pareja. Paseaban juntos en dirección contraria a la que yo seguía, mientras él cargaba sentada entre sus brazos a su hija, una nena de aproximadamente 2 años de edad. La conversación entre los dos era a base de preguntas y respuestas, y este fragmento fue lo que capté en apenas tres pasos largos:
Padre: -¿Quién soy yo? - formuló, dejando entrever la insistencia en la pregunta.
Hija: -Papá - respondió con toda seguridad.
Padre: -¿Y quién es mamá?
Hija: -Yo - aseguró indubitable.
Padre: -Ah, ¿vos sos mamá? - preguntó intrigado.

   Queda claro que el conocimiento no se adquiere a fuerza de repetición.

domingo, 13 de marzo de 2011

"¿Te gusta?"

   Borja y Joseba son los presentadores de una serie humorística española llamada Qué vida más triste. Si bien a veces por más que sobresature el volumen de los parlantes a niveles que ya ni se oye con claridad (pero ahora también, debido mi demasía) no consigo entender sobre qué coño es lo que están hablando, tengo que reconocer que estos dos muchachos se han sobrepasado al extremo en una de sus entregas, protagonizando una desopilante sátira acerca de esta burda manera de perder el tiempo (¡además de la vida personal!), dada en denominar Facebook (o como aquí supimos acuñarle, libro de cara). 

 Mi vida como Facebook

viernes, 4 de marzo de 2011

Lágrimas del Sol

Parias de su propia tierra. Pueden contarse varios relatos sobre el bestiario que, fuera de Europa, dios sabe por qué diablos puso a vivir en África hasta que un puñado de reinos le encontró razón de ser, y comenzó a devorarla por la boca del tráfico negrero. Las potencias del norte sellaron su destino, sirviéndose del continente a su gusto durante la era de la paz armada  que desembocó en la guerra de 1914, y completaron su tarea, heredándole armas para la provisión de golpes de Estado y guerras civiles como compensación por los recursos naturales que pululaban, como lo hacen ahora las panzas hinchadas de hambre y familias quebrantadas. Afirma Eduardo Galeano en Espejos, "ninguna guerra tiene la honestidad de confesar: -Yo mato para robar", de este modo son disfrazadas de étnicas, religiosas o culturales, para ocultar el carácter económico innato que persiguen estas matanzas. Es que resulta menos desgastante hacerse del poder debilitando e irritando al oponente, que enfrentarlo abiertamente.  
    En este contexto, Lágrimas del Sol (Tears of the sun) escribe una historia ficticia, la de la doctora Lena Kendricks, quien a pesar de la muerte de su esposo decidió permanecer en Nigeria dedicada al cuidado de un grupo de enfermos refugiados de un conflicto que ya ha derrocado al gobierno, y amenaza con destruir a gran parte de la población.
     De este modo, es enviada una misión de la Marina proveniente de Estados Unidos, con el objetivo de rescatar a dicha prestigiosa médica interpretada sin esfuerzos por Monica Bellucci, cuyos planes son, sin embargo diferentes a los del teniente Waters, encarnado por Bruce Willis, pues ella se rehúsa a abandonar el lugar sin asegurarse de que podrán trasladarse a un territorio seguro, después de haber cruzado la frontera a través de una frondosa selva.
   En este sentido, el teniente Waters se verá en la disyuntiva de tener que cumplir con lo encomendado por su oficial en jefe y no sólo acceder al pedido de Kendricks, sino también involucrar a su equipo de militares en una guerra, cuya brutalidad y desamparo ya tomó parte de ellos mismos.
    La película goza de logradas tomas en impresionantes paisajes, que de cierto modo intentan representar la belleza de la tierra africana, a la vez que sustentan la aseveración de Galeano, tiznada sólo por la violencia derramada. Por otro lado, los momentos emotivos están bien captados, incluso en Bruce Willis no desentonan con su papel de militar. Se tiene claro de que se encuentran dentro de la lucha armada y no queda otro camino que continuar hacia adelante, o de otra manera, esperarán a la muerte. En contraste a algunas críticas que he leído, esta vez no me resultó exagerada la impronta hollywoodense, más aún teniendo en cuenta que la película data de 2003 me impactaron las escenas con granadas y explosivos arrojados desde los helicópteros, encaminándose al desenlace. Asimismo, tampoco fue delineado el personaje de Bruce Willis en torno a un mesías (y esto es un hito en lo que respecta a las grandes producciones bélicas), en cambio me pareció más una persona real, con sus fortalezas y falencias.