-Ahh, mirá que curioso... ese es el judío que toca reggae - dije al observar algunos afiches que empapelaban -en forma ilegal, por cierto- una obra en construcción.
-Uh, yo lo escuchaba en la época que iba a la escuela! - espetó Emanuel, mi compañero.
Se trataba de Matisyahu, cuya música me presentó apenas regresamos a mi casa, y luego de varias horas de escucha supe que me encantaba la canción Youth y que iría a comprar las entradas para verlo el sábado siguiente, cuando llegase a la ciudad.
Luego de un sinuoso paseo por el barrio de Arroyito hasta localizar el shopping Alto Rosario con la ayuda afable de varios peatones y la desorientación de una muchacha que atendía una heladería, agudizábamos la mirada para encontrar ahora un lugar dentro del Salón Metropolitano, lugar de la cita.
"All my life I've been waiting for..." Está bien, está bien... no esperamos tanto tiempo, pero sí nos dio motivo para conjeturar si Matisyahu se habria quedado sacándose fotos en el Monumento, o si habría seguido los consejos de la presidenta, proveyéndose en el supermercados de algunos cortes del afrodisíaco cerdo argentino.
Y repentinamente, mientras esperaba un vaso de cerveza que había ido a buscar Emanuel, apareció una banda compuesta por batería, guitarra y bajo, tocando un dub bastante alegre, el cual comenzaba a animar la noche.
Llegó la cerveza... ¡y Matisyahu! Un sorbo que se tradujo al paladar como exquisito, y a las pulsaciones, a su vez como un momento singular para disfrutarlo, asintiendo nuestras cabezas.
Pasadas alrededor de unas tres canciones, el vocalista se dirigió al público, y en particular a los espectadores sentados en varias hileras, dentro de un "corral" alambrado que circundaba casi todo el escenario. "Do you think it's alright?" ("¿Ustedes piensan que eso está bien"?), les preguntó refiriéndose al lugar privilegiado que ocupaban quienes habían abonado una entrada mayor precio, mientras nosotros mirábamos detrás de las vallas colocadas como separadores, instantes después divertidos al observar a la mayoría de los concurrentes levantando sus manos como muestra de aprobación. De este modo, el efusivo Matisyahu pidió a los asistentes (léase patovicas) quitar las obstrucciones, y al fin pudimos acercarnos todos al escenario.
Luego de un sinuoso paseo por el barrio de Arroyito hasta localizar el shopping Alto Rosario con la ayuda afable de varios peatones y la desorientación de una muchacha que atendía una heladería, agudizábamos la mirada para encontrar ahora un lugar dentro del Salón Metropolitano, lugar de la cita.
"All my life I've been waiting for..." Está bien, está bien... no esperamos tanto tiempo, pero sí nos dio motivo para conjeturar si Matisyahu se habria quedado sacándose fotos en el Monumento, o si habría seguido los consejos de la presidenta, proveyéndose en el supermercados de algunos cortes del afrodisíaco cerdo argentino.
Y repentinamente, mientras esperaba un vaso de cerveza que había ido a buscar Emanuel, apareció una banda compuesta por batería, guitarra y bajo, tocando un dub bastante alegre, el cual comenzaba a animar la noche.
Llegó la cerveza... ¡y Matisyahu! Un sorbo que se tradujo al paladar como exquisito, y a las pulsaciones, a su vez como un momento singular para disfrutarlo, asintiendo nuestras cabezas.
Pasadas alrededor de unas tres canciones, el vocalista se dirigió al público, y en particular a los espectadores sentados en varias hileras, dentro de un "corral" alambrado que circundaba casi todo el escenario. "Do you think it's alright?" ("¿Ustedes piensan que eso está bien"?), les preguntó refiriéndose al lugar privilegiado que ocupaban quienes habían abonado una entrada mayor precio, mientras nosotros mirábamos detrás de las vallas colocadas como separadores, instantes después divertidos al observar a la mayoría de los concurrentes levantando sus manos como muestra de aprobación. De este modo, el efusivo Matisyahu pidió a los asistentes (léase patovicas) quitar las obstrucciones, y al fin pudimos acercarnos todos al escenario.
Más allá de algunos inconvenientes con respecto al sonido, los ritmos le ajustaron la tonalidad a la noche, oscilando entre el constante reggae y el hip-hop, al tiempo que la gran cantidad de gente no dejaba de corear los solos de guitarra. Pese a su carácter sosegado, pudimos verlo vehemente, desplazándose dando saltos a lo largo del escenario, conservando intacta su voz, y muy distendido, sobre todo cuando interpretó la base rítmica que nos contuvimos por aplaudir hasta que terminó.
Secundado por afónicos espectadores, celulares y cámaras captaban su imagen, desplegó su sensibilidad creativa en cada una de sus canciones, y también cuando se arrojó sobre los concurrentes, emulando el smosh clásico de los recitales rockeros. Ya la segunda ocasión se lanzó en un zambullido de tal vibra que cuando intentó volver junto a los músicos, algunos seguidores quedaron amarrados a sus piernas.
Sin dudas, las canciones más ovacionadas fueron la potente Youth, durante la cual incluso se formó un pogo, King without a crown, cuando se añadió un saltarín 'guapo del 900', la legendaria Exaltation, y por supuesto, su último éxito One day, en esta oportunidad sin la presencia de Fidel Nadal. Aunque tampoco hubo Pettinato, como en el Gran Rex de Buenos Aires, ni banda soporte, hacia la madrugada del domingo, Matis y su grupo nos habían diseminado plenamente su energía, así como los deseos de saber cuándo volverá tras la conclusión de su gira en el país.
Un día, Matisyahu volvió a Rosario, yo ya lo conocía a Emanuel y compartimos el primer recital, del cual no sólo conservamos las entradas, sino además una nueva y agradable melodía en tono de reggae que acompasa cada acorde de la vida.