jueves, 6 de abril de 2017

A cualquier hombre en mi vida

Yo lo quise como una nena caprichosa
la nena vulnerable, a la que todos abandonan
Sólo para mí y para jugar al amor de un solo modo posible
Primero aprendí a mandarlo a la mierda
Luego descubrí que esa mierda era sólo mía
Que yo la fabriqué mediante la descomposición de los hilos, los más firmes del tejido
que habíamos estado armando
Que sólo yo había puesto semejante énfasis en los agujeros.
Más tarde aprendí a recoger mi propia mierda, a usarla de una forma más decente para ser capaz de desearle lo mejor.
A él también.
Alguna otra vez volveré a recordar el valor de la mierda 
para no volver a pudrir lo que él también quiera que sea.
Lo que tenga que ser.


2 comentarios:

  1. Suena grave, pero la mierda y la putrefacción generan sustratos fértiles, es cuestión de tiempo y dedicación, y volver a sembrar, y cosechar las fibras para nuevos tejidos.

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  2. Hola, Anónimo. Grave o no es un sentimiento que afloró a través de palabras y pugnaba para ser expresado. Escritura por necesidad le llamo.
    Me gustaría saber quién sos.

    Un abrazo.

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