sábado, 17 de diciembre de 2011

Hombre Mirando al Sudeste

Hombre Mirando al Sudeste
Eliseo Subiela
1986
"Yo no quiero que me curen, yo quiero que me entiendan"

   ¿Quién es un loco? ¿Aquél que no encaja porque se diferencia de la mayoría? ¿Qué lo hace diferente? ¿El que viene a sacar de las casillas a los cuerdos”? ¿O acaso no será aquél que trae un mensaje que no siempre estamos dispuestos a escuchar?
   Mis prejuicios con respecto al escaso goce que había podido encontrar en las películas del cine argentino, ya fuera por sus tramas o sus interpretaciones, me llevaron a evitar su conocimiento y luego a desestimarlo. Pues bien, esta película ha logrado reinvertir la impresión originada por las películas mayormente comerciales, puesto que me ha calado en el alma de un modo que no bastarán las tres veces que la he visto, estoy segura que es una película a la cual volveré durante mi vida.
   Hombre Mirando al Sudeste pone en discusión muchas de las cuestiones que damos por sentadas, y en las cuales llegamos a basar nuestra existencia, incluso se atreve a indagar en los interrogantes que tanto me apasionan, los filosóficos: qué consideramos por realidad, la estrecha línea que discierne la normalidad de la anormalidad, la equiparación de la diferencia como locura entrelazada al tratamiento (a veces tan despectivo como humillante) que le brindan los médicos a los pacientes y la inmediata identificación que suele hacerse de ésta con el mal, y por ende la perentoria necesidad de extirparlo aislando en hospitales que se erigen como prisiones a quienes presentan los síntomas, privándolos así de todo afecto porque no se los quiere cerca... claro, no vayan a contagiarnos, como si los locosestuviesen equivocados de antemano y el resto se creyese lo suficientemente sabio o racional, ya que el sistema no se conforta sólo con inculcarnos cómo debemos pensar, actuar, consumir sino que también imparte lecciones acerca de cómo debemos sentir, qué es lo que debemos desear o sentir como felicidad... ¡sí, la felicidad! donde ya no se consigue apreciar el sentido de una brisa que trae el aroma de una flor o de la lluvia, donde el hombre se desentiende de sus semejantes por obtener su ambicionado éxito individual hasta ofrecerles no más que la indiferencia, donde se suelta y se desampara al alma hasta escabullirse de ella, donde se nos ciega por completo en la falsa búsqueda de lo material y aparente.
   Me sentí muy identificada en cuanto a la percepción de que si uno no adopta los valores establecidos o no se ajusta a las creencias o ideas que sostiene la mayoría se puede ser desaprobado hasta el punto de llegar al desprecio y la posterior marginación que tanto duele entre seres en apariencia humanos. ¿Si pudieran conseguir más cárceles a cuántos nos encerrarían? Pero no, no va a embargarme más la culpa por ser, nunca más aunque se me reconozca como diferente entre una gran camada de iguales, no soy culpable por desobedecer la premisa de este siglo, de que aquí se construyan muros, en lugar de puentes, de la grandeza material como única felicidad posible y alcanzable, de que la mirada que predomina apenas pueda ser capaz de ver un amor fundado en la atracción física... ¡eso no es amor, eso es pornografía! Al revés, si estar loca es sinónimo de ser curiosa ante la vida, de no detenerme jamás en explorar a las sensaciones que me puede brindar un día ni una persona, de ver con el corazón como lo hacía Saint Exúpery, encontrando la felicidad en las cosas más simples y en los momentos más pequeños, los gestos gratos que nunca olvidaré, aquellos por los que realmente vale la pena vivir, de enamorarme y también amar, y de rechazar como esenciales a los objetos de consumo, entonces yo también soy una loca, una loca soñadora que se conmovió con la escena de la Novena Sinfonía de Beethoven porque le pareció magnífica.
   ¿En qué lugar estará el alma? A veces pienso que el alma debe hallarse en un lugar muy profundo, donde muchos no consiguen escarbar. Tal vez Rantés realmente provenía de otro planeta o tan sólo se haya refugiado en el hospital porque descubrió que el verdadero manicomio se encuentra fuera, en la civilización.



Sobre la música: “Es sólo una sucesión de vibraciones pero a los hombres parece hacerle mucho bien. ¿Dónde cree que está la magia? ¿En el aparato, en el que escribió esto, en mí, en ellos que se emocionan cuando la oyen? No puedo darme cuenta de lo que sienten... Sí puedo darme cuenta, pero no puedo sentir lo mismo, ¿entiende?”


Ustedes están en la prehistoria de los hologramas... una especie de fotografía obtenida a través de un rayo láser. Nosotros hemos logrado que esas imágenes se corporicen en el espacio a través de lo que sería un gran proyector programado por una computadora muy compleja que incluye todos los datos vitales para que esa imagen tenga vida. En realidad, yo puedo prescindir de sus ojos, usted puede cerrarlos y yo sigo existiendo. Respiro, puede tocarme, puedo tocarlo, somos replicas humanas perfectas, salvo por una cosa, no podemos sentir”.
(Esta frase me llamó poderosamente la atención porque recientemente me llevó a buscar en el libro El Kybalion, de Hermes o Imhotep [quien fue considerado un sabio en Egipto cuyas enseñanzas se han diseminado en diferentes culturas bajo estricta reserva dada su importancia, y de las cuales deriva el atributo de hermético como algo secreto, que no puede difundirse al oído no preparado para escucharlas] aquella idea que antes él mismo había postulado, y la cual revalorizaron más tarde los físicos cuánticos Max Planck y David Bohm acerca de que los fenómenos y las apariencias sensibles a nosotros, la realidad como la conocemos, el universo que vemos no es material como se nos presenta; por el contrario sería una imagen creada por la mente que no se encuentra dentro de cada ser sino que es infinita, universal y viviente, y luego proyectada por la mente interna situada dentro de cada uno de nosotros como realidad en base a la cual creamos luego nuestros pensamientos. Dado que El TODO es mente; el universo es mental según Hermes, y es el lugar donde vivimos, nos movemos y tenemos nuestro ser, entonces quiere decir que así como el universo no resulta independiente de la mente de los observadores que lo apreciamos como tal, el todo vendría a ser uno, siendo los habitantes de la Tierra también uno porque también somos observados y es de ese TODO que es mente, que nuestra propia mente, la de cada ser recibe la proyección mediante la cual percibir todos los humanos percibimos el universo del mismo modo físicamente. Si bien mis conocimientos sobre el tema no son profundos, ya que sólo he estudiado la física básica de la escuela secundaria, me pongo a pensar en lo que ocurriría de profundizar (si es que ya no se profundizaron) estos saberes porque ¡cuántas estructuras de este mundo se derrumbarían de difundirse estas ideas! ¡tal vez se reformularía hasta la misma base entera de la visión materialista del mundo porque significaría que es una ilusión del pensamiento creer que existen seres y cosas separadas como individuales, y al mismo tiempo un condicionamiento que nos lleva a concebir al universo y por ende a nuestras vidas como limitadas cuando en realidad no lo son! Si sólo podemos ver una realidad, o parte de ella perceptibles sólo en sus efectos no así en su naturaleza, queda abierta la pregunta sobre cómo podríamos acrecentar nuestra capacidad de percepción para conocer mejor el mundo y a nosotros mismos. Me queda inconclusa también otra cuestión: si lo que nos permite sentir es el alma que se encuentra en cada uno de los seres, y Rantés no podía sentir como lo aseguraba, él sólo había proyectado su imagen en el espacio para que tenga vida, ¿acaso él no habrá sido espíritu, no habrá representado a la mente universal que vino a advertirnos cómo estaba siendo tergiversada por el comportamiento egoísta del hombre, cuando el todo dejó de ser uno, no habrá sido él una parte del TODO incognoscible que en nada se asemeja a los dioses religiosos puesto que carece de personalidad y por ende de cualquier sentimiento, como amor, odio, necesidad de ser alabado, etc.? De cualquier modo, creo que definir es limitar, y mi escepticismo no me permite cerrar ninguna puerta).  


-Usted está totalmente chiflado pero debo reconocer que es un chiflado muy especial, me preocupa Rantés. De verdad me preocupa.
-Y yo le agradezco que se preocupe por mí. No creo que sea habitual que alguien se preocupe por otra persona en este lugar.
-¿En este hospital? 
-En este planeta.


“La naturaleza sólo permite un desarrollo muy lento, favorece más facilmente un cambio de especie que un cambio de conciencia. Yo soy más racional que ustedes, respondo racionalmente a los estímulos. Si alguien sufre, lo consuelo, alguien me pide ayuda, se la doy. ¿Por qué entonces usted cree que estoy loco? Si alguien me mira, lo miro, alguien me habla, lo escucho. Ustedes se han ido volviendo locos de a poco por no reconocer esos estímulos, simplemente por haber ido ignorándolos... alguien se muere y ustedes lo dejan morir, alguien pide ayuda y ustedes miran para otro lado, alguien tiene hambre y ustedes dilapidan lo que tienen, alguien se muere de tristeza y ustedes lo encierran para no verlo, alguien que sistemáticamente adopta esas conductas, que camina entre las víctimas como si no estuvieran, podrá vestirse bien, podrá pagar sus impuestos, ir a misa, pero no me va a negar que está enfermo. Su realidad es espantosa, doctor. ¿Por qué no dejan de una buena vez la hipocresía y buscan de una buena vez la locura de este lado? Y se dejan de perseguir a los tristes, a los pobres de espíritu, a los que no compran porque no quieren o porque no pueden, toda esa mierda que usted me vendería de muy buena gana... si pudiera, ¡claro!”.


-Quiero investigar.
-¿Qué quiere investigar
-El cerebro del hombre.
-¿Su cerebro? 
-No, el de ustedes.
-Lamento defraudarlo, Rantés pero a esta altura puedo confirmarle que su cerebro es igual al mío y al de cualquier ser humano. 
-Si es igual, ¿por qué usted está con uniforme de cuerdo y yo, con uniforme de loco?


“Usted también es un buen tipo pero no es feliz. Y lo que más me preocupa es que lo sabe y no le importa. ¿Por qué los seres humanos parecen resignarse a tantas cosas que los están destruyendo. ¿Y por qué hacen tan poco por modificar esas cosas? ¿Se están suicidando por estúpidos o están pagando culpas?”.


“Le digo la Santa porque es una mujer muy especial. Yo verifiqué en ella mecanismos que no vi en otros seres humanos. Un ser humano tiene manifestaciones físicas como el llanto, el temblor. La santa cuando siente amor, larga un líquido azul por la boca... ¿Qué pasa, doctor? ¿Se siente frente a los límites y no quiere ir más allá? (Luego, Rantés observa un árbol en el patio del manicomio) En los manicomios, nacen árboles locos, ¿no?”.


“El hombre siempre oculta cosas en su alma, por eso no es feliz”.

1 comentario:

Arms wide open ♫