domingo, 28 de septiembre de 2008

¡A vivir que fueron más de 2 días!

  Cuando comenzó a bosquejarse la idea de la venta de tortas -previa elaboración, claro, y de la cual no me atribuyo su autoría- no imaginaba que podía dibujarse en las entradas y el viaje para el recital en la ciudad de La Punta, San Luis, del Indio Solari.
  Pero cada domingo pasaba, y poco a poco me di cuenta de que “este asunto estaba en nuestras manos, nene, y el camino se acortaba, a medida que las expectativas aumentaban al acercarnos a la fecha y a eso que piden a cambio, que nos parece insignificante al sentir luego lo que realmente vale, y lo que trabajamos para lograrlo.
... Y vas a andar esta ruta, hoy cuando anochezca... y la noche del 26 llegó, con la bandera en nuestras manos hecha no sólo en la misma semana, sino que en 3 tardecitas-noches. La Plaza Libertad de Rosario se copaba, al ritmo de los bombos y los cantos candentes de la murga, se convirtió en el ghetto de los pibes.
  Espera, espera... ¿qué más daba si ya estábamos ahí, si ya sabíamos que en unas horas el Pelado iba a seducir nuevamente nuestros oídos? Hasta que llegaron los colectivos, unas cuantas hs. de viaje, y finalmente, nuestras pisadas en tierra -pero miren que me refiero a tierra en estado puro, eh- puntana. Chin-chones ganados por golazos, choripanes, cervezas y cocas, los aperitivos que nos entretuvieron durante la impaciente espera-espera de un asado que parecía que no llegaba más a causa del chofer desorientado que lo transportaba.
   A la tarde, tras una caminata por el famoso camping, hicimos la entrada al estadio junto a los eternos viajantes y las
sedas de sedas luciéndose a cuestas de nuestros cuerpos agitados.
   Presos de tu ilusión vamos a bailar, a bailar, bailar. Pasadas las 21.15, a continuación del repetido dos veces discurso de un sr. que nos aconsejaba ubicarnos en la tribuna frente al escenario, a lo que hicimos caso omiso, se oyó la clásica presentación oficial a cargo de la inconfundible voz del Indio y su Holaaaaa, como extraída de algún recital de los Redondos.
   Pedía siempre temas en la radio, Ramas desnudas -cada vez me gusta más ese tema- y Martinis y tafiroles fueron los elegidos para abrir la tercera presentación de la gira de Porco Rex. Esta vez, varias fueron las sorpresas en la lista de temas: mi tan anhelada Cruz diablo -con un largo final guitarrístico de Comotto desentonado o tal vez muy compenetrado, desde mi punto de vista-, Fusilados por la cruz roja, fue genial 'Nadie es perfecto', enganchada con Ñam fri frufi fali fru (todos estos de Patricio Rey), y el cambio de Nike es la cultura por El tesoro de los inocentes (ambos del primer disco de Solari con Los Fundamentalistas), el cual también ansiaba escuchar, con la piel de gallina, sí. No faltaron Un ángel para tu soledad, dedicada a todos los redonditos/fundamentalistas y la clásica Juguetes perdidos en un emotivo juego de bengalas y banderas que hasta el propio Indio dejó de cantar para contemplarlo.
  Por otro lado, se pudo notar a un Pelado alegre, incluso se sacó los anteojos, bromeó acerca de haber estado pensando seriamente en realizarse un peinado emo, y pidió, sin enojarse, que no le arrojaran objetos algunos desenfrenados quienes increíblemente recorrieron muchísimos km. ... algunos más, otros menos... pero ¿para golpearlo?
  Una fiesta maravillosa en un paisaje exultante, para resumir en pocas palabras lo vivido anoche, hasta la lluvia se atrasó para dejarnos vivirla como la merecíamos. Impresionante ver llegar la cantidad gente de regiones remotas, del norte hasta el sur del país, inolvidable la conjunción de los eufóricos saltos y voces en Mariposa Pontiac-Rock del país y Divina TV Führer (
bailando por un culo: Indio dixit) Es más, puedo decir que fue lo mejor que vi en mi vida, mucho mejor que Jesús María. Lástima, la desaparición de llavero, celular y documento de mi lugarteniente, y el mío... ahh, y casi me olvidaba del desubicado con la remera de la banda Pier (burdos imitadores de los Redondos).
   Ahora bien, ya sea vendiendo tortas o ahorrando con trabajito nuevo mediante, cuando el fuego crezca, quiero estar allí nuevamente. La cuenta regresiva comienza: a 84 días de la misa en la ciudad donde los Redondos tocaron por primera vez bajo este nombre, a 84 días de mi primera vez en La Plata, continúo
disfrutando mi enfermedad.

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