miércoles, 11 de enero de 2012

π

π
“Pi”
Darren Aronofsky
1998
  
    Tras la conocida obsesión que me causó Donnie Darko, continué con mi búsqueda de “películas raras”, “raras” en el sentido de que sus tramas constan de temas que no son frecuentes de ser tratados por la cinematografía, o que me introduzcan a la visión de diferentes aspectos de la realidad... en fin, películas que me dejen pensando. Entonces, me topé con un interesantísimo film cuyo subtítulo se ha traducido como fe en el caos u orden en el caos. Cuenta con una estética desarrollada en blanco y negro, donde se evocan imágenes bastante poderosas que son potenciadas a base de la impactante banda sonora como a partir de las tomas en primeros planos y movimientos de la cámara. Este acentuado contraste evidencia claramente lo estremecedor, incluso angustiante del film y a su vez capaz de tornarlo poderosamente intrigante a medida que nos centramos en la habitación enclaustrada del matemático interpretado fielmente por Sean Gullette, en su mente como en un juego psicológico muy bien logrado que del mismo modo atormenta al espectador.
    Me fascinó porque roza una de las entrañas de la filosofía que tanto me apasiona, si bien conservo mi escepticismo: si todo cambia, todo se transforma; el ser humano nace, crece y muere en una realidad circular que aparentemente no tiene inicio ni fin y siendo que a todo efecto le precede una causa que lo origina, ¿existe en el fondo una realidad inmutable? Si la realidad no es sólo aquello que recibimos de nuestros sentidos, ¿significa que es posible que una esencia de trasfondo ordenada que se esconda detrás de la apariencia caótica (sujeta a la inestabilidad) perceptible? De existir, ¿ese punto de partida primario implica un orden que puede ser determinable y rastreado? ¿Será posible encontrar una huella mediante la cual quedó manifestada alguna realidad primaria en la naturaleza perceptible? ¿Y será posible acceder a ella por medio de la matemática? Como dijo Galileo Galilei: “el gran libro de la naturaleza está escrito en símbolos matemáticos”.
    De lo mencionado se desprende que me fascinó porque se cierne sobre el conocimiento, particularmente acerca de la intrigante ciencia de la matemática, para la cual me hubiera gustado tener mayor destreza. Pero lo más impactante es que la película auna estos temas al interrogante que se plantea intrínseco sobre cuán más allá podemos ir a partir de los números o de cualquier otro sistema, sin confinarnos al apartamiento de la realidad diaria, y por ende de las relaciones humanas desde que esa persona curiosa y con pretensiones de conocimiento trascendente quizás no forma parte de las personas corrientes a quienes poco les interesa desligarse de la uniformidad en el pensamiento impartida desde el sistema educativo y los medios masivos. O en otras palabras, que la desconfianza que se puede sostener como postura de investigación acerca de la verosimilitud (o tal vez el origen de la existencia) de la realidad que capturan nuestros sentidos cada día, se extienda y nos induzca en este sentido a subestimar a los seres que nacieron y conviven junto a nosotros en esta realidad del mundo, como si los humanos, animales o plantas apenas equivalieran a millares de átomos unidos que nuestro cerebro interpreta en forma de cuerpo individual, como si pudiera ignorarse a las almas que se funden en compañía y sostén mediante la amistad, la pareja y la familia (en menor, mayor o igual medida). Como si en busca de la explicación del origen, perdiéramos nuestro origen mismo. Porque creo que la vida es el mayor de los milagros (si pensamos en la cantidad de procesos que se ponen en juego para que tenga lugar) y a través del reconocimiento de la vida de los demás, estamos impregnando de valor también la nuestra.   
    Por último, en mi opinión, creo que la vida tiene tanto de caos como de orden, y como ya expresé en una publicación pasada, casualmente llamada “Orden en el caos”, ambos estados son necesarios, ya que cuando las situaciones no se tornen tan previsibles a veces dependerá del caos que se manifieste el orden mediante el cual responderemos al cambio que éste surta. En el Antiguo Egipto se sostenía (y yo concuerdo con esta postura) que cada vida proporciona una nueva oportunidad para el aprendizaje. Ahora bien, pienso que la racionalización en extremo puede conducir a una visión que se pretenda única por guardar rigor científico, aunque sea parcial. Si cada vez que afirmarmos algo, también estamos negando otra cosa. Por lo tanto definir es limitar, reconocía ya un escritor inglés de nombre Oscar y apellido Wilde, pues cuando definimos al mismo tiempo ignoramos otras perspectivas, ergo fragmentamos la realidad reduciéndola a definiciones en lugar de mirar el todo por entero.
    Finalizada esta apenas simple interpretación, considero que debido a lo intrincado de la trama y a lo escrito en el primer párrafo se trata de una película de aquellas para ver y volver a ver, una y otra vez.



Angel
Massive Attack

jueves, 29 de diciembre de 2011

Nightswimming

   El corazón se sacude una noche al escuchar de nuevo una canción que habíamos solapado entre otros discos, la misma canción sigue provocando un pinchazo helado mientras nos abstraemos porque retrotrae a recuerdos. La canción entonces es capaz de evocar nostalgia por sí misma, como de hacernos evadir de aquello cuanto se de a entender por mundo por un rato mientras nos sumergimos entonces en nuestra realidad que se expresa a través de un piano... porque la calidez de abril tendría que haberse prolongado una eternidad y diciembre, no haber sido tan doloroso como para quemar las pieles cuando recién comenzaban a arder... porque esta noche será distinto. Debe ser una de esas noches en las cuales la luna nos espía. Cuando la urbanidad se apaga, otra realidad se enciende. Las velas desparramadas por toda la habitación devienen soporíferas para la ciudad. Que no hablen, que no se contamine, pero por las dudas vos tampoco respires. La única bocanada será lo que dure esa canción, la que baste para sobrevivir los bellos recuerdos.



Nightswimming

Nightswimming deserves a quiet night.
The photograph in the dashboard, taken years ago.
Turned around backwards so the windshield shows.
Every streetlight reveals the picture in reverse.
Still it’s so much clearer.
I forgot my shirt at the waters edge.
The moon is low tonight.

Nightswimming deserves a quiet night.
Im not sure all this people understand,
it’s not like years ago.
The fear of getting caught,
of recklesness and water.
They can not see me naked.
These things, they go away,
replaced by everyday.


Nightswimming, remembering that night.
September’s coming soon.
I’m pining for the moon.
Side by side in orbit,
around the fairest sun.
That bright, tight forever drum
could not describe nightswimming.


You, I thought I knew you.
You, I can not judge.
You, I thought you knew me.
this one laughing quietly underneath my breath.

Nightswimming.
The photograph reflects,
every streetlight a reminder.
Nightswimming deserves a quiet night... deserves a quiet night”.

 Automatic for the people
R.E.M 

lunes, 26 de diciembre de 2011

La Comunidad del Anillo

    Si hay algo que me cuesta comprender es que Peter Jackson haya pasado desapercibido el carácter curioso de Merry y Pippin, a pesar de que estos hobbits podían pergeñar y guardar el secreto de un plan de un modo tal que ni Frodo ni nadie se enterase, asemejando su carácter como tonto cuando en realidad conservaban cierta ingenuidad derivada especialmente del hecho de que nunca antes habían salido de su país ni menos pensaban embarcarse en tal aventura y aunque nuestra vista podría darnos una impresión contraria, ¡aún eran niños!, además que por otro lado, es innegable que le aportan dosis de humor al relato, junto a Bilbo Bolson (o Baggins, según el apellido original, como prefieran) y teniendo en cuenta, claro la fascinación de Sam hacia los Elfos. Ahora, si hay algo que me resulta inaceptable es que el director de la trilogía haya omitido por completo a Tom Bombadil sin siquiera hacer ninguna mención de él, un personaje tan encantador como misterioso, quien además de ser poseedor de cierto peculiar atributo, tiene la costumbre de referirse a sí mismo en tercer persona la mayor parte de las ocasiones en que aparece. En cambio, sí le reconozco el crédito en la revalorización que la cinematografía logró de un gran autor así como de una gran historia que tal vez, si no hubiese sido gracias a la serie de películas habría conocido más tarde.

    Recién acabo de terminarlo (y quiero saber qué ocurrió con Gandalf... aunque la portada de la edición que tengo quizás me arruine el suspenso), y puedo decir que de las películas basadas en libros que he leído, aún no he podido quedarme con ninguna que pueda equipararse a la esencia que me deja el relato escrito (aunque tenga bien en claro que una es la interpretación del director, y otra diferente que no tiene por qué coincidir, la mía), en particular de éste, que merece ser leído y releído porque está construido a partir de los detalles, desde el bello modo que tiene Tolkien al describir los colores, aromas, paisajes intrigantes, sombríos o de paz eterna en torno a los cuales se va desarrollando hasta las leyendas y canciones a las cuales se alude ligadas con la historia principal y que devienen en más y más ganas de continuar adentrándose en los protagonistas de esos relatos antiguos. Francamente, creo que si me pusiera a narrar cada apreciación, cada emoción y pensamiento que me suscitó su lectura, no alcanzaría a llenar las páginas que quisiera.
    Sin embargo, hay algunos rasgos que me dejaron una huella, y quisiera compartirla en esta publicación. Existe uno de los diferentes pueblos que alberga la Tierra Media que me sorprendió y a la vez, me agradó durante el relato, como son los Elfos. Si bien en una breve publicación anterior ya había hecho mención sobre un elemento muy importante en su cultura, la música y las leyendas hay otro atributo que poseen que me acercó muchísimo a ellos. Porque cuando uno piensa en seres muy bellos al igual que sabios, puede constatar a menudo la impresión que se lleva después de haber tratado con ellos (y antes, también) es que tienen idénticas proporciones de soberbia, pero lo contrario sucede con estos seres, ya que su luminosidad no radica en su aspecto físico principalmente sino en su gentileza y su generosidad que los convierten en personajes legendarios, como en este pasaje que no será lo mismo si se acompaña con la canción Staralfur de Sigur Rós, pueden ayudar y salvar del mal sin obtener nada a cambio a un grupo de hobbits desorientados en tierras desconocidas, invitándolos luego a compartir de una noche junto a ellos y de sus alimentos que escasean porque caminan el exilio, sintiendo como única recompensa la alegría al saber que uno de esos hobbits conoce su idioma y que no satisfechos apenas con este descubrimiento lo nombren “amigo de los Elfos... o como en Rivendel donde los Elfos en épocas del concilio la reunión comienza antes de sentarse a discutir las cuestiones que les atañen, porque antes priorizan sentarse a compartir la mesa con integrantes de diferentes pueblos. Por otro lado, pienso que si pudiera vislumbrar al menos resabios de la música (porque yo a la música también la recreo en imágenes) de los Elfos en alguna banda contemporánea, sonarían sin dudas como Sigur Rós, Amiina, Oláfur Arnalds y Yann Tiersen cuya magia me guió a lo largo del relato... y tal vez incluso sin modificar la tonalidad de sus voces, porque creo que si escuchara a una elfa hablar podría hacerlo mediante la dulce y suave voz de Claire Pichet.

    No obstante, de un personaje me enamoré de veras, y no debido a su aspecto exterior (que además, dista bastante de la caracterización que consiguieron en la película... sí, en Hollywood realmente hacen magia), es de Trancos o Aragorn, alguien capaz de ver y oír cosas que nadie veía y oía, y en quien las apariencias resultan completamente engañosas puesto que su modo de llevar la vida a los ojos ajenos, es adverso a lo que significa en la realidad, por ese motivo es que tenemos que conocerlo de verdad para descubrir al verdadero Aragorn. ¡Y qué mejor identificación que pude encontrar en él!

    Si bien antes había despreciado esta historia a causa de cierto prejuicio (no sólo era nacionalista en las preconcepciones) que me impedía acercarme a las historias catalogadas como ciencia ficción apenas por considerarla muy fantasiosa e imposible de creerla, cuando en este momento ya no busco certezas, como decía el querido Cortázar en una entrevista, y si puede conmoverme una historia de personajes ficticios, o no, porque Tolkien para esta obra se ha basado bastante en las raíces de culturas nórdicas e inclusive de su propia procedencia, es porque hoy en día lo fantástico se encuentra en mí entrelazado con lo real en esas ansias de difuminar los límites hasta hacerlos borrosos y poder escapar de ellos, imaginar, explorar y adentrarme en aristas que mi mente habitual y corriente aún no ha alcanzado a percibir.

    La Comunidad del Anillo no es sólo una narración de guerra, sino que es al mismo tiempo una narración sobre poder; de hecho pude leer la descripción más precisa de poder que jamás había podido conseguir en cualquier libro de historia, un relato sobre temores que se respiran mientras el dominio de la Sombra se aproxima y acrecienta, y sobre todo, una historia acerca de valores, como la amistad, la solidaridad, la unión, la búsqueda de la reconciliación a pesar de viejos rencores, sobre seres poderosos que además pueden entrañar humildad, y en igual medida son capaces de aceptar sus errores así como escuchar el parecer de los demás, una historia acerca de la conexión de los seres vivos con la naturaleza, y sobre quienes tanto tenemos que aprender, pues se vinculan de tal modo con ella que la conciben como el único espacio que tienen y que por ende deben cuidarlo aún cuando ello implique la ruptura de la tranquilidad individual para lograr un bienestar sin ninguna clase de sujeción donde cada habitante de la Tierra Media alcanzara a tomar parte.

    A continuación, y antes de finalizar (quiero irme a la cama a comenzar Las Dos Torres), quisiera dejar algunas frases que subrayé, las cuales realmente me impresionaron...

“Un mortal que posee uno de los Grandes Anillos no muere, pero no crece ni adquiere más vida. Simplemente continúa hasta que al fin cada minuto es un agobio. Y si se lo emplea a menudo para hacerse invisible, se desvanecerá, se transformará en un ser perpetuamente invisible que se paseará en el crepúsculo bajo la mirada del Poder Oscuro que rige los anillos. Sí, tarde o temprano (tarde si es fuerte y honesto, pero ni las fortalezas de los buenos propósitos duran para siempre), tarde o temprano el Poder Oscuro lo devorará.

“Siempre después de una derrota y una nueva tregua, la Sombra toma una nueva forma y crece otra vez”.

“La Gente Grande y la Gente Pequeña (como se llamaban unos a otros) estaban en buenas relaciones, ocupándose de sus propios asuntos y cada uno a su manera, pero considerándose todos parte necesaria de la población de Bree. En ninguna otra parte del mundo hubiera podido encontrarse este arreglo peculiar (aunque excelente)”.

Elen síla lúmenn' omentielvo, una estrella brilla en la hora de nuestro encuentro”.

“Hay una semilla de coraje oculta (a menudo profundamente, es cierto) en el corazón del más gordo y tímido de los hobbits, esperando a que algún peligro desesperado y último la haga germinar.

En Rivendel junto a los Elfos: “Frodo no había visto ni había imaginado nunca belleza semejante en una criatura viviente, y el hecho de sentarse encontrado a la mesa de Elrond entre tanta gente alta y hermosa lo sorprendía y abrumaba a la vez. Aunque tenía una silla apropiada y contaba con el auxilio de varios almohadones, se sentía muy pequeño, y bastante fuera de lugar, pero esta impresión pasó rápidamente”.

Sobre Frodo, también en Rivendel (la bastardilla corre por mi parte): “Buscó primero a sus amigos. Sam había pedido que le permitieran atender a su amo, pero le respondieron que esta vez él era invitado de honor”.

“Es peligroso estudiar demasiado a fondo las artes del Enemigo, para bien o para mal”.

“Basta desear el anillo para que el corazón se corrompa”.

Es el Medio Elfo Elrond quien habla: “Ésta es la hora de quienes viven en la Comarca, de quienes dejan los campos tranquilos para estremecer las torres y los concilios de los grandes”.

“Muchos males han de caer sobre un país para que olvide del todo a los Elfos”.

“Sólo oigo el lamento de las piedras que todavía los lloran: Profundamente cavaron en nosotros, bellamente nos trabajaron; altas nos erigieron, pero han desaparecido”.

“Es cierto que el mundo está colmado de peligros, y que en él hay muchos sitios lóbregos, pero hay también muchas cosas hermosas, y aunque en todas partes el amor está unido hoy a la aflicción, no por eso es menos poderoso”.

“En todo lo que crecía en aquella tierra no se veían manchas ni enfermedades ni deformidades. En el país de Lórien* no había defectos”.
*reino de Elfos

“Aunque Frodo caminaba y respiraba, y el viento que le tocaba la cara era el mismo que movía las hojas y flores de alrededor, tenía la impresión de encontrarse en un país fuera del tiempo, un país que no languidecía, no cambiaba, no caía en el olvido”.

“[...] nunca había tenido antes una conciencia tan repentina e intensa de la textura de la corteza del árbol y de la vida que había dentro. La madera, que sentía bajo la mano, lo deleitaba pero no como a un leñador o un carpintero; era el deleite de la vida misma del árbol”.

“'Oscuras son las aguas del Kheled-zâram y frías son las fuentes del Kibil-nâla, y hermosas eran las salas de muchas columnas de Khazad-dûm en los Días Antiguos antes que lo reyes poderosos cayeran bajo la piedra'. Galadriel miró a Gimli que estaba sentado y triste, y le sonrió. Y el enano, al oír aquellos nombres en su propia y antigua lengua, alzó los ojos y se encontró con los de Galadriel, y le pareció que miraba de pronto en el corazón de su enemigo y que allí encontraba amor y comprensión”.

“Puedo ordenarle al Espejo que revele muchas cosas y a algunos puedo mostrarles lo que desean ver. Pero el Espejo muestra también cosas que no se le piden, y éstas son a menudo más extrañas y más provechosas que aquellas que deseamos ver. Lo que verás si dejas en libertad al espejo, no puedo decirlo. Pues muestra cosas que fueron, y cosas que son, y cosas que quizá serán. Pero lo que ve ni siquiera el más sabio puede decirlo. ¿Deseas mirar?”.

“Recuerda que el Espejo muestra muchas cosas y que algunas no han ocurrido aún. Algunas no ocurrirán nunca, a no ser que quienes miran las visiones se aparten del camino que lleva a prevenirlas. El Espejo es peligroso como guía de conducta”.

Hay quien lee y prefiere hacerlo desde la confortabilidad de un sillón, de su cama o quizás contra el tronco de un árbol que puede convertirse en un cómodo respaldo para un lector, pero también hay quienes encuentran entre las páginas una cuerda que a la vez los desanuda de ese sillón, de esa cama o de ese tronco de árbol y los introduce en un mundo donde aunque invisibles, también pueden ser protagonistas. Y así, Tolkien me hizo sentir como en casa en su mundo creado, como la niña que no discierne entre realidad y fantasía, como cuando se cumple el milagro de la vida al abrir las páginas de un libro y al cerrarlas sigue permaneciendo el deseo de quedarse a vivir para siempre en él.  

Claris.

sábado, 24 de diciembre de 2011

Preámbulo a las instrucciones para dar cuerda a un reloj

   “Piensa en esto: cuando te regalan un reloj te regalan un pequeño infierno florido, una cadena de rosas, un calabozo de aire. No te dan solamente el reloj, que los cumplas muy felices y esperamos que te dure porque es de buena marca, suizo con áncora de rubíes; no te regalan solamente ese menudo picapedrero que te atarás a la muñeca y pasearás contigo. Te regalan -no lo saben, lo terrible es que no lo saben-, te regalan un nuevo pedazo frágil y precario de ti mismo, algo que es tuyo pero no es tu cuerpo, que hay que atar a tu cuerpo con su correa como un bracito desesperado colgándose de tu muñeca. Te regalan la necesidad de darle cuerda todos los días, la obligación de darle cuerda para que siga siendo un reloj; te regalan la obsesión de atender a la hora exacta en la vitrina de las joyerías, en el anuncio por la radio, en el servicio telefónico. Te regalan el miedo de perderlo, de que te lo roben, de que se te caiga al suelo y se rompa. Te regalan su marca, y la seguridad de que es una marca mejor que las otras, te regalan la tendencia a comparar tu reloj con los demás relojes. No te regalan un reloj, tú eres el regalado, a ti te ofrecen para el cumpleaños del reloj.



Fragmento: Manual de instrucciones, Historias de cronopios y de famas, Julio Cortázar
Nota: destacé ciertas frases en negrita porque guardan pensamientos que reflejan mi punto de vista;
si alguna de las frases, además aparece en cursiva es porque se trata de Julio, y mejor no lo pudo haber escrito.

viernes, 23 de diciembre de 2011

Instantes

    Nosotros sabemos que la distancia incrementa el deseo. Hacía apenas dos días (una eternidad) que no te veía, y ya quería pasearme a través de tu piel. Para colmo, el comienzo del verano nos ajusticiaba con su calor, y nosotros haríamos un pacto de calor en nuestros cuerpos, pero tenía que ser de noche, pues cuando el verano encuentra su pesadumbre, yo hallo mi luminosidad en la penumbra.
    Entonces, recibimos (porque aunque me hablaban a mí, nos estaban citando a los dos) aquella llamada telefónica, y la distancia se disolvió de repente imperceptible, como el azúcar en el café amargo de la mañana temprana, como el viaje en colectivo que se hace repentino cuando se funde con la compañía de la música, como las obligaciones que se esfuman ante la concreción del encuentro tan alegremente insospechado.
    Tácitamente nos dijimos que no necesitábamos más luces que las de nuestros ojos. Sin embargo, la ventana no podía estar cerrada, pues habíamos esperado esa noche durante toda la semana. Mientras nos acomodábamos en el sillón, la oscuridad se apoderaba de la habitación, consintiendo sólo a la brisa que precede al vendaval a soplar en nuestros cuellos. El viento diseminaba el anuncio de la lluvia a lo largo de la sala de estar, su aroma fabricaba el ambiente. El cielo pálido comenzó a teñirse de un color gris, las pinceladas de acuarela eran de parte de las nubes cargadas de gotas, pues habíamos esperado esa lluvia durante toda la semana, y no por apagarse las estrellas el cielo deja de evocar su gracia. La belleza esta vez comenzó a caer en forma oblicua. La belleza caía o en realidad estaba elevándose. El perro se había tendido junto al sillón, haciéndonos compañía elaboraba también el ambiente. Se había establecido tal conexión, que no podía ser interrumpida; la dulzura del agua nos llamaba a llover con ella, sintiendo su humedad penetrándonos hasta los huesos retornábamos al cielo y luego a la tierra, y después de estacionarnos en el pasto del jardín éramos impulsados de nuevo por el vendaval que nos cavaba el cuerpo. No obstante jamás dejamos de sonreír ni de sentir ese cosquilleo que delata a la felicidad puesto que sabíamos que ese era su gesto, estábamos recuperando la fuerza natural (aunque durara apenas un momento), y era tan placentero... estábamos integrados, éramos tan humanos.
    Tantos besos no podían caber en una canción. Si antes, en Rosario había deseado estar como lo estaba ahora sentada en tu regazo, en este momento lo único que deseaba era disfrutar de ese instante, desarmarme en armonía con el trueno y rearmarme en ese ratito perfecto de silencio, de pausa calma que otorga el refucilo tan cómodo como utópico de ciudad, extraviarnos por un momento del alboroto de la urbanidad y detenernos en ese instante con la inmortalidad del abrazo que ama. Sin necesidad de palabras y con el chaparrón murmurando en la ventana, nos dirigimos a la habitación para eternizarlo.