viernes, 21 de agosto de 2015

Un grito, el grito


Un grito que se aturde que no cierra el ojal los hoyuelos que no cose que le prende más botones indignado

martes, 24 de febrero de 2015

Mundo interior, mundo exterior (A. Hofmann)

     Albert Hofmann se hizo notablemente conocido y admirado, con fundamento, por habernos dado a la luz a la LSD (dietilamida de ácido lisérgico), por haber sido el autor del más célebre paseo en bicicleta cuando viajaba entre los efectos de dicha sustancia, y además creo que se merece nuestros más profundos respetos por haber llegado tan lúcido a su ancianidad. También en el campo de la química ha realizado otras importantes contribuciones. Por otro lado, le debemos su aporte decisivo a la resolución de los Misterios de Eleusis (Grecia), donde se celebraban experiencias extáticas como consagración a los ciclos de la naturaleza y el empuje hacia los estados ampliados de consciencia conseguidos allí era ni más ni menos que el cornezuelo de centeno, precursor de la LSD y base de la pócima kykeon. Sin embargo, poco suele comentarse sobre su cosmovisión, la cual fue forjándose desde su temprana infancia y se plasma en una serie de ensayos compilados bajo el nombre Mundo interior, mundo exterior. Nos inicia a la lectura un brillante prólogo de Josep María Fericgla (un viejo conocido en el ámbito de las sustancias psicoactivas), quien nos da una idea muy atinada sobre la importancia del paso por esta vida de Albert. En los textos predominan, expresados en un lenguaje tan sencillo como preciso, temas como la relación entre la mente y la materia, la configuración de la realidad explicada desde la didáctica metáfora "emisor-receptor", la amplitud de la consciencia y la reincorporación del ser humano a la naturaleza como condición para recobrar el sentido de la vida.



    El libro en su total extensión es de sobra interesante como recomendable. Aquí sólo voy a mencionar (curada de espanto de mis comentarios kilométricos) una idea que Albert reverbera, la cual encuentro afortunadamente con asiduidad en los autores que estoy frecuentando y que se me evoca en mis más modestas pero no menos asombrosas observaciones cotidianas. Consiste en que la creación misma, el funcionamiento de la vida* constituye una prueba tangible de la existencia de un plan en diversas configuraciones cuantas formas de vida existen y a partir de allí puede rastrearse una inteligencia que nos precede y nos sucederá a todas las criaturas, a la cual podría llamársela divina, y con ella, una realidad espiritual trascendente a la religiones ortodoxas y dogmáticas que ha fabricado la humanidad. Esta realidad nos vincula a todos los seres como integrantes de la naturaleza en una causa común que nos confiere un lugar en el mundo, puente para una mayor confianza en nosotros mismos que despeje finalmente la incógnita del egoísmo. Cabe destacar que en la emergencia de la realidad Albert nos sitúa como co-creadores. No obstante, no reniega de la ciencia, por el contrario él aclara que su actividad en la química lo acercó a estas inquietudes. Entonces nos muestra a lo largo de sus textos cómo las disciplinas científicas y la espiritualidad en realidad se complementan, siendo ambas necesarias para la experiencia del conocimiento y la vida del ser humano, porque es del modo en que las practicamos donde está el quid de la cuestión.
    Sin más, les doy cita con el libro, cuyo enlace para descargarlo ofrece gentilmente el sitio Contracultura.

*Nota al callo del pie: desde los mecanismos que subyacen al ADN hasta el proceso de fotosíntesis mismo, ni qué hablar de la complejidad del trabajo que desempeña nuestro sistema inmunológico o nuestro organismo por entero cuando se asocia con la voluntad y es capaz de poner en ejecución una idea previamente concebida... si mis conocimientos fueran más amplios, seguramente podría citar más ejemplos.

lunes, 16 de febrero de 2015

Apostillas de una aspirante a correcaminos conscuente

I
Creo que correr y montar en bicicleta me sientan bien, y sinceramente creo que le lucen de maravillas a cualquiera que emprenda estos arrobamientos en cuerpo y alma... en efecto, he recibido muy buenos halagos mientras entrenaba.

II
Correr en pareja es más excitante, no necesitamos que nos avale ningún estudio difundido por el diario La Capital, de Rosario. Mi tortolito y yo, corriendo por los prados tomados de la mano, hemos comprobado científicamente que el sudor sabe más rico. Además, forma parte del cortejo de las palomas, que predican con el ejemplo, cuando el macho corretea a la hembra en busca de su amor.
 
III
Mi entrenamiento ya es lo suficientemente vasto como para motivarme a perseguir a un colectivo urbano a lo largo de una cuadra, alcanzar a subirme y en lugar de caer rendida sobre el asiento, encaminarme al pomposo saqueo de pagar el boleto.

 

jueves, 5 de febrero de 2015

procurándome mi Tierra

¿dónde ha quedado mi Tierra?
agrietando la coraza inexpugnable... 
así me acerco
donde prosperan mis flores rojas...
ahí arraigo mi encuentro

con un fruto de la Tierra se alzó Eva
la oscuridad es al invierno,
la antesala de la primavera 
y mi útero pone
el fuego y la leña
 
     Las imágenes que ilustran mi micro-texto son obras de arte creadas por Zanele Muholi con sangre recolectada de su ciclo menstrual. Las elegí como acompañantes porque lo que se dio en nuestro encuentro fue una sincronicidad, con la impronta junguiana del concepto: coincidencia significativa de fenómenos vinculados no de manera causal sino por el sentido. Fue una conexión menstrual con ella y con cada mujer que está intentando experimentar su ciclo de un modo más natural, tendiendo hacia la aceptación que deriva del autoconocimiento. Lo que quiero decir es que el texto de arriba vino a mi mente antes de haberme encontrado con los dibujos de Zanele. Podemos decir que los símbolos fluyen y nos embargan por sí solos, como las flores rojas en el sangrado de nuestra menstruación.
    Al respecto, quiero comentar que ya son varias las artistas que utilizan su propia sangre como materia prima de sus dibujos; algunas conocidas en la red son Vanessa Tiegs y Juliaro. Por su parte, el blog La Carpa Roja les propuso a sus lectoras dejarse inspirar por su menstruación, la cual se encuentra en clara correspondencia con algunas fases lunares (para profundizar este conocimiento recomiendo el libro Luna roja, de Miranda Gray). 
    Lo llamativo, para mí es que el pasado año en México se convocó a mujeres y también a hombres a un concurso de dibujos realizados únicamente con sangre menstrual. La galería completa puede visitarse virtualmente, y allí mismo se enseñan técnicas de conservación, dilución y secado de la sangre para lograr alguna como estas maravillosas obras de arte, así que mi conclusión viene por el lado de que habría que iniciarse en esta práctica. Aún más, contando con el antecedente de que fueron hombres quienes consiguieron los dos primeros puestos: artemenstrual.org/resultados. Inferimos que, forzosamente, ellos tienen que haber sido provistos de la sangre menstrual por alguna amiga, pareja o hembra de parentesco. De cualquier modo, soy una romántica expuesta (¿o una  chisgarabís?: mujer entrometida) y me encantaría conocer la trama en la cual empezaron a crearse dichos dibujos, porque además me agrada descubrir que están cargados de simbolismo arcaico femenino cuya comprensión portan de seguro estos muchachos.

viernes, 30 de enero de 2015

Cuento online... para la foto

     Recomiendo el cuento Una sesión de tomas de Ana María Shúa. Tiene momentos hilarantes y además les embate un súbito sacudón a nuestros prejuicios. En esta página es posible leerlo completo. A decir verdad, está para la foto.