miércoles, 26 de diciembre de 2012

Como barrilete de niños...

Si te alcanzo,
me remonto  
Para J.M.

lunes, 24 de diciembre de 2012

En busca de callitos extraviados

     El intento no fue trunco, la mano no se torció. Pero ahora, necesito recuperar los callitos de mis dedos izquierdos, los de una época que ejerce sin trastocar la buena memoria y me retrotrae a través del cable a Tierra que supo llevarme a bordo, cuando ella se sentaba sobre mi regazo y yo me apoyaba a gusto sobre las cuerdas desplazándome como pajarito errante de árbol en árbol, ensanchando los minutos hasta desembocar en una eternidad enteramente dichosa marcada solamente y dulcemente por los acordes que ella conseguía extraer de mis huidas y yo luego, quería devolverle como persiguiendo sus latidos.

    Ello requerirá de práctica, que se sabrá diaria y horaria, con cierto acompañamiento de voz... así que hago de esta entrada un comunicado, después de cuya publicación se entenderá que mis vecinos (y quienes se encuentren cerca) han quedado avisados de que la guitarra criolla y yo volveremos a surcar el aire juntas, pese a que en ocasiones me ha robado la imaginación una imagen mía sosteniendo una guitarra acústica (y esto puede oler a infidelidad), esperamos que no ofenda a nadie nuestra reconciliación. Trataré de no desafinar.

viernes, 21 de diciembre de 2012

Gracias a un corte de electricidad...

     recuperé a un castaño compañero. La lluvia ya no era amena, derramaba las gotas como golpes que azotaban. La lluvia velaba la noche con ininterrumpido estrépito. La radio casi nunca suele sentarse a mi lado, menos en estos días de ausencias. Así fue que me sentí inducida a dirigirme hacia el rincón que forman mi cama y el equipo de música. Allí estaba, obturado, pequeño expulsado de mi mirada. Lo rescaté del polvillo en el que estaban sumergidas sus vestiduras. Lo desnudé lentamente, temía hacerle daño, más de lo que ya había causado el paso del tiempo. Pero su piel llevaba la misma delicadeza de aquellos años que guardaron mis recuerdos. Suspendidos, supo que volvía a ser yo. Nos apoyamos sobre la cama, tomé su cuerpo y cuidadosamente lo acomodé sobre mí. Rezumaba el aroma que esperaba encontrar. Sabía a madera encantada y clara. Transmitía el hechizo de algún bosque lejano donde existen duendes y sabios. Me animé a improvisar. Aunque creo que le despeiné las cuerdas. Se puede entrever un arrullo de algún lago surcando esas pobladas tierras mientras lo arreglo un poco. Un momento... necesito una canción que conmemore esta noche de oscuro encandilamiento. Me bañaré en el lago, ya que la brisa en las manos se siente bien. Me dejaré llevar, ya que él me ha arrastrado hasta ahí. Nunca podría haberme conducido hasta ahí bajo el dominio de mi voluntad, él me ha llamado indudablemente. Me susurró en el aire algo así como: "vení, aunque sea mordé acordes de mí y arrojáselos a la noche inquieta que truena los sueños. Dale, vení que se quiere quedar hasta mañana y jugar a nublarle la vista al Sol". Trato hecho, intentemos remediar con un poco de memoria el presente inundado. Disfrutemos el intento, mirá que puede mojarse también. Qué calidez fue que hablase él primero antes de que yo consiguiera hacerle decir unas notas... demás está escribir que demoré bastante rato en poder hacerlo. Como sea, se ingenia para no hacerme desafinar tanto y despejarme del tumulto, del barullo, del ruido a agua o a gente insomne que desde el anonimato de los edificios se atreve a desgarrar la noche a gritos. Con sólo los dos acordes que componen Songbird me sacó una gran sonrisa, de encías asomadas, pero es más que eso... instrumento querido, guitarra.

  

Lo que me aborda

 ... y me desborda

expresamos nuestros desacuerdos emitiendo frases en facebook
compensamos el desequilibrio acompañando a partidos o novelas de ficción
difuminamos lo que nos pueden llegar a mostrar los sueños
desde el instante en que nos despierta la prisa
extendemos los límites de la vida cosiendo una conversación
pero evaporamos el establecer que no discutimos para vencer
enteramente previsibles
donde el ojo vigila
luego, somos libres
donde jueces nos irrumpen y repercuten en la extrañeza
perpetuos problematizadores
de la ideología que se te hinca sobre la esencia
delegamos a tal punto que confiamos la resolución a la policía de la represión
cuyo jefe es quien apunta mientras se atreve a hablar en nuestro nombre
pero esta vez no nos desarmaron las fuerzas armadas de soberbia y orgullo
hemos desalojado la lucha antes de unirnos
mientras, me aíslo a estudiar cómo se produce la disgregación
estoy disociada
me canso de mí y me exilio
me enajeno a escribir en lugar de salir a enfrentar, a cambiar
un cambio conformado a ser conservación
me canso y me aguanto
me quedo a intentar mejorarme
un mundo se abre en mi cabeza
una tierra se sacude y drena aguas
o un mar decide sucumbir bajo tierra
el mito de la creación me sobreviene
¿estará el espíritu en la música o en el silencio?
para mí, vibra en ambos
lejos de dualismos, se transforma, se recrea
divina capacidad
hemos perdido

martes, 18 de diciembre de 2012

Los otros 363

 "Las palabras fueron originariamente ensalmos,
y la palabra conserva todavía hoy mucho de su antiguo poder ensalmador"
Sigmund Freud, Primera conferencia de introducción al psicoanálisis
 

     Existe cierta actitud asumida ante la proximidad de las festividades del fin de año, la cual provoca en mí un asombro inusitado. No reside en la voracidad con la que se presenta el consumismo, no, eso ya no me sorprende, ya que, con matices, lo vemos acechando a lo largo del año.
     A los días de la Navidad o el Año Nuevo se los ha colmado de una carga simbólica capaz de producir reminiscencias que parecen evocar en muchas personas durante las fechas cercanamente precedentes, impostergables intenciones de saludar a cualquiera, desear mutuas felicidades o los buenos días, e incluso soltar un abrazo.
     Esa diferencia, aunque encogida a causa de la brevedad en que discurre y de la supremacía de la que se jactan algunos acontecimientos, no se diluye ni se escurre, excluye y extravía a los otros 363 días, como si les impidiera desplegar su potencial emotivo de antemano, al estar desprovistos de feriado laboral o de un arbolito iluminado en su homenaje son días menospreciados, lo mismo que cuando lo que se anhela de la semana es la llegada del fin de semana o del trabajo, las vacaciones, como si indicaran que ahora se puede comenzar a disfrutar. Los calendarios los señalan como iguales, normales y apáticos, apuntándolos en idéntico color, y acentuando la diferencia nos inducen a mirar en un destacado colorido a los días festivos... aunque al mismo tiempo, haga titubear sobre la autenticidad de los gestos reproducidos estas fechas distinguidas. 
     Por ello, invito a que ¡brindemos (por) la dicha de multiplicarnos los "buenos días, las felicidades y los buenos deseos"... de todo el año!

   

"Please, don't flow so fast
You, little mountain din
I'll bottow piano sounds from you"