viernes, 28 de octubre de 2011

Donnie Darko: orden en el caos

   Cuando termine de escribir este texto, probablemente ya estaré pensando en agregar una etiqueta al blog con el nombre Donnie Darko, ya que francamente no recuerdo alguna otra película que me haya persuadido a reflexionar, ahora filosóficamente, tanto como ésta.
   Como plasmó Friedrich Nietzsche, uno de mis filósofos más influyentes, en Así habló Zaratustra: “no existen un bien y un mal imperecederos. Tienen que superarse a sí mismos por sí mismos siempre de nuevo. Con nuestros valores, con nuestras palabras sobre el bien y el mal, vosotros, los valoradores, ejercéis la violencia, y ése es vuestro oculto amor, el esplendor, la emoción, el desbordamiento de vuestra alma. Mas de vuestros valores brota una violencia más fuerte y una renovada superación: al chocar con ella se rompen el huevo y la cáscara. Y quien quiere ser un creador en el bien y en el mal, ése ha de ser primero un destructor, y quebrantar valores. Así, para realizar el mayor bien hay que cometer el mayor mal: ésa es la bondad creadora. Hablemos de esto sapientísimos, aunque haga daño. Peor es callar: todas las verdades calladas se vuelven venenosas. ¡Y rompamos todo aquello que podamos romper a nuestras verdades! ¡Hay aun muchas cosas por edificar!.
   Aquello mismo representaba Donnie, quien de seguro debe haber leído a Nietzsche: el cambio, que tiene como contrapartida al orden, así como la vida a la muerte. ¿Qué es la vida sino una continua transformación? Si consideramos el aspecto biológico, nacemos, nos desarrollamos, crecemos, nos reproducimos hasta que morimos, completando las fases. Entonces, si este camino se encuentra asignado desde el comienzo de la existencia, ¿cómo podríamos considerar al pensamiento apartado del mismo? De otro modo, ¿cómo podríamos madurar nuestra mente si no estamos dispuestos a incorporar ideas desconocidas, aunque esto implique que las verdades que hasta ahora hemos aceptado apenas pendan de un hilo? Más allá de que finalmente no siempre concordemos con las diferentes ideas que podamos conocer, creo que si nos mostramos renuentes de antemano nuestra capacidad de reflexión y por ende, de actuación bien podría equipararse a la de un adoquín, y no siempre puede predecirse con exactitud qué nos deparará el destino.
   El cambio, el caos, el dolor es lo que precisamente nos permite, a partir de la experiencia, tomar nuevas estrategias hacia la vida y por consiguiente sobrevivir. ¿Cómo sabemos lo que es el placer si no conocemos al mismo tiempo lo que es el dolor? Remontándonos al Antiguo Egipto, según se cuenta en el mito de Osiris, donde Horus representa al orden, mientras que su opuesto está constituido por Seth, encarnando la destrucción, librando así entre ambos la contienda eterna de la construcción y la destrucción. Incluso, el mundo corría el riesgo de ser destruido durante la noche, y el sol naciente aseguraba la continuidad de la vida cada día. No obstante, es posible apreciar entonces a Seth no como una fuerza oscura o malvada, como popularmente se cree, sino  sumamente necesaria en este proceso al igual que Horus.
Horus y Seth, coronando al rey Ramsés III
   En este sentido, como bien explica el filósofo alemán Shopenhauer: nacimiento y muerte pertenecen igualmente a la vida y se contrapesan. El uno es la condición de la otra. Forman los dos extremos, los dos polos de toda manifestación de la vida. Este significado es el que no lograron comprender en el pueblo de Donnie, tan aferrados a su paradigma que si bien en cierta manera les otorgaba seguridad y preservación era falsa, siendo que en realidad este orden sólo se prolongaba conservándose a sí mismo, trayendo consigo aparejada toda negación de la existencia basada en apenas  ciertas concepciones asentadas y arraigadas merced a "lo que fue y es conocido", las cuales ocasionan sólo prejuicios ante "lo desconocido", o en otras palabras pura muerte. En fin, es a causa de la muerte, de que sabemos de su finitud que la vida es digna de ser valorada.
   Aunque tal vez, en realidad ese final trágico de Donnie constituya también otra paradoja, y simbolice  en un futuro la oportunidad de dar paso a la vida que se deposite en alguien, quien además de suceder el libro de Roberta Sparrow pueda estar tan purificado en sus valores como lo estuvo el joven Darko para ser capaz de acompañarlo en sus metas y cavar tan profundo como él, haciendo por fin trizas esas enterradas y obsoletas raíces, llevando por fin aire... aire de regeneración.     

domingo, 23 de octubre de 2011

Donnie Darko

   "La destrucción es una clase de creación". Después de haber visto por segunda vez la película, lo atisbo a Donnie como un lobo estepario hessiano, es decir un joven visionario y perspicaz cuyas concepciones y valores estaban muy adelantados con respecto al común de la población de Middlesex, donde vive junto a su familia, siempre tan apegada a la moral  que deviene inexorablemente en hipócrita, albergando a personas no sólo conformistas sino también intolerantes quienes se atreven a desalentar cualquier conducta que no concuerde con su modo de actuar sin mayor fundamento que la reprobación. El pseudo-pastor Jim Cunningham y su súbdita fanática, la señorita Kitty Farmer son el perfecto factor que conjuga de manera tan exacerbada como insoportable esta cualidad.
   "Donnie Darko", ¿qué clase de nombre es ése? Suena a un superhéroe o algo por el estilo". En cambio, él quería cambiar las cosas, como se lo manifestó a su compañera de clases, Gretchen Ross, y de ese modo llevaba cabo sus acciones, si bien era consciente de que sus consecuencias no lograban encajar en ese mundo, un mundo reprimido sexualmente, el cual no era capaz de ver que no todos los aspectos en la vida podían acomodarse dentro de una línea del miedo y el amor, o el bien y el mal, y que lo dejaba constantemente tan agobiado y perturbado. En definitiva, a medida de que el punto de vista general acordoba que Donnie apenas era un loco que sufría alucinaciones, él se sentía más solo y ahogándose  de dolor, careciendo de sentimientos recíprocos que le hicieran soportar su estadía en ese mundo, comprendiendo cada vez con mayor certeza y desesperación de que nada tenía que hacer allí, que ya había cortado los lazos con esa realidad, o a decir verdad nunca los había tenido.
   "I find it kind of funny, I find it kind of sad"... y macabro, en cuanto a las apariciones  del conejo gigante y tenebroso, que sin embargo me traen reminisencias a otra historia literaria, que durante el transcurso de la película proliferan, esta vez la de Alicia en el país de las maravillas, cuando es precisamente un conejo también el ser que introduce a la protagonista a otra realidad paralela.
   "The dreams in which I'm dying are the best I've ever had". Estaba predestinado que iba a ser Donnie quien tenía que enmendar cada uno de los inusitados virajes de la historia, puesto que él los había ocasionado, y en cierto modo también él mismo había provenido de algún agujero de tiempo, entonces debía dejar este universo tal como se encontraba, despidiéndose de su vida con una sonrisa sorna y dando fin a la paradoja.
Carcajadas de libertad: excepcional representación de Jake Gyllenhaal


Children waiting for the day they feel good.
Happy birthday, happy birthday.
And I feel the way that every child should:
sit and listen, sit and listen
Mad world, canción que describe la historia y la atraviesa en cada una de sus emociones, escrita por Roland Orzabal e interpretada para la conmovedora banda sonora de la película por Gary Jules y Michael Andrews.
Niños esperando por el día en el cual ellos se sienten bien.
Feliz cumpleaños, feliz cumpleaños.
Y luego me siento de la manera en que todo chico debería:
sentate y escuchá, sentate y escuchá.

sábado, 1 de octubre de 2011

What the fuck is this world?!

   Pearl Jam, fuiste pionero en sobreponerte a las estafas que el monopolio Ticketmaster imponía a los precios de las entradas a recitales. Afrontaste un juicio, y con él, llevaste a los estrados el reclamo de numerosísimos melómanos, y te supiste encauzar tan paciente como decididamente en torno a tu postura pese a las peripecias que a menudo tendrá una banda que deberá empezar a organizarse en forma independiente. No te desesperaste, aunque el proceso certeramente iba a ser tedioso, y muchos de sus planteos, se encontrarían rozando el límite del absurdo; quien haya tenido oportunidad de ver escenas de las audiencias sabe en verdad acerca de lo que estoy hablando.
   Si esperaba algo musicalmente desde hacía casi 6 años, luego del recital en Buenos Aires cuando comencé a prestarle oído a su música, era definitivamente su regreso. Durante ese tiempo, me hice aficionada de la Internet y descargué todos sus discos hasta que empecé a trabajar, entonces pude completar mi propia colección con los originales, como también a mostrarme doblemente plasmada pues no podía creer el arte que escondían dentro de ellos. La semana pasado pude ser una entre muchos espectadores que tuvo el  placer, goce, agrado, la satisfacción (... y cantidad de sinónimos) de apreciar a una de sus bandas favoritas en la pantalla gigante del cine. Sin embargo, pareció difuminarse detrás del fragor de las canciones y la imponente sucesión de imágenes inasequible aun para la velocidad de un latido mortal, sólo formando parte como una curiosidad más que componía el documental de Cameron Crowe. Lo mismo que su rebeldía, se perdía ante la magnanimidad de Pearl Jam esta gesta, la cual como remando sobre la cresta de una gran  ola de aquellas que aventuraba surfear Eddie Vedder, una vez encabezaron y hoy los arrasa. Y a mí me arrasó tanto que quedé profundamente decepcionada... aunque existan cosas más importantes que ésta, reconozco que siempre va a haber algo más importante, de acuerdo a quien mire, pero no por esa razón menos valioso, y la música está ligada a mi vida de una manera ineludible.
   What the fuck is this world!? que quedamos reducidos al ultra-capitalismo reinante, el cual nos desarma mediante el modo que pueda abordar (cualquiera) sin distinción y con tal desparpajo que osa en dar el jaque en la representación más genuina, pura y diversa que el ser humano ha soñado alguna vez crear, como es la cultura, y dentro de la misma, el arte.
   Si bien lo lamento, y lo lamentaré y seguramente me arrepentiré, no puedo permitirme asistir a un recital de una banda que avala que el sector popular, destinado a quienes no les importa traspirar ni compartir el espacio con otras personas con tal de estar cerca de los músicos viviendo colectivamente la euforia del recital, sea arrebatado en su esencia fraccionándolo tan groseramente que de hecho existirán tres campos. Que lo justifiquen bajo la excusa que quieran esgrimir: inflación, que están más vejetes y viven de su música, que las ventas de discos han disminuido con respecto a otros tiempos y en consecuencia sólo los recitales resultan rentables, que algún famoso no gustoso en demasía del tumulto sudoroso pueda retocarse el maquillaje o acomodarse su cabellera, o que durante la era del tweet resulte inevitable no poseer un celular con Internet (obvio, gordi) entre manos para tipear en tiempo real la frase más ilegible, cuanto más ilegible, mejor como: Ke bno ke sssta el cantante!!! Q lo tiren a la hinchada @recital de pearl jam (no escribo más grosero porque no me atrevo), pero yo no voy a permitir que me discriminen con mi consentimiento. Así como mayor poder adquisitivo no equivale a un mejor fan, tampoco comparto el "doble discurso".


Would you hit me?
Would you hit me?
Porch, Pearl Jam.

miércoles, 14 de septiembre de 2011

Demasiada creación para este mundo

Ocupa cualquier trono uno que pretende ser rey sin corona. Con su mirada tan altanera como intrusiva a su capricho invade fronteras, pues él no tiene límites. Conquista territorios hasta el hartazgo con su carcajada sorna, aquél que ni siquiera puede dominar los suyos.
Las palabras gorgotean en su boca, las estrangula, fusila y recién luego, dispara mientras se remanga. Detrás de su armadura oculta su desnudez. No te atreverás a refutar su grito, o te reprenderá un rayo cruel. 
Como buen noble, gusta de exhibir de sus adquisiciones, más aun si son femeninas y están dispuestas a renunciar a sus cospeles y a su entereza, tal vez tras un tiempo maduren en su boca. Después de todo, roídas o despojadas, quedarán súbditos para completar su mesa y encogerse a sostener su drama, porque cuando él daña y aturde al clamor, el temor inspira el vaho celestial concebido por aplausos en un ritual que nunca llegará a abastecerlo, ya que él siempre será demasiada creación para este mundo.
Como sea, no puede mirar a lo alto, si apenas conoce sus propios pies.
¿Cómo puedes saber quién eres si no te has adentrado en páramos lejanos y desiertos? ¿Cómo puedes saber quién eres si jamás has tratado con la soledad? Entonces, eres miedo que infunde temor.
Él no hace más que escupir hacia arriba, pues no puede tragar ni un sorbo de su propia saliva... sería insoportable, funesto, podría atragantarse poniendo fin a la realidad que él mismo se fabricó.

Si no le dedico más caracteres es porque ni eso se merece.
Escrito luego de una tensa, abrumadora reunión. Escribo esto para recordarme que mi participación en esa clase de (des)encuentros nunca más deberá llevarse a cabo.

sábado, 20 de agosto de 2011

La camisa sucia

    Lunes, martes, miércoles, juev..., vie... 1... 2... 3... Un día como cualquier otro, situémoslo así, tarde en la noche (él nunca vio caer la tarde). Él espera el colectivo que lo lleve de regreso a casa. En un acto automático adquirido busca un pañuelo en el bolsillo derecho, el menos deshilachado de su saco, que ayer tampoco tuvo tiempo de coser. Se seca la frente, que drena de sudor, aunque en verdad sean sus manos las que transpiran el esfuerzo.  Pero no le importa... lo primero que hará al llegar a casa será dejar la camisa en el lavarropas... Pasa otro día más para tachar en el calendario que está adherido con un imán a su heladera. Como si este día nunca dejara de transcurrir.

    Mientras, el paisaje vibra. El viento dobla las copas de los árboles, las aves sobrevuelan en bandada buscando los últimos nidos disponibles, a su lado una muchacha se cobija en el pecho de su amado, una niña le comenta a su madre cuánto aprendió en la escuela ese día. Todos, siguiendo el mismo destino, agolpados alrededor de la parada del colectivo. Pero él sabe discernir lo importante del rumor pasajero, y su cerebro filtro jamás se equivoca en sus selecciones... y lo primero que tendrá que hacer al llegar a casa será preparar la camisa blanca junto al pantalón nuevo que le compró Lili... No es que se trate de un huraño o un ermitaño, pues con el tiempo, él ha aprendido a desarrollar esa máquina clasificadora que lo hace conservar su trabajo. De cualquier modo, el colectivo ya ha llegado. La joven pareja sube, al tiempo que la voz de la madre apura a su hija, que se ha quedado mirando ese rostro opaco, con la tez pálida y desgastada, con el frío que tirita a través de las piernas de la niña que ahora le sonríe, como si pudiera brindarle un poco de calor con ese pequeño y sencillo gesto.

    Finalmente, la mujer toma a la niña en sus brazos, y comienza a subir los escalones del ómnibus; él viene detrás, arrastrado por inercia, con la mirada de la niña aun posada en sus ojos... por un momento se fastidia, entonces se le ocurre decirle algo a la madre porque esa mirada que no logra apartarse de sí ya lo está inquietando. Pero esa mirada no lo juzga, esa mirada es pura e irradia la inocencia de los primeros años, lo encandila, lo fija, lo exorciza... es como si ella lo comprendiera, más aun como si le ofreciera su mano a través de sus ojos, pero a él no le queda tiempo para pensar en esas cosas... Suspira profundamente, como si de esa manera pudiera evaporar el cansancio después de que la máquina timbradora le marque su tarjeta.

    Quizás inducido por la fuerza invisible que emana de la niña, él se acomoda en el asiento solitario, ubicado en línea paralela a los de la madre y su hija. Piensa en Lili... otra vez olvidó recoger los capullos de los lirios que a ella tanto le gusta oler. Si el vergel tan sólo queda a unos pasos de la oficina, pero siempre es tarde para agacharse a pensar. Además, desde lo alto del edificio casi ni se mide la gente ni se cuentan los pasos.

    Las ventanillas del colectivo están empañadas, aunque a él ya no lo asombran, a veces cree que se ha acostumbrado al frío. La niña, sin embargo en un arrebato de entusiasmo comienza a dibujar sobre el cristal, cuando la madre le anuncia que ya es momento de bajar para regresar a casa.

    Nuevamente la pequeña reclama su atención, como si quisiera despedirse, o tal vez quedarse para siempre. Conserva la misma sonrisa que tenía durante el tiempo que lo poseyó con sus ojos. Ella lo comprende, ella le tiende su mano húmeda de sensaciones para secar un poco de su ausencia. Es entonces cuando a él lo interrumpe un pensamiento como un refucilo de luz... si tan sólo alcanzara a prevenirla.





Hoppípolla
Brosandi,
hendumst í hringi,
höldumst í hendur.
Allur heimurinn óskýr,
nema þú stendur.

Rennblautur,
allur rennvotur,
engin gúmmístígvél.
Hlaupandi inn í okkur,
vill springa út úr skel.

Vindurinn
og útilykt af hárinu þínu.
Eg lamdi eins fast og ég get
með nefinu mínu.

Hoppípolla,
I engum stígvélum,
allur rennvotur
i engum stígvélum.

Og ég fæ blóðnasir,
en ég stend alltaf upp.

Og ég fæ blóðnasir,
og ég stend alltaf upp.


Saltando por los charcos
Sonriendo,
dando vueltas en círculos,
tomados de la mano.
El mundo entero se ve borroso,
pero tú sigues de pie.

Empapado, 
completamente mojado,
sin botas de goma.
Correteando dentro de nosotros,
quiere salir del cascarón

El viento sopla,
  sopla, y el olor de tu cabello. 
Lo atrapo tan rápido como puedo
con mi nariz.

Saltando por los charcos,
completamente mojado,
empapado
y sin botas.

Y me sangra la nariz,
pero yo siempre me levanto.
 
Y me sangra la nariz,
pero yo siempre me levanto.


  
Sigur Rós, quienes echaron a volar mi imaginación, como siempre.