martes, 9 de agosto de 2011

Babe, I'm Gonna Leave You

(Diálogos conmigo misma) 
   - Es verdad que más de una vez he renegado del amor. Solía encerrarme en mi pieza. No hacía falta revolver entre mis cajas de discos, porque éste ya tenía su lugar sobre la mesita donde se apoyaba el equipo de música. La parada era siempre la misma, la canción -originalmente escrita por Anne Bredon- número dos del primer disco de mis añorados Led Zeppelin, cuya melodía transita en crescendo comenzando con la dulce voz, apenas un suspiro de Robert Plant y la guitarra de Jimmy Page que allana el camino acústicamente hasta que culmina desprendiendo en sus concisos acordes una irrefutable descarga de libertad. Allí, la cama era el sitio perenne, me acomodaba bañándome de orgullo, recortando los primeros fragmentos de la canción cada día que concluía fructífero después de haber logrado conversar con la soledad a solas, pensando que esa conjunción de sentidos sólo podía ser asimilable al goce sexual, de haberlo conocido, después de haber caído en la cuenta de que el amor para mí no era más que una ilusión destinada a diluirse en cualquier momento.
   Presumida dueña de la libertad, podía resultar inmune al beso que liga a la dependencia compulsiva, como al abrazo compañero que se hace de a dos. Fluía sola a través de una canción, se esparcía sola con tal desparpajo en las líneas de un libro que ni siquiera tuvo tiempo de pensar en la necesidad del otro.
   Ella, que musicalmente vivía en los años '70 y hablaba a través de las lenguas de Hesse y Cortázar, no tenía a quien dedicar pasajes de textos, ni con quien entablar aquellas misteriosas como intrigantes charlas de café literario a las que sólo asistía en las películas. Peor aún, nunca tuvo la necesidad de compartir las diferencias. Sólo comprobaba la cantidad de puntos en común, asegurándose de aquello que quería ver y no alcanzaba a apreciar los demás aspectos que componían el todo. Como la ilusión de una niña que enarbola inocente e ingenua su barrilete con la esperanza de que esta vez alcanzará el cielo y las estrellas, y no se perderá entre los árboles o la seriedad de su adultez, sus ideales reflotaban entre las nubes difusas, y cuando volvían se hacían añicos en sus fauces. Así la herida era tan puntual que coincidía con el amor en cada esquina, y no bien una palabra o un gesto desacoplaba con los rasgos ya remontados se iban cayendo uno a uno como en una especie de dominó rally
   - Pero a pesar de que sea tan tajante al principio, también como usted lo admite, señor Plant esta canción tiene una segunda parte "nena, nena, nunca voy a dejarte", es verdad  también que más allá de esta convicción de autosuficiencia consigo mismo mantiene una confianza de que el deseo puede renacer, "que se hará realidad" porque nunca se ha perdido del todo y está prendido a nosotros, esta vez en forma de un amor que nos descubre, sorprendiéndonos inesperados, "que se siente bien tenerte nuevamente", inspirado por el encanto que ofrece la naturaleza de la vida de reunir los caminos de personas que aunque diferentes persiguen los mismos designios de pasear por un lugar tan puro como el parque en verano, florido de historias tan propias como las que se construyen desde las rugosidades de la mano y se disfrutan dispuestos a compartir juntos.



Babe, I'm gonna leave you
"Babe, baby, baby, I'm gonna leave you.
I said baby, you know I'm gonna leave you.
I'll leave you when the summertime,
Leave you when the summer comes a-rollin'.
Leave you when the summer comes along.

Baby, baby, I don't wanna leave you,
I ain't jokin' woman, I got to ramble.
Oh, yeah, baby, baby, I believin',
We really got to ramble.
I can hear it callin' me the way it used to do,
I can hear it callin' me back home!

Babe... I'm gonna leave you
Oh, baby, you know,
I've really got to leave you
Oh I can hear it callin 'me
I said... don't you hear it callin' me the way it used to do?

I know I never never never
gonna leave your babe
But I got to go away from this place,
I've got to quit you, yeah
Baby, ooh don't you hear it callin' me?
Woman, woman, I know, I know
it feels good
to have you back again
And I know that one day baby,
it's really gonna grow, yes it is.

It was really, really good.
You made me happy every single day.
But now... I've got to go away.

Baby, baby, baby, baby
That's when it's callin' me
                   I said that's when it's callin' me back home."

 
Nena, voy a dejarte
"Nena, nena, nena, voy a dejarte.
Te lo dije, nena, tú sabes que voy a dejarte.
Te dejaré en el verano.
Te dejaré cuando el verano se acerque.
Te dejaré cuando el verano aparezca.

Nena, nena, no quiero dejarte.
No estoy bromeando, mujer,
tengo que marcharme.
Oh sí, nena, nena, creo
que realmente tenemos que marcharnos.
Puedo escuchar la llamada de la manera que solía ser.
Puedo escucharla,
pidiéndome que regrese a casa.

Nena, voy a dejarte.
Oh, nena, tú sabes que
realmente, tengo que dejarte.
Oh, puedo escuchar cómo me llama.
Te lo dije... ¿no escuchás la llamada de la manera que solía ser?

Yo sé que nunca jamás
voy a dejarte.
Pero tengo que alejarme de este lugar.
Tengo que abandonarte, sí
Nena, oh, ¿no escuchas cómo me llama?
Mujer, mujer, lo sé, lo sé,
se siente bien tenerte nuevamente.
Y yo sé que un día, nena
esto se hará realidad, sí.


 Pasearemos por el parque todos los días,
pase lo que pase... todos los días.

Fue realmente, realmente bueno.
Me hiciste feliz todos los días.
Pero ahora… tengo que alejarme.

Nena, nena, nena, nena, 
así es cuando me llama... te dije.
Dije que así es cuando me llama de regreso a casa".

martes, 2 de agosto de 2011

What a Wicked Game

   El silencio dejó de ser su refugio sostenido. Fue tan combativa que resistió hasta el cuerpo... sus manos, sus pies... su cabeza. Pero cuando las palabras maduran hasta adquirir peso propio, como gotas de lluvia ansiosas por salir a la luz, ya nada las impide, cumplen su naturaleza y comienzan a precipitar.
   Nunca, nunca lo hubiera deseado así... no de nuevo. Sin embargo, la calma la había expulsado por completo. Ella necesitaba un cambio, y lo que tenía en claro era que este cambio esta vez tendría que ser radical, atravesando su médula y preguntándole a sus sentidos, tenía que quebrarla en dos, tres o en mil partes, pues como lo supo Herman Hesse a través del lobo estepario estamos compuestos por millones de yos que nos definen, más allá del rótulo que se atreva a calificarnos momentáneamente. Ella también lo comprobaba, que de su amoldamiento radicaba su rígida y gruesa estructura, como si le hubiesen reducido dos tallas sus zapatillas, y le costase sentir los pies. Embebida en un ensueño que creía vida sólo porque podía respirar, porque estaban involucrados libros y unas cuantas  personas, y al fin y al cabo era lo único verdadero que tenía. Quizás porque su frágil epidermis se había acostumbrado a las manos amigas sin discernir los rasguños, y de nuevo lo único que la abrazaba era su condescendiente estructura.
   ¿Pero qué ocurriría con este muro inexpugnable que ella, con tanto esfuerzo, había erigido? La verdad, es que no soportaría un ladrillo más, una hendidura más por ver su espalda surcada de pesadumbres. Si el tiempo también es hoy, ¿cuándo se animaría a disfrutar? Si lo que esperaba ansiosamente es el futuro, ¿lo que hacía antes entonces no valía la pena, a no ser supeditado a ese tiempo tan incierto y lejano? ¿Ese resto debía ser valorado acaso como el camino hacia la meta? ¿Cuál era el objetivo real? ¿Y cuándo se empezaba a vivir? ¿Y cuándo se podía volver a desear?
   Duele, no me negaré a confesarlo, desde lo profundo de los nervios que dirigen nuestros sentidos, duele en el corazón que tiene que latirlo y a la vez digerirlo, y luego en las palabras que tienen que dar las explicaciones. Sin embargo, no aflige tanto por el maldito tiempo que los cuervos le revoloteen, sino porque perdió aquello en lo que creía, y pesa sobre ella la carga de cavilar sus valores, acomodándolos ahora al goce de no perderse ni un detalle más de su vida. Jamás se negará a enamorarse.
   Similar a un rompecabezas, sólo que ahora no basta con reordenar, sino también deshacerse de algunas piezas cuyos extremos, principios y finales no consiguen encajar. Después de todo, ella ya había elegido con qué habría de quedarse. Y seguramente sea como plasmó Nietzsche en Así habló Zaratustra: "debes estar preparado para arder en tu propio fuego, ¿cómo podrías renacer sin antes haber quedado reducido a cenizas?".


What a wicked game
"What a wicked game to play,
to make me feel this way.
What a wicked thing to do,
to let me dream of you.

What a wicked thing to say.
You never felt this way.
What a wicked thing to do,
to make me dream of you.

And I don't want to fall in love,
this world is only gonna break your heart".


Qué juego perverso
"Qué juego perverso por jugar,
para hacerme sentir de este modo.
Qué cosa perversa por hacer
para dejarme soñar contigo.

Qué cosa perversa por decir,
vos nunca te sentiste de este modo.
Qué cosa perversa por hacer,
para hacerme soñar contigo.

Y yo no quiero enamorarme,
este mundo sólo va a romper tu corazón".

Wicked game (Juego perverso), Chris Isaak. Aunque a decir verdad, me gusta más la adaptación de esta canción realizada por la banda finlandesa H.I.M.

martes, 12 de julio de 2011

De galera y bastón

    
    Situación: Tardecita de viernes, café con leche y medialunas (¡conseguimos!) tras algunos embrollos estomacales, fútbol para todos, público infiltrado, sillón de Claris de platea.
    El marcador mostraba a Uruguay (o la selección cuyo color principal luce constantemente el entrenador argentino Batista en su corbata) como el parcial ganador por la mínima diferencia, hasta que el equipo chileno logró el empate, en el marco de la tan fallida, presuntuosa, sosa, devaluada (¿el que deposite gambetas recibirá goles?) Copa América.
    Así el devenir futbolístico, tras el grito desaforado de mi compañero de platea, remató mi pregunta:
- ¿Ahora hinchás para Chile?
- No, es que si empatan, ambos van a jugar con la presión de querer ganar, y entonces el partido se pone más emotivo.
Silencio atroz.

... Abucheo masivo para Claris.   

viernes, 24 de junio de 2011

La verdad de la medialuna

    La semana pasada, en el programa radial La venganza será terrible, a cargo de Alejandro Dolina, surgió un tema de discusión: la inexplicable como recurrente desaparición de las medialunas de los bares a partir de aproximadamente, las 5 de la tarde. Tomando como pie, también las contadas (con una mano) ocasiones en que me doy el gustito de ir a tomar la merienda por ahí, y la rapidez estadística que las supera abismal e irrefutablemente  (con más de dos manos) frustrando los intentos  de sentarme a tomar un café, acompañado por unas modestas croissants, careciendo aun más, de la astucia del Loco futbolista uruguayo Abreu tras picármelas de bar en bar ante la imposible concreción de mi -hoy por hoy- imposible osadía.
Juro que elegí la imagen menos tentadora
Conocido y ya arraigado a la cultura gastronómica de cada mañana es el deleite argentino, y en particular, el rosarino por las medialunas, que llega a nuestras fauces precedido por el suave aroma de manteca cuando pese a haber desayunado nuestras deliciosas tostadas caseramente rebanadas, nos obliga a detenernos por unos instantes en nuestro inevitable encuentro del 126 ó 127 que menos demore para tener el placer de degustarlas, aunque sea en el aire.
    En cambio, sucede que cuando me dispongo monetariamente para dejar que otr@ mezcle el café con la leche por mí, me encuentro con que a mi pedido de dos pequeñas, insignificantes, qué va decir... sobrias medialunas saladas, se encuentra sucedido por una estupefacta expresión, que a la vez parece decir "no me mires a mí, yo no fui" y (casi) siempre le sobreviene la inevitable frase "... pero si querés te puedo ofrecer alguna otra cosa". Y aquí la palabra cosa adquiere las más  múltiples atribuciones que Kant aplicando sus postulados sobre la cosa en sí, alguna vez pudiera haber imaginado, desde los brownies irreconocibles, hasta tortas que constituyen un verdadero embrollo estomacal. 
"Lo que mata (al brownie) es la humedad...". Últimamente estoy considerando como bastante apropiada la idea de hacerle de este tango uruguayo una dedicación especial al brownie. En este sentido, puede llegar a aterrizar sobre nuestro plato una masa de color oscuro carbonífero semi-apelmazada, cuando deducimos tras haber desempeñado varias observaciones arquitectónicas que sí, que por su forma cuadrada y altura específica tiene que ser un brownie. Y ni hablar sobre las mentadas tortas, que más que tortas también pueden aceptar irrefutablemente la denominación de una contundente patada al sistema digestivo por entero, siendo más gráficos todavía.
    Aun más, no bastando con esta experiencia en los bares de la ciudad, se le agrega a nuestro destacado Curriculum Vitae de intentos fallidos, el desgraciado incidente ocurrido tras una urgente llegada a la panadería situada a media cuadra de mi casa. Fue allí cuando después de aguardar con toda la paciencia que se le puede ceder a que una señora que no puede decidirse si tomar sus mates con vigilantes azucarados o cubiertos con crema pastelera, llegó mi turno e improvisando unos amables "buenas tardes" me dirigí al fondo mantecoso de la cuestión, y me apresté a requerir las tan apremiantes facturas. De este modo, con una sonrisa que se atreve a desconocer impunemente los límites de su negligencia, la vendedora no sólo me hundió en mi desazón sino que se atrevió a explayarse en la cuestión: "Medialunas no tengo más... éstas son de ayer, si querés...", y por último, remató su sugerencia: "... son de Nuria (afamada como carera panadería rosarina) ...", decorando la frase, como si ese hecho redujera en algo su participación dolosa en el crimen. 
   Ahora bien, todavía no hemos alcanzado a resolver este intrincado misterio. ¿Será que se han puesto especulativos en el ámbito panadero, desconfiando de nuestro paladar, o también habrá desabastecimiento en el rubro? ¿Le atribuiremos la culpa al chismosísimo afán del canal Utilísima en develar el trabajo incansable de numerosas generaciones como una receta super prac-ti-quí-si-ma, fá-cil, ri-ca, e im-per-di-ble? ¿Formará parte de los planes de una glotona conspiración? ¿También podemos culpar a la presidenta a causa de esto?

domingo, 19 de junio de 2011

La Resistencia

    Saborear la mañana a través del café, sorbiéndolo de a cucharadas. Tomarse el día para buscar el abrazo paciente de las abuelas, que me sigue aguardando para visitarlo con la excusa de la merienda y la misma dedicación que durante la infancia, volver a estrechar el lazo en ese abrazo y sentir la sonrisa del otro lado, sonrisas que no desdeña, sonrisas que las horas de estudio en vistas a ningún examen académico podrá igualar, como tampoco llevarse al recuerdo. La despedida que siempre queremos demorar, la llegada a casa y la llamada a él, que dice tácita y expresamente cuánto lo extraño, aunque quedara postergada la ósmosis de alguna palabra nueva de inglés y no sé cuántas de alemán por un rato. Los minutos que corren entre risas y te quieros, los momentos memorables que se afianzan, porque nadie, absolutamente nadie podrá decir que habré perdido el tiempo.

No hay otra forma de alcanzar la eternidad que ahondando en el instante, ni otra forma de llegar a la universalidad que a través de la propia circunstancia: el hoy y aquí. Y entonces ¿cómo? Hay que re-valorar el pequeño lugar y el poco tiempo en que vivimos, que nada tienen que ver con esos paisajes maravillosos que podemos mirar en la televisión, pero que están sagradamente impregnados de la humanidad de las personas que vivimos en él
La Resistencia, 
Ernesto Sábato