sábado, 26 de diciembre de 2009

Para no cumplir más

Ayer o durante el transcurso de cualquiera de los 364 días contados a partir de ahora,
una vela más o menos apagada de quienes aun se dan el gusto de completarlas,
empezar a indagar sobre cuánto falta, cuánto queda, sin ahondar en los retratos que descolgué por última vez.
Ensimismarme aunque sea lo que duren sus tonos ambivalentes, de vez en cuando suplicantes, presumidos sus trajes avasallantes... esas miradas corrosivas, que no duelan más.
No tocarlos, los años cumplidos se encargarán de ellos.

martes, 15 de diciembre de 2009

Untitled

    Quien pudo (y puede) ver más allá, permite ya a su cabeza girar un poco hacia acá (sin replegarse tanto).
    Quien se encuentra lo suficientemente despierto para dejarse llevar y que el viento no lo quiebre en algún cataclismo del impredecible devenir social.
    Reacio a volverse endeble, será quien apure ahora a las circunstancias.
    Seré yo, serás vos, serán aquellos... nuestros rulos erizados que se peinan al hablar.
    El timón de la paciencia, la resistencia a la añoranza.

martes, 6 de octubre de 2009

La Ola

   Lamentablemente, esta ola no es sino una cresta apenas visible, y parece haber emergido en nuestras costas arrastrada por una marejada mundial.
   Es casi estremecedor cómo puede construirse el arquetipo de un Führer a partir de unos pocos elementos -desde una típica y uniforme forma de vestir hasta el confortable sentimiento que da la pertenencia a un determinado, aunque cada vez más hermético grupo-, pero sobre todo cuando la palabra ahora sólo es nexo para apartarnos, directriz a la egolatría y creernos que de los sórdidos peldaños moldeados en el pasado pisaremos fuerte, hundiendo a los más débiles y elevándonos en el mismo acto a nosotros mismos. Bueno, esto efectivamente ya ha sacudido las arenas más lastimosas de Honduras, está sucediendo en niveles extremos en Italia... la nieta de Il Duce integrando el parlamento... y en Argentina me provoca escozor comprobar -por sólo citar algunos ejemplos, los nefastos funcionarios de Macri (jefe de gobierno de la ciudad de Buenos Aires) y él mismo, su familia, religiosos de las prácticas dictatoriales a cargo de la policía, las ya legitimadas socialmente patrullas ciudadanas importadas directamente de la Italia de Berlusconi, con presencia en muchos pueblos, y ahora sí quiero terminar con la disgresión... los recientes cinistas, pendencieros y jactanciosos cruces de palabras (otra cosa no fueron) escupidos por la clase media y no más valorable que como relleno de ornamento televisivo sobre el inestimable valor de la pena de muerte- nuevamente que las cruces de la más cruenta dictadura todavía subyacen desde las vísceras mezclado entre resquemor y aun latente como alternativa, lo cual no necesariamente tiene que involucrar el sistema en absoluto, pues basta ver cómo un elemento puede desencadenar el efecto para convocar a todos los demás. Es que "no queremos ponerle nuestro balazo", o de otro modo, las responsabilidades no terminaron de asumirse.
   Esto hace temblar una vez más los endebles cimientos sobre los cuales reposa la democracia, que no es más que una fachada para trastocar la base esencialmente injusta cuyo sustento está dado por una mayoría, superpuesta a una minoría que carece de representación. Parece la constante de todas las crisis volver al conservadurismo, es que esto no es más que una fachada encubriendo al sistema monetarista.
   Aquí llegamos al entramado de La ola (die Welle), película alemana que recrea el experimento llevado a cabo en 1967 por un profesor de historia de una escuela norteamericana, quien en su afán de advertir los peligros de la autocracia termina trasvasando los límites a medida que se convierte en la única fuente y motor para el entusiasmo al quedar irrversiblemente sumergido en el propio régimen que ha instituido. Es así que mientras revitalizará la confianza en el grupo, en cuanto a sí mismo y para sí mismo, exasperará a la vez de enaltecer a toda la comunidad, y sobre todo al cautivante líder principio y fin de todo, formando una ola muy difícil de detener su fuerza de arrastre sobre lo demás, pero probablemente tan inestable cuanto sociedad decisiva conozcamos.

"Se va la ola a joder y chau"
Indio Solari y los Fundamentalistas del Aire Acondicionado

domingo, 20 de septiembre de 2009

Todo un palo, ya lo vimos

Todo un palo, más allá del encontronazo mediático con Skay Beilinson, para quienes pretendieron olfatear a través de unas pocas palabras y colocar con tipografía de tamaño significativo y rechoncha (el color es indistinto según el medio) el cimbronazo que hiciera trastabillar la esencia de esta banda. Las razones (si es que las hubo) no importan o no nos interesan ahora, eso es asunto suyo y de ninguno de nosotros.
Fue todo un palo a las emociones, creo que nadie esperaba un recital tan especial donde fue el principio de todo, la ciudad de la génesis de Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota. Me animo a decir que fue más emotivo incluso que el de San Luis vivido el año pasado, para esta misma época. Las 18 horas de viaje (cada vez más lejos, Indio) contadas desde el viernes costaron arriba de los colectivos que nos transportaron hacia Salta, pero se hicieron pasables con bastante música y algunos aperitivos, hasta la recepción, destilando la amabilidad de locales y visitantes, y la banda sonora a cargo de la murga del equipo de Juventud Antoniana, e la ciudad que descubriríamos como la más linda del amor esa noche.
   De Rosario a la gloria. Fuegos de oktubre encendió la chispa de una noche efusiva, así lo ratificó más tarde el Indio: "chicos, los Fundamentalistas están que arden", sosegando a la hinchada redonda. Asimismo, el abrupto cambio en el orden de los temas vaticinó la intensidad vivida en cada uno de ellos, reconfortados en la sensación de que lo sucedáneo sería proveniente de ensueño, tal que recién en el séptimo tema pudimos recuperar el aliento con Ramas desnudas continuada por Bebamos de las copas lindas.
Ahora bien, fui a Salta y tenía que hacer honor a su nombre, por lo que desobedeciendo directrices pseudo-paternales, me bajé de la tribuna al campo, punto de cocción del pogo y de los abrazos interminables en Juguetes perdidos.
¡Dale, dale, daaale! Tanto el buen humor decantado en cada una de sus sonrisas, como el rocanrol maravilla de toda la banda hacen ireemplazables los kilómetros recorridos porque cada uno dejó una huella imborrable, lo cual para quien lo siente y por ende, lo entiende nos regalan algo más aparte, que involucran las ganas de volver.
   ¡Y cómo no! Ejercicio mental previo y debate fugaz murmurado, clásico tras cada presentación de cada tema por parte de Solari, para intentar adivinar ahora cuál sería el anunciado tanguito. Suficiente euforia nos había desatado El arte del buen comer en el primer intervalo, donde se apreció el impecable saxo del invitado Sergio Colombo (Dancing Mood), y después el comienzo del segundo, con El pibe de los astilleros, el cual no escuchábamos desde Jesús María.
   A muchos nos temblaron las piernas, bastante demolidas ya, dentro del fervoroso clima al sonar los primeros acordes de Todo un palo, temazo jamás interpretado en versión fundamentalista. Increíble cómo nos regodeamos desde la guitarra precisa del consolidado Comotto hasta los vientos magistrales.
   Aunque nos dieron reparos, no ocurrió sin torcernos el pulso entre cada balanceo de brazos, y en mi caso, arrancarme unas lágrimas en To beef or not to beef, punzantes gritos hacia el final. Es que un ratito antes también nos habíamos desparramado en la inmensa, pero justa dedicatoria, también extensiva a los desangelados, quienes sobreviven de las miserias más osucras que la sociedad excluye en un reducto de humillación y violencia encarnizada, llevando el nombre de tortura u otra situación aberrante, se llama aquí Pabellón séptimo.
   Para destacar, lo cierto es que el clima entró en sintonía con el sonido, y la temperatura agradable se unió al vendaval de temas ricoteros -en total fueron 17, los cuales habían formado parte de la gira pasada-, donde el pogo se abrió paso para bailar también Ella debe estar tan linda, Me matan Limón, Un poco de amor francés, los dos clásicos enganchados Rock para el Negro Atila / Divina T.V. Führer y Nadie es perfecto / Ñam fi frufi fali fru. Deslumbrante fue la mágica Vuelo a Sidney, y con cierta insinuación flogger salió el pasito no tan nuevo ya de Por qué será que no me quiere dios.
   No faltaron los incesantes agradecimientos de parte del ya auto-convencido vejete Solari (vamos que nos prometiste un disco más), en particular a su doctor, y en general, a toda la indiada habitual vibrante en cada ronda de Un ángel para tu soledad.
   La despedida fue efímera, no hubo tiempo para los bises porque el Indio no se sentía bien de la gola (si te vi agarrar con ganas el vasito de whisky mmm... locuaz, pero no loco) y pidió ayuda para el epílogo Ji ji ji. Para quienes luego nos quedamos descansando muslos, cabeza y corazón acelerado, hubo una danza de fuegos artificiales, merecedora de los últimos aplausos.
   Aun continúa resonando en mi cabeza aquella frase lanzada promediando el recital: "la última bengala en diciembre... van a querer prohibir la navidad". "No me hago ilusiones" (... ¡con lo vivido el sábado!) ni tengo expectativas, pero como el soñar no conoce de límites...
   Antes de terminar, agrego un dato insólito. Debo haber estado en otra dimensión, producto de alguna bebida cuyo efecto desconocía porque en ningún momento pude escuchar fragmento alguno de La piba de blockbuster o El tesoro de los inocentes. Sucede que ciertos medios tildados de serios, los cuales se ufanan de ser mentores de la libertad de expresión además de no cubrir en forma adecuada los espectáculos, han maltrecho la utilización de la muleta "gentileza de...", trasformándolo en un subterfugio para copiar la (des)información, soslayando la correspondiente verificación precedente a la publicación. Me refiero al diario La Nación de Buenos Aires, hablo del Bebe Contepomi cuando dibuja los números de los espectadores.

   Mejor, sigamos disfrutando de nuestra enfermedad, de la más sana.

"Rodando, montado a un tren especial, 
rodando, en alquiler. 
Rodando, mi amor elige el lugar, 
rodando, para estallar" 
Rodando, Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota.

lunes, 7 de septiembre de 2009

Willy Crook en Rosario


Embocó el tiro libre
El clima de la noche del sábado invitaba a disfrutar porque Willy Crook se jugaba un partido enorme. Como había anticipado, volvía a Rosario para retribuirle a la gente lo que había ido a buscar el año pasado, aquel talento inherente y embriagador que sin máculas de ningún vino malicioso destella en sus ojos y se infunde contagioso desde su sincera y cálida voz, ya sea abrazado a su vistosa viola Fender o al magistral saxo que lo acompañó junto a su ex novia -como él mismo define- Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota.
    Un espectáculo diferente, único, subterráneo, bajo la calle Mitre y dentro de El Sótano, con la excusa del funk, pero regodeándonos de rock con el magnífico Patán Vidal a cargo del teclado y del indeleble acento soul otorgado por la presencia de Deborah Dixon, invitada especial y eterna, además de un bajista quien jamás desentonó.
    De comienzo tardío, quizá dándole tiempo a los últimos seguidores de la selección a sumarse al precalentamiento, que tuvo una muy buena actuación de la banda local dinámica y tremendamente versatil.
    Los clásicos internacionales ochenteros, esos que todos conocen y muchos han bailado o hasta coreado, ignorando siempre a cuál banda pertenecen y no es sino hasta que los vuelven a escuchar que se siguen preguntando lo mismo fueron la constante hasta que terminaron los inmensos pedidos para encontrar un lugar de una concurrencia tan apacible como heterogénea, cuyas expectativas colmaron toda la superficie de El Sótano.
    Empezaba a preocuparme cuando por fin, por fin, de entre los músicos ya en el escenario, salió Eduardo Guillermo Pantano -tal la herencia italiana por parte de su madre, que jugó en la mescolanza étnica con el irlandés paterno-, cuyo primer gesto fue saludar al público incipiente, y enseguida se colgó la lustrosa guitarra y nos sentimos como en casa, como cuando ponemos un disco suyo en el reproductor (lo mismo va para el mp3) y ya no importa más nada.
    Repasó temas de algunos de sus cuatro discos de estudio, como Back to life, Himno, Lite, No Buddy, Savora T, Friendly Fire, Ingratamente y Rock revenge. Se lo vio animado, compartió su buen humor con Deborah Dixon, haciendo cómplices ambos a toda la audiencia, hasta sobre una especie de sistema radioactivo inmanente producto del ruido que ocasionaba el equipo de sonido, y los piropos asiduos de los que era víctima la ex Blacanblus; sólo descansó por las interrupciones obligadas del ahora también boliche nocturno. Por un momento, desapareció, se me vino una zozobra, mas la tranquilidad volvió cuando lo vi reaparecer como salido de otro tiempo, con unas melodías de saxo inefables, tanto que era difícil evitar que las piernas no bailaran solas casi hechizadas.
   Me queda para decir a modo de conclusión y no eufemística, que la alegría es interminable, el placer de encontrarlo nuevamente íntegro, al menos a unos metros, porque de nosotros está indudablemente a un nivel superior. Embocó el tiro libre.


Nobody is gonna stop me now
 (algo así como nadie va a detenerme ahora),
No buddy, Willy Crook y The Funky Torinos.

Fotografía extraída de http://www.rosariorock.com.ar