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domingo, 15 de julio de 2012

Sin título

    La mirada humedecida de dolor.
    El tambor del corazón que golpetea calando de pena.
    El final que no termina de instalarse, su principio que no cesa de ocurrir.
    El dolor que juzga a los más débiles.
    El lado oscuro del amor que castiga arrebatando las almas que aman, usando al amor como un arma.

lunes, 25 de junio de 2012

Las malas palabras
















¿Y qué hacemos cuando las palabras no nos dan abasto?
Cuando las palabras más bien lo que hacen es deformarnos.
Muchedumbres de letras que nos socavan de sopetón en nuestras lagunas enmarañadas.
Inertes, intangibles, definidas,
presas de un claroscuro insoslayable.
Como si pudiera tocarte al decirte, como si no te deslizaras al acabar de pronunciarte...
y decirte que quiero jugar a completar mis sentidos.
Como si con evocarte no pudiese pulir de realidad mis sueños.
Como si algún día estas palabras ostentaran surcarme como tu abrazo tendiéndome la paz en silencio.

jueves, 14 de junio de 2012

Hoy es un día perfecto para desintegrarse

     Si bien a este texto lo escribí a fines del año pasado, con el paso del tiempo me di cuenta que no tenía realmente intenciones de publicarlo, en cambio prefería reservármelo para mí como huella de este cambio, de esta determinación tan importante que he tomado, la cual no sólo se funda en la decisión de haberme cambiado de carrera, sino que concierne una nueva perspectiva ante la vida siempre demarcada por la consecución de los valores de humanidad que quiero incorporar y cultivar en lo que dure mi camino en ésta. Pero este año creí que iba a ser fundamental transmitir esta transición a la escritura en sus primeros pasos, sobre todo porque el cambio también atañe al blog, en su dirección, y una canción incluida en este disco tiñó de su influencia a un nuevo título, de manera que me he decidido a publicarlo aquí y compartirlo con quienes gusten leerlo. Por lo demás, pienso que es pertinente anticipar que todo el texto fue producto de mi ensimismada como modesta interpretación de los temas que integran dicho álbum.



Hoy es un día perfecto para desintegrarse 

     No puedo estar apartada de la música, menos aún ante un cambio tan importante como el que estoy atravesando, necesito estar acompañada de las adorables vibraciones que traducen en notas los sonidos del alma. Desde luego, voy eligiendo mi banda sonora de acuerdo a mi estado de ánimo para que potencie mis sensaciones, pues sintiendo con intensidad me percibo vital, y en esta ocasión pude redescubrir por medio de las traducciones de sus letras a una banda tan magistral y excepcionalmente poética como lo es The Cure, adecuando las canciones que forman parte del disco Disintegration a mi experiencia subjetiva.

     El álbum comienza con una canción cuyo título podrá resultar paradójico, ya que no es para nada simple.. inicia su recorrido circular emanando susurros del viento que sabemos precede a la lluvia, y un centelleo semejante al reflejo de la Luna sobre un paisaje bañado de oscuridad crecen gradualmente, sólo entrecortados por campanas que enaltecen en un ensueño, mientras nos conducen a la voz apenas perceptible y envuelta en una especie de bruma de Robert Smith... pero un momento... Robert nos confiesa en Plainsong “Y el viento está soplando como si fuera el fin del mundo'. Vos dijiste: ' Y está tan frío, es como el frío si estuvieras muerto”. Esta imagen, que parece ser ensombrecedora, particularmente no lo es, porque él no está muerto o al menos no completamente pues luego su interlocutor le sonríe para qué él mismo replique más tarde: “Creo que estoy viejo y estoy sintiendo dolor. Vos dijiste: ' Y todo está acabándose, como si fuera el fin del mundo ' “. Cuando uno se siente viejo, desgastado y más aun afligido se hace inminente un cambio, una lluvia que con sus gotas nos lave y desnuble la vista a fin de dar cuenta de aquello que tanto presentíamos: una destrucción del mundo del cual nos sujetamos sólo dependerá de la desaprensión del mundo como lo conocemos, sólo así podremos recuperar la marcha. El frío nos recordará que aun sentimos, siendo lo bastante fuertes como para encontrarnos en el abismo, y aun así desgarrar a la neblina, buscando ese lugar concéntrico donde en la noche se guardan los rastros de luz. Si la Luna es satélite de la Tierra, y tan bien lo suple al Sol cuando éste se esconde del otro lado de nuestro planeta. Al igual de esperanzadora que la lluvia o la sonrisa de quien entabla diálogo con él en forma de canción.

     A su fin, de inmediato comienza a cautivarnos la melodía tan encantadora como melancólica de Pictures of you, la cual nos narrará el remordimiento, la desazón e incluso el auto-reproche que a veces suscita y deviene al hecho de tener que dejar algo atrás, desprendiéndonos definitivamente de ello. Finalmente culmina en forma de lamento, que encierra y resume su desarrollo. “No hay nada en el mundo que yo haya querido tanto que sentirte en lo profundo de mi corazón. No hay nada en el mundo que yo haya querido tanto que nunca sentir la ruptura de todas mis fotos de ti”. ¡No se imagina Smith, al subir y bajar su voz la forma en que nos conmueve el alma y al quebrarla, nos la desintegra en mil pedacitos!

     Tenemos que superarlo, debemos hacerlo, de otra manera aquello nos consumirá, nos apagará y jamás querríamos decepcionar al Sol, que nos irradia de vida en su luminosidad. Entonces se nos presenta Closedown cuyo significado podría traducirse en un cierre perpetuo, ese punto final que tanto se ansía, porque “se me acaba el tiempo, estoy desfasado, y me estoy apagando”. Resulta extraño tanto como magnífico cómo las canciones de The Cure por más oscuras o perturbadoras que puedan ser, siempre conllevan algún tinte brillante, del cual puede soltarse en el momento menos esperado una armonía embriagadora. “Siempre tengo la necesidad de creer de verdad en algo más que en burlas. Si al menos pudiera llenar mi corazón de amor”. Es lo que anhelamos, la vibración que sólo puede surgir de nuestro interior, la más hermosa por elevada que nos llevará a la verdadera evolución porque une y no destruye, el amor.

     Entonces la transición nos llevará a Lovesong, un tema que además de ser uno de sus más difundidos tiene como cualidad el hecho de que a pesar de la apariencia en el título, en realidad no entraña en su pegadizo como angelical 'riff' una canción de amor (más allá de que en lo singular Robert Smith se lo haya dedicado a su esposa), sino que representa en parte una falsa esperanza en su hundimiento. Subrayemos la palabra solo, para apreciar mejor el contexto. “Cada vez que estoy solo con vos, vos me hacés sentir como si fuera libre otra vez. Cada vez que estoy solo con vos, vos me hacés sentir que estoy limpio de nuevo”. Aquí nos encontramos solos con esa situación, porque aún permanece el recuerdo en la cabeza, a pesar de que ya todo se haya quebrado. En cuanto al concepto del disco, siguiendo la línea anterior, el mensaje sería algo así como dado que uno aunque lo intenta, sus resultados son fallidos, y no puede olvidar, entonces deviene el autoconvencimiento, se promete en este caso que se seguirá amando a esa persona que ya no le corresponde, y de este modo se lo promete a ella también, dejándole la carga de la culpa porque es quien ha dejado de actuar recíprocamente y por otro lado porque es claro que aun no pudo superar siquiera enfrentarse a ese dolor, quizás por temor que de veras lo está desintegrando, aun más; verse obligado a cumplir esta clase de promesas, puesto que como escribió Nietzsche “se pueden prometer acciones, pero no sentimientos pues éstos son involuntarios. El que promete a alguien amarle siempre u odiarle siempre o ser siempre fiel, promete algo que no está en su poder. Lo que puede prometer son acciones que, en verdad, son ordinariamente las consecuencias del amor, del odio, de la felicidad, pero que puedan también provenir de otros motivos, pues a una misma acción conducen caminos y motivos diferentes. Por consiguiente, la promesa de amar siempre a una persona significará: mientras yo te ame, te prodigaré las acciones del amor; si dejo de amarte, continuarás recibiendo de mí las mismas acciones, aunque por otros motivos, de suerte que en la cabeza de los demás hombres persista la apariencia de que el amor es inmutable y siempre el mismo. Se promete, también la persistencia del amor cuando, sin cegarse a sí mismo se promete a alguien un amor eterno”. Pienso que cuando alguien empieza a actuar llevado por la costumbre, comodidad o conformismo, su estado es lo más similar a la pasividad, nada lo moviliza, el deseo se ausenta desconocido, se muere prolongadamente. Con esta afirmación no estoy avalando el divorcio, sólo he adoptado una visión de hacer las cosas apasionadamente, porque de haber convenido en una decisión así es claro que es debido a que se ha alcanzado cierto grado de crecimiento personal y de comprensión producto del tiempo de conocimiento entre dos seres que los ha motivado a crear lazos muy fuertes entre ellos.

     Citando a Heráclito, “en los mismos ríos entramos y no entramos, pues somos y no somos los mismos”. Si bien nuestra individualidad permanece intacta, conservamos nuestro nombre y apellido, y podemos vernos al espejo como una persona de carne y hueso, conforme verificamos nuevas experiencias, nos abrimos a diferentes conocimientos, podemos tener mayor alcance de otras realidades y nuestro interior se va nutriendo de aquellos elementos, que si somos sinceros también los volcaremos hacia el exterior, creando nuestro propio cambio. Ahora bien, depende de la velocidad con la cual lo realicemos y cuántas expectativas apostemos a ese cambio, realmente puede asustarnos. Porque una nueva verdad puede desestabilizar y sacudirnos el mundo que hemos estructurado, o que en su defecto (casi siempre); amoldado a nosotros, sobre los cimientos de un sistema de creencias que todo el tiempo están en juego enraizadas entre las más atrevidas variantes. Cuando esa llamada idealización se desmorona, cuando la ceguera se desnuble a causa de la lluvia, y el mundo no sea más que el reflejo de nuestra mente, ¿seremos capaces de arriesgar nuestra felicidad al costo de ser honestos con nosotros mismos? El órgano de Last Dance me da punzadas... “Pero Navidad llegó tarde esta vez, más triste y más fría, sin su antiguo esplendor y alegría. E incluso si nos emborracháramos, no creo que lograra besarte como antes lo hacía, pues donde antes veía una niña, ahora encuentro a una mujer”.

     Sin embargo, sobre todo al tema que más me abracé, ya que me identifiqué realmente con él fue a Lullaby, encandilada por su melodía angelical a partir de la cual da comienzo. Siempre me suscitó fascinación e intriga la realidad paralela de los sueños, cómo caemos irremediablemente sumidos ante él, o ese “hombre araña” que atrapa a nuestro costado consciente y libera al inconsciente, dejando con ello al descubierto todos nuestros deseos, sentimientos y pensamientos más profundos. Mientras cuando estamos despiertos tenemos cierto poder de decisión respecto a mostrar alguna cualidad o atenuar otra, en este aspecto las limitaciones son inexistentes, carecemos del discernimiento sobre cómo actúa, es puro inconsciente fluyendo y refluyendo, y nunca sabemos qué es lo que nos puede deparar allí donde nuestra mente no tiene nada qué hacer más que dejarse fluir. La melodía suave, los acordes que se van apagando con el bajo in crescendo y nos introducen en el órgano que prolonga esta combinación surrealista, introduciéndonos a una voz que culmina en susurro, la cual nos lleva a esa lírica tan macabra como sentida, tan mágica como incierta, como escrita para quienes no sólo dormidos soñamos, sino también despiertos. Esta canción me estremece de tal modo que me conmueve. “Y sé que esta mañana despertaré en el frío tembloroso. Y el hombre araña siempre está hambriento”... y aunque nos topemos con temores que acechen nuestros sueños, no por ello dejaremos de soñar, porque pronto vamos a despertar y comprobar que sólo fue una pesadilla, y nunca, jamás permitiremos que nadie robe nuestros sueños.

     Como en una danza de guitarras sónicas, se va enalteciendo Fascination Street, mientras cede el paso a unos tímidos acordes de bajo que endulzan este solapamiento. El hundimiento se intuye, colapsa toda la introducción para dejarnos sin habla ante esta sinfonía guitarrística, eclipsados por cada una de sus secuencias que nos transportan a un estado que resulta lo más semejante a lo onírico. Y vamos a movernos al ritmo como si supiéramos que se va a acabar, tambaleando entre sueño y pesadilla, entre los difusos límites que distinguen la realidad de la ficción. Basta acondicionarnos por la penumbra, para quedarnos librados ante ella, en nuestras más racionales e incrédulas mentes harán torsión.

     Si hablamos de una canción sobre la cual Robert desparramó los trozos de su alma desintegrada fue en aquella que le da nombre al disco. Disintegration es minuciosidad, crudeza por completo que retrata el desmoronamiento, el estar tocando fondo. Ahora, si hubo una canción que realmente sentí que me ha traspasado la piel, tengo que hacer una ruptura en la sucesión ordenada del disco y remitirme a la última del disco, porque esa canción es devastadora en cada una de sus palabras, tan precisamente elegidas, como si hubiera estado observando mis momentos de angustia o más aún, como si también Smith los hubiese protagonizado. Esta canción refleja el miedo, la falta de certezas, el auto-reproche sumado a la necesidad de tener que dar explicaciones, las desesperanzas porque vamos a desintegrarnos y luego ¿qué ocurrirá?... “Y ya ahora el tiempo se ha ido. Otro tiempo desperdiciado, desesperadamente combatiendo al diablo, futilmente. Sintiendo al monstruo trepar dentro de mí, sintiéndolo roerse todo mi corazón. Nunca perderé este dolor, nunca soñaré contigo otra vez”. ¿Es que acaso podrá olvidarse el dolor, o tendremos que contentarnos con echarle un cobertizo pues quedará latente para resurgir cuanto menos lo temamos?

     “Las horas se han ido, malgastando el tiempo, todas ellas esperando la lluvia”. Antes de que diera comienzo Prayers for the rain en el interior de mi cuerpo ya había alumbrado el cambio, fluyendo navegaba a través de mi sangre, inundando esos obsoletos cercos autoimpuestos, desanegando trechos de caminos ni siquiera alguna vez imaginados. Eran mis propias estructuras, mis mismísimos cimientos los cuales me estaban resquebrajando. Me he convertido en una oradora y la lluvia se ha transformado en mi objeto de oración, siempre la anhelo, pues la lluvia tan ambigua, que entraña al igual que estruendo y calma, entre la luz y la oscuridad, la humedad y la purificación, representa la combinación perfecta para comenzar la mutación, el pasaje necesario que luego da lugar al sol, la energía de los rayos atravesándome y las gotas golpeteándome en lo más íntimo de mis reproches, destruyendo uno a uno mis engaños... tendiendo a escuchar, comenzando a vivir la explosión de sentidos que brota de mí, sólo faltaba encontrarme, reconectar mi energía, embriagándome de lluvia. Hoy ya no temo a la claustrofobia de hallarme escudriñando mi alma. Ahoguemos estas falsas expectativas, no debe haber salvavidas que logren contener todo su peso, llevémonos a flote sólo los verdaderos sueños. The same deep water as you. Y odiemos intensamente esta casa y su apaciguamiento, el arrepentimiento no nos conducirá a un verdadero aprendizaje sino a la frustración del error que persiste. Una casa no es siempre un hogar, y si le somos agradecidos al dolor, ya no dolerá esta ausencia, Robert.

domingo, 8 de abril de 2012

Le Fabuleux Destin d'Amèlie Poulain

 Jean-Pierre Jeunet
2001

     Desde que la vi por primera vez, hace unos años, hasta hace un par de días que repetí su compañía, no he conocido hasta ahora obra del cine en la cual me haya encontrado a mí misma, ni película que alcance a equiparar mi encanto por ésta. Y me atrevo a asegurar que siempre será mi preferida. La belleza de la banda sonora compuesta por el genial Yann Tiersen, su fotografía, sus personajes (en particular, Amèlie y Raymond), la focalización en las miradas como en los pequeños gestos me han hecho amar a esta película como en aquella primera ocasión, sinceramente no ha habido otra que haya conseguido arrancarme  lágrimas de emoción inmensurables.
     Se puede decir de Amèlie que es una chica fuera de lo común, una chica soliaria, una soñadora quien ha desarrollado su imaginación desde muy pequeña, una chica sensible que otorga especial atención y cuidado a los detalles, ella puede encontrar en una diminuta cajita de madera fragmentos de la infancia de una persona, porque es capaz de vislumbrar que las cosas simples, los pequeños placeres cotidianos son aquellos que nos caracterizan y le imprimen una huella a nuestra personalidad, nos distinguen de entre la multitud, nos hacen ser quienes somos.
     Amèlie también es una chica cuyos temores a ser lastimada contribuyeron a resguardarla en su timidez como me sucedió a mí cuando erigí mi propio muro para encerrarme en él, pero al mismo tiempo su sinceridad es lo bastante genuina para llevarla a crear sencillos gestos que derramen felicidad hacia su entorno, aunque sin interferir directamente en la vida de las personas. Y de eso se trata el amor, del acto de dar. Erich Fromm escribió en El Arte de Amar que “amar es fundamentalmente dar, no recibir. Sin embargo, la esfera más importante del dar no es la de las cosas materiales, sino el dominio de lo específicamente humano. ¿Qué le da una persona a otra? Da de sí misma, de lo más precioso que tiene, de su propia vida. Ello no significa que sacrifica su vida por la otra, sino que da lo que está vivo en él -da de su alegría, de su interés, de su comprensión, de su conocimiento, de su humor, de su tristeza-, de todas las expresiones y manifestaciones de lo que está vivo en él. Al dar así de su vida, enriquece a la otra persona, realza el sentimiento de vida de la otra al exaltar el suyo propio. No da con el fin de recibir; dar de por sí es una dicha exquisita. Pero al dar, no puede dejar de llevar a la vida algo en la otra persona, y eso que nace a la vida se refleja a su vez sobre ella; cuando da verdaderamente, no puede dejar de recibir lo que se le da a cambio. Dar implica hacer de la otra persona un dador, y ambas comparten la alegría de lo que han creado. Algo nace en el acto de dar, y las dos personas involucradas se sienten agradecidas de la vida que nace para ambas”. 
    Por eso, Amèlie tendrá que aprender a ser parte de estas historias que su mente esboza como protagonista, tendrá que hacer a un lado su timidez si quiere dejarse amar porque como en un juego hay que devolver el pase, en la vida construir una realción implica comprometernos en su reciprocidad, desenvolvernos en el sincrónico acto de dar y recibir tanto que confundamos estos polos hasta fundirlos en uno solo imposible de ser identificado; así lo supo El Principito cuando se hizo responsable para siempre de su rosa. Si Amèlie quiere permitir que otras personas penetren en su mundo, tendrá entonces que armarse de coraje y aceptar que para abrirse a sentir algo tan intenso como el amor, tenemos que arriesgarnos al dolor, a la decepción, porque después de todo vale la pena, ella no tiene los huesos de cristal, y sobre todo, ella puede identificar el valor de las personas a partir de sus detalles... además, como supo reconocer el adorable Raymond, “la suerte es como el Tour de Francia, lo esperamos durante mucho tiempo, pero pasa rápido. Cuando el momento llega, hay que saltar la barrera sin vacilar”.

lunes, 2 de abril de 2012

Retazos de dos seres que se hacen uno

 
    El amanecer entretejidos. El buen día que se le escapa a tu voz y que prefiere manar de tus besos. Las sonrisas cómplices al descubrir el penoso hálito compartido. Imperturbable ante su presencia, la fuerza del beso al cual arribamos. La calma de la noche, quebrada. La cortina ya no resguarda la penumbra que se construyó de a dos. La cortina ahora deja que el sol se cuele en sus rayos. El desayuno improvisado en cualquier lado. Los discos que hablan de nosotros. El abrazo que roza el alma. Su lazo, que marca huellas en ella. Las manos que se aunan al andar, aunque sea por las habitaciones de casa. El anaranjado de la tarde que intenta extenderse, a pesar de que presiente cercano su destino teñido de rojo ocaso. La partida que nunca cesa. Los bolsos por preparar. El abrazo que se comienza a extrañar. El tiempo que nos pesa a nosotros más. Mis mensajes a San Nicolás batiendo alas. Las palabras que se agotan cuando quiero describir cuánto amo. Mis sueños que nos sueñan reunidos otra vez. El reencuentro que se hace bendito.

domingo, 6 de noviembre de 2011

Compañera del tiempo

   Si te siento en mi pecho
   sabrás que he vuelto.
   Ayúdame a ayudar al crudo sentir
   de admirar el progreso.
   Compañera de momentos reales e imaginarios,
   compañera al fin del tiempo pasado.
   Despierta en mí el frío destino de una mente afilada.
   Mírame, abrázame,
   que aplasta a los asesinos e inocentes por igual
   la maldita rueda del tiempo.

Mis gracias ya no alcanzan, Emanuel :)

martes, 9 de agosto de 2011

Babe, I'm Gonna Leave You

(Diálogos conmigo misma) 
   - Es verdad que más de una vez he renegado del amor. Solía encerrarme en mi pieza. No hacía falta revolver entre mis cajas de discos, porque éste ya tenía su lugar sobre la mesita donde se apoyaba el equipo de música. La parada era siempre la misma, la canción -originalmente escrita por Anne Bredon- número dos del primer disco de mis añorados Led Zeppelin, cuya melodía transita en crescendo comenzando con la dulce voz, apenas un suspiro de Robert Plant y la guitarra de Jimmy Page que allana el camino acústicamente hasta que culmina desprendiendo en sus concisos acordes una irrefutable descarga de libertad. Allí, la cama era el sitio perenne, me acomodaba bañándome de orgullo, recortando los primeros fragmentos de la canción cada día que concluía fructífero después de haber logrado conversar con la soledad a solas, pensando que esa conjunción de sentidos sólo podía ser asimilable al goce sexual, de haberlo conocido, después de haber caído en la cuenta de que el amor para mí no era más que una ilusión destinada a diluirse en cualquier momento.
   Presumida dueña de la libertad, podía resultar inmune al beso que liga a la dependencia compulsiva, como al abrazo compañero que se hace de a dos. Fluía sola a través de una canción, se esparcía sola con tal desparpajo en las líneas de un libro que ni siquiera tuvo tiempo de pensar en la necesidad del otro.
   Ella, que musicalmente vivía en los años '70 y hablaba a través de las lenguas de Hesse y Cortázar, no tenía a quien dedicar pasajes de textos, ni con quien entablar aquellas misteriosas como intrigantes charlas de café literario a las que sólo asistía en las películas. Peor aún, nunca tuvo la necesidad de compartir las diferencias. Sólo comprobaba la cantidad de puntos en común, asegurándose de aquello que quería ver y no alcanzaba a apreciar los demás aspectos que componían el todo. Como la ilusión de una niña que enarbola inocente e ingenua su barrilete con la esperanza de que esta vez alcanzará el cielo y las estrellas, y no se perderá entre los árboles o la seriedad de su adultez, sus ideales reflotaban entre las nubes difusas, y cuando volvían se hacían añicos en sus fauces. Así la herida era tan puntual que coincidía con el amor en cada esquina, y no bien una palabra o un gesto desacoplaba con los rasgos ya remontados se iban cayendo uno a uno como en una especie de dominó rally
   - Pero a pesar de que sea tan tajante al principio, también como usted lo admite, señor Plant esta canción tiene una segunda parte "nena, nena, nunca voy a dejarte", es verdad  también que más allá de esta convicción de autosuficiencia consigo mismo mantiene una confianza de que el deseo puede renacer, "que se hará realidad" porque nunca se ha perdido del todo y está prendido a nosotros, esta vez en forma de un amor que nos descubre, sorprendiéndonos inesperados, "que se siente bien tenerte nuevamente", inspirado por el encanto que ofrece la naturaleza de la vida de reunir los caminos de personas que aunque diferentes persiguen los mismos designios de pasear por un lugar tan puro como el parque en verano, florido de historias tan propias como las que se construyen desde las rugosidades de la mano y se disfrutan dispuestos a compartir juntos.



Babe, I'm gonna leave you
"Babe, baby, baby, I'm gonna leave you.
I said baby, you know I'm gonna leave you.
I'll leave you when the summertime,
Leave you when the summer comes a-rollin'.
Leave you when the summer comes along.

Baby, baby, I don't wanna leave you,
I ain't jokin' woman, I got to ramble.
Oh, yeah, baby, baby, I believin',
We really got to ramble.
I can hear it callin' me the way it used to do,
I can hear it callin' me back home!

Babe... I'm gonna leave you
Oh, baby, you know,
I've really got to leave you
Oh I can hear it callin 'me
I said... don't you hear it callin' me the way it used to do?

I know I never never never
gonna leave your babe
But I got to go away from this place,
I've got to quit you, yeah
Baby, ooh don't you hear it callin' me?
Woman, woman, I know, I know
it feels good
to have you back again
And I know that one day baby,
it's really gonna grow, yes it is.

It was really, really good.
You made me happy every single day.
But now... I've got to go away.

Baby, baby, baby, baby
That's when it's callin' me
                   I said that's when it's callin' me back home."

 
Nena, voy a dejarte
"Nena, nena, nena, voy a dejarte.
Te lo dije, nena, tú sabes que voy a dejarte.
Te dejaré en el verano.
Te dejaré cuando el verano se acerque.
Te dejaré cuando el verano aparezca.

Nena, nena, no quiero dejarte.
No estoy bromeando, mujer,
tengo que marcharme.
Oh sí, nena, nena, creo
que realmente tenemos que marcharnos.
Puedo escuchar la llamada de la manera que solía ser.
Puedo escucharla,
pidiéndome que regrese a casa.

Nena, voy a dejarte.
Oh, nena, tú sabes que
realmente, tengo que dejarte.
Oh, puedo escuchar cómo me llama.
Te lo dije... ¿no escuchás la llamada de la manera que solía ser?

Yo sé que nunca jamás
voy a dejarte.
Pero tengo que alejarme de este lugar.
Tengo que abandonarte, sí
Nena, oh, ¿no escuchas cómo me llama?
Mujer, mujer, lo sé, lo sé,
se siente bien tenerte nuevamente.
Y yo sé que un día, nena
esto se hará realidad, sí.


 Pasearemos por el parque todos los días,
pase lo que pase... todos los días.

Fue realmente, realmente bueno.
Me hiciste feliz todos los días.
Pero ahora… tengo que alejarme.

Nena, nena, nena, nena, 
así es cuando me llama... te dije.
Dije que así es cuando me llama de regreso a casa".

martes, 2 de agosto de 2011

What a Wicked Game

   El silencio dejó de ser su refugio sostenido. Fue tan combativa que resistió hasta el cuerpo... sus manos, sus pies... su cabeza. Pero cuando las palabras maduran hasta adquirir peso propio, como gotas de lluvia ansiosas por salir a la luz, ya nada las impide, cumplen su naturaleza y comienzan a precipitar.
   Nunca, nunca lo hubiera deseado así... no de nuevo. Sin embargo, la calma la había expulsado por completo. Ella necesitaba un cambio, y lo que tenía en claro era que este cambio esta vez tendría que ser radical, atravesando su médula y preguntándole a sus sentidos, tenía que quebrarla en dos, tres o en mil partes, pues como lo supo Herman Hesse a través del lobo estepario estamos compuestos por millones de yos que nos definen, más allá del rótulo que se atreva a calificarnos momentáneamente. Ella también lo comprobaba, que de su amoldamiento radicaba su rígida y gruesa estructura, como si le hubiesen reducido dos tallas sus zapatillas, y le costase sentir los pies. Embebida en un ensueño que creía vida sólo porque podía respirar, porque estaban involucrados libros y unas cuantas  personas, y al fin y al cabo era lo único verdadero que tenía. Quizás porque su frágil epidermis se había acostumbrado a las manos amigas sin discernir los rasguños, y de nuevo lo único que la abrazaba era su condescendiente estructura.
   ¿Pero qué ocurriría con este muro inexpugnable que ella, con tanto esfuerzo, había erigido? La verdad, es que no soportaría un ladrillo más, una hendidura más por ver su espalda surcada de pesadumbres. Si el tiempo también es hoy, ¿cuándo se animaría a disfrutar? Si lo que esperaba ansiosamente es el futuro, ¿lo que hacía antes entonces no valía la pena, a no ser supeditado a ese tiempo tan incierto y lejano? ¿Ese resto debía ser valorado acaso como el camino hacia la meta? ¿Cuál era el objetivo real? ¿Y cuándo se empezaba a vivir? ¿Y cuándo se podía volver a desear?
   Duele, no me negaré a confesarlo, desde lo profundo de los nervios que dirigen nuestros sentidos, duele en el corazón que tiene que latirlo y a la vez digerirlo, y luego en las palabras que tienen que dar las explicaciones. Sin embargo, no aflige tanto por el maldito tiempo que los cuervos le revoloteen, sino porque perdió aquello en lo que creía, y pesa sobre ella la carga de cavilar sus valores, acomodándolos ahora al goce de no perderse ni un detalle más de su vida. Jamás se negará a enamorarse.
   Similar a un rompecabezas, sólo que ahora no basta con reordenar, sino también deshacerse de algunas piezas cuyos extremos, principios y finales no consiguen encajar. Después de todo, ella ya había elegido con qué habría de quedarse. Y seguramente sea como plasmó Nietzsche en Así habló Zaratustra: "debes estar preparado para arder en tu propio fuego, ¿cómo podrías renacer sin antes haber quedado reducido a cenizas?".


What a wicked game
"What a wicked game to play,
to make me feel this way.
What a wicked thing to do,
to let me dream of you.

What a wicked thing to say.
You never felt this way.
What a wicked thing to do,
to make me dream of you.

And I don't want to fall in love,
this world is only gonna break your heart".


Qué juego perverso
"Qué juego perverso por jugar,
para hacerme sentir de este modo.
Qué cosa perversa por hacer
para dejarme soñar contigo.

Qué cosa perversa por decir,
vos nunca te sentiste de este modo.
Qué cosa perversa por hacer,
para hacerme soñar contigo.

Y yo no quiero enamorarme,
este mundo sólo va a romper tu corazón".

Wicked game (Juego perverso), Chris Isaak. Aunque a decir verdad, me gusta más la adaptación de esta canción realizada por la banda finlandesa H.I.M.

miércoles, 30 de marzo de 2011

La vida en par

     No bastaba meditarlo seriamente: ellos tenían todas las razones para no estar juntos. Sin embargo, se tenían el uno al otro... Y cuando él se apoya sobre su regazo, descansando mientras con su mano, ella le sostiene su cabeza, también saben que todo marcha bien.
A pesar del bufido urbano que les anuncia su adiós durante la semana, su saludo es optimista y consciente de que apenas los separa un colectivo de distancia.
No importa si cuando él posa su brazo alrededor de su cuello, más tarde ella tendrá que volver a peinarse. Ellos acarician los detalles como meticulosos fotógrafos, como la mariposa insignificante, que por no poder pasar de apenas un día no deja de ser colorida ni de buscar su mejor flor.
     Hay amor para su mesa, aunque no siempre sobren las monedas para mensajes al otro lado del teléfono, degustan mejor que gourmet de los aromas y sabores que ofrecen los labios. Acaudalados son, además en recuerdos y muy bien conocidos por haber prolongado unas cuantas horas del fin de semana... tanto que los abrazos de sus pies se abarcaron hasta la sombra.
    Nietzsche ya lo había escrito. Aunque ambos se desconocían el color de sus ojos, y guardaban la suavidad que se escondía entre sus dedos, ellos ya se pertenecían como el cacao al chocolate, a pesar de la inmensidad de la facultad que en ninguno de sus rincones los pudo encontrar... precisamente fue ese libro, cuya trama los unió y citó durante un solsticio de otoño, hace dos años. Él pensó en compañeros que escribieran sin circunloquios una nueva tabla de valores desde la Tierra, ellos que juntos cosecharon amistad y hoy celebran amor.

lunes, 7 de febrero de 2011

Mientras tanto, te quiero

 
Me alimenta el deseo de querer probar las avellanas que puso el azar en tus ojos, me gusta el juego que ganó al encontrarnos.

Saturno sigue suspendido rodeado de sus magníficos anillos, que sujetos entre hilos invisibles, nos observan como extraños desde aquél sector del universo que parece inasequible.
Mientras tanto, te quiero.
En la Tierra problemática, quejosa, y pese a sus astros de pedantería, te quiero.
Me alimenta el deseo de querer probar las avellanas que puso el azar en tus ojos, me gusta el juego que ganó al encontrarnos.
Me basta saber que me abrazás para escuchar la música de nuestros cuerpos, latiendo al unísono.
Disfruto de inmiscuirme a la realidad de tus sueños, ser la única pasajera que viaja en tus besos.
Somos habitantes del suelo que se nutre de esfuerzos, aunque en este intento tengamos que esperar a la paciencia, a la vez que apresurar el paso para no escondernos un tanto del ensimismado, pero al fin y al cabo dulce egoísmo del que estamos hechos.
Nos recuperaremos.
Mientras tanto, te quiero.

Ilustración de Gerard Scarfe,
para la película The Wall de Pink Floyd.

martes, 26 de octubre de 2010

Mi Sol en la tierra

   
En algunos lugares del mundo los árboles aun se adueñan de la tierra, mientras las aves  cantan al aire.
En un rincón del mundo, se desvanecieron las murallas de cemento; sólo estaba su mirada, dando vida a esas aves extrañas, los pensamientos.
Desde entonces, dicen que la luna no se acuesta sin contemplar su rostro,
él que despierta al sol, él que ama, en la mañana y hasta la última estrella.


lunes, 22 de febrero de 2010

Las manos sueltas

   Quiero ver tus manos sueltas, tu mente aprehensiva es capaz de hasta lo intangible. Y si llevás una carga, que sean los libros, los tantos latentes por leer. Que nos desvele sólo el trazado de nuestros sueños, resaltado con la avidez de nuestras miradas, testigos del crecimiento. Quiero ver tus manos sueltas, recibirme... recibirnos, caminando y luego vueltos a sentarnos, porque sobre las tierras pedregosas el paso se hace firme y certero entre tus dedos.

   A mi compañero de estudio, mi mitad y mi entero.

martes, 15 de diciembre de 2009

Untitled

    Quien pudo (y puede) ver más allá, permite ya a su cabeza girar un poco hacia acá (sin replegarse tanto).
    Quien se encuentra lo suficientemente despierto para dejarse llevar y que el viento no lo quiebre en algún cataclismo del impredecible devenir social.
    Reacio a volverse endeble, será quien apure ahora a las circunstancias.
    Seré yo, serás vos, serán aquellos... nuestros rulos erizados que se peinan al hablar.
    El timón de la paciencia, la resistencia a la añoranza.